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El amante de la cola y el del ska se encontraban turnandose el mando de una consola que imitaba muy bien la forma he incluso peso de un arma.

--Te faltan doscientos puntos para emparejar conmigo-- reía Edd.

El turno del castaño había terminado y Tom juró vencerlo.

--¡Bah! doscientos puntos no es nada para mi-- repetía el menor confiado de su habilidad.

La verdad es que Edd no estaba seguro de que Tom no pudiera vencer su record pero sabotear verbalmente era lo único que le quedaba.


Después de todo el menor siempre había sido bueno para esta clase de videojuegos, tal vez en un futuro sea un buen policía o tirador.

--Sé que no me vencerás así que iré por una lata de cola del pasillo de expendedoras-- dijo Edd haciendo un ademán con la mano mientras se alejaba.

--¡Aja!-- respondió Tom sumido en su partida.

Edd caminó por varios pasillos en busca de las máquinas expendedoras que había visto por ahí horas antes mientras exploraban el lugar.

Se percató de que el Arcade contaba con más espacio del que necesitaba, máquinas y pasillos abandonados incluso sitios donde antiguamente había locales de comida.

--¡Oh si al fin!-- exclamó Edd en un pequeño grito de felicidad cuando a lo lejos frente a unas escaleras se encontraba una máquina expendedora.

Se apresuró a sacar monedas de sus bolsillos mientras se acercaba cada vez más a esta.

--¡No! ¿¡Es enserio?!-- decía el castaño haciendo un puchero frente a la nota de papel pegada sobre la expendedora que decía "fuera de servicio" escrita con una horrible caligrafía.

Metió sus manos en sus bolsillos y comenzó a dar suaves patadas al aire, aquél conjunto de movimientos que solía hacer de manera inconsciente cuando estaba molesto o frustrado.

Giró sobre sus talones dispuesto a alejarse y volver con Tom, dando un último vistazo a su alrededor se percató de la presencia de una tenue luz que descendía de las escaleras tras él, una luz qué si su experiencia no lo traicionaba provenía de una expendedora encendida.

Se apresuró a saltar la cadena que bloqueaba de lado a lado de manera muy sencilla las escaleras, chocando su pié en el proceso haciendo sonar el metal entre sí.

El sonido de sus pisadas era ahogado por el de la música a todo volumen apesar de encontrarse en un pasillo bastante alejado del centro del Arcade.

Aquél piso superior daba escalofríos de solo verlo, mesas distribuidas a lo largo del amplió salón todas en mal estado y llenas de polvo, cajas en el fondo a la derecha además de que estaría en total oscuridad de no ser por la luz de la única  expendedora encendida.

--Edward éste debe ser tu día de suerte-- se dijo así mismo al encontrarse de frente con la funcional máquina.

Colocó el efectivo y finalmente la lata de cola calló al depósito del cual era permitido tomarla creando un pequeño estruendo en aquél vacío y abandonado lugar.

Edd bebió rápidamente de la fría bebida como si de una pequeña cantidad se tratara y cuando la terminó comprimio un poco el envase de metal con la mano que la sostenía dejando escapar un suspiro de alivio.

Solo le tomó unos minutos para convencerse a si mismo de sacar más de su bebida favorita, terminando así con cinco latas listas para beber durante el transcurso de la noche.

Guardó las latas dentro de su mochila verde guiándose con la luz de la expendedora, estaba a por cerrar su mochila y volver con Tom cuando escuchó una voz detrás suyo.

--¡Hey Edd!--.

El castaño se congeló en su lugar aún sin poder encarar a la persona que lo llamaba, por más que pensara no lograba reconocer aquella voz.

Se puso de pié y giró dudoso mirando hacía la persona dueña de la voz.

La pequeña tranquilidad que le daba el que le hubieran llamado por su nombre se había esfumado al darse cuenta que no era nadie que él conociera.

Un chico rubio de gran estatura portaba una camisa negra con el estampado de un cráneo en color blanco, jeans marino y Converse rojos.

Aquél desconocido lo miraba de brazos cruzados, sonrisa ladeada y actitud dominante, un Alfa sin duda alguna.

--¿Yo... te conozco?-- preguntó Edd haciendo un esfuerzo para que su voz no sonara angustiosa.

--¡Oh no! Pero yo a ti si-- habló de manera provocativa el Alfa de nombre desconocido a la vez que daba grandes y lentos pasos hacía donde el castaño se encontraba.

Edd se abrazo a si mismo con su mochila en el pecho y retrocedió lentamente hasta que su cuerpo choco de espaldas contra la expendedora, sus ojos estaban muy abiertos en señal de alarma y sus manos comenzaban a temblar sin control.

El chico rubio llegó frente a él a una distancia poco prudente, golpeo su puño contra la superficie de la expendedora a la altura de la cabeza del amante de la cola y un sonido sordo se escuchó por el lugar.

Un pequeño grito reprimido salió de los labios de Edd ante las acciones previas, el Alfa lograba intimidarlo.

--Mi nombre es Hellucard-- dijo inclinandose a oler su cuello.

La respiración ajena choco contra su piel y un nudo en el estómago se formó en su interior, sentía mucho miedo tan fuerte era el sentimiento que le nublaba la vista pero sabía que debía luchar, huir, salvarse.

Se aferró con fuerza a su pequeña mochila y se escabullo por el lado que no era bloqueado por el brazo del Alfa.


Corrió, corrió como nunca antes, con lágrimas que ya le eran incontenibles deslizándose por su rostro.

Hellucrad se quedó en su lugar, giró su rostro solo para ver huir a su presa o al menos verlo intentar.

--¡Mark!-- dijo el rubio en un tono apenas elevado era más bien una orden.

Y un chico igualmente rubio, de peinado perfecto y barbilla partida apareció por las escaleras bloqueandolas antes de que el castaño pudiese llegar.

--¡NOO!-- gritó Edd en pánico al ser derribado por aquél que se hacía llamar Mark.

--Sostenlo y llevalo al fondo-- ordenó el Alfa mientras este recogía del suelo la mochila verde que el castaño había dejado caer.

Sálvame » OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora