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Tord caminó tras el menor siguiendo sus pasos hasta la primera habitación frente a las escaleras, su propia habitación.

Cerró la puerta tras él percibiendo con el olfato el aroma a Omega que ahora invadía su estancia personal.

Los posters en la pared de propaganda comunista reflejaban la luz amarilla de su lámpara de noche la cual iluminaba el lugar.

El golpe de adrenalina que había recibido Tom momentáneamente se esfumaba traicionando su confianza, tras él la puerta se había alineado con la cerradura confirmando que ambos estaban solos.

--¡Dios que bien hueles!-- susurró Tord a su oído acercándose detrás permitiendo que está vez el olor lo guiará a despertar sus instintos.

Tom giró el rostro apenas unos centímetros para visualizar la mano del Alfa tras el y así guiarlo a la cama, no estaba dispuesto a caer en aquellos estúpidos cliché impuestos por la sociedad en la que los Omega debían ser sumisos.

Una vez cerca de la cama Tord tomó asiento al filo del colchón gracias a un leve empujón por parte del menor, la diferencia de estatura al estar de pie frente al noruego le daba un poco el control de la situación o eso fue lo que creyó hasta que el Alfa lo sorprendió tomando de manera posesiva sus caderas atrayendo su cuerpo hacía el suyo.

Cada acción contraria era rápida, firme y decidida no como las propias lentas y temerosas, por lo que descartó de su mente el deseo de tener el control.


La proximidad le permitió a Tom percibir aquél aroma que le provocaba una extraña urgencia desde lo más profundo de su ser, un Alfa en celo.

Las manos frías que se colaban por debajo de su pijama lo sacaron de sus pensamientos, subían por su espalda suavemente hasta retirar la prenda comunista que le había sido prestada.

Un sonoro gruñir de disgusto provocó un sobre salto en el Omega que poco a poco había entre cerrado sus ojos, Tord no quitaba la mirada de aquélla tenue mordida sobre el cuello ajeno y en un movimiento rápido de su parte recostó al menor sobre la cama.

--¿Tom realmente quieres hacer esto?-- su poca cordura aún tenía voto dentro de la situación.

Un suspiro pesado y la repuesta saldría de sus labios --No quiero ser utilizado otra vez, Matt tiene razón el no tener marca ha acusado muchos problemas-- habló serio con sus característicos ojos negros a media asta.

Una sonrisa disimulada se formó en el rostro del noruego al pensar que el Beta era más inteligente de lo que solía aparentar.

--Bien-- suspiró el Alfa aliviado para así tomar la barbilla ajena y unir sus labios en un beso, las palabras dichas eran una afirmación para él, y si no lo eran ya no podía resistir más sus instintos.

El beso fue correspondido y rápidamente se volvió en algo más lujurioso, sus lenguas se tocaban y sus respiraciones chocaban.

El noruego se irgió para así poder apreciar la anatomía ajena, la piel blanca de Tom era el contraste perfecto con aquellos ojos negros ahora atentos a su actuar.

Su vientre y pecho eran planos, claramente el ser un Omega no lo volvia una chica sin embargo la naturaleza era sabía y su cuerpo había desarrollado de manera natural unas caderas un poco más anchas de lo que serían las de un hombre, un cuerpo capaz de dar vida.

Sálvame » OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora