Capítulo 16

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- Corre… -

Abrí los ojos de golpe y lo primero que vislumbré fue los arboles pasando a una velocidad vertiginosa a mi lado, mis “patas” luchaban por moverse cada vez más rápido sin una razón aparente. La luna iluminaba parcialmente el oscuro bosque que resultaba totalmente desconocido para mí, nada en él me era familiar, no estaba en Nueva Orleans ni mucho menos en Ozark ¿entonces donde estaba? ¿Qué hacía ahí? ¿Por qué corría?

Quise detenerme pero mis patas totalmente desconectadas de mi mente se negaron a obedecer y en lugar de detenerse mi cuerpo hizo un giro brusco a la derecha, tomando un camino bastante accidentado. Había ramas y arboles caídos por todos lados, el lodo ocultaba a la perfección  las rocas que más de una vez me hicieron tropezar, convirtiéndolas en la trampa perfecta para cualquiera que pasara por ahí, pero no para mí.

Continué corriendo sin saber a dónde iba, siendo prisionera de mi propio cuerpo. Era como si mi mente fuera en su mayoría controlada por mi instinto de lobo y no por mí, al igual que mi cuerpo. Mi instinto en aquel momento solo tenía una cosa en mente: correr como si mi vida dependiera de ello. Estaba huyendo de algo.

Como si lo hubiese pedido, de pronto fui capaz de escuchar los pasos acelerados de aquello de lo que huía, cada vez más cerca de mí. ¿Cazadores? Fue lo primero que se me vino a la mente, pero la idea era un poco absurda ya que si fueran cazadores no enviarían a uno solo de ellos tras de mí. Uno de ellos jamás podría conmigo. ¿Entonces porque demonios huía?

Cerré los ojos y sacudí la cabeza intentando retomar el control sobre mi cuerpo pero era inútil. Desde la muerte de mis padres había jurado jamás huir de nuevo, y mucho menos de un cazador. Ellos eran la causa del infierno que se había vuelto mi vida y no desaprovecharía la oportunidad de hacer pedazos a uno de ellos.

Aprovechando mi cercanía con cada árbol al que pasaba, hice un intento por golpear mi lobuno cuerpo con alguno de estos con la única intención de tomar el control pero fallé. Hice un segundo intento y esta vez logré impactar mi costado derecho con uno de los árboles, sintiendo como la dura madera de este rasguñaba ligeramente mi piel. Traté de hacer lo mismo de nuevo pero el impacto de una flecha sobre mi lomo impidió que siguiera adelante con mi plan.

La herida dolía más de lo que pensaba, pero para mi gran fortuna aquel disparo me hizo recobrar el control total sobre mi cuerpo y mente. Comencé a reducir mi velocidad con la intención de encarar a mi perseguidor y acabar con aquello de una vez por todas.

- No te detengas… Corre..- insistió una imponente y distorsionada voz dentro de mi cabeza. Yo conocía esa voz, o al menos eso creía. Era exactamente la misma voz que hace días había escuchado en aquel sueño y que por más que quise no pude identificar completamente.

Sacudí mi cabeza ignorándola y deteniéndome por fin. Me di la vuelta y aguardé firmemente a que llegara aquel cazador, pero todo estaba en completo silencio y no había rastro de él. ¿Lo había perdido?. Me mantuve inmóvil por unos segundos, observando detalladamente todo a mi alrededor, atenta a cualquier movimiento.

Los minutos pasaron y nadie apareció, el silencio era absoluto y ni siquiera el sonido del aire era audible. Algo estaba mal. Pronto el crujir de las ramas a mí alrededor hizo que el ensangrentado pelaje de mi lomo se erizara, comencé a gruñir mirando de un lado a otro buscando efusivamente entre las sombras al responsable de aquel ruido.

Tal fue mi sorpresa al escuchar como mis gruñidos eran correspondidos por otro lobo, el cual estaba segura estaba frente a mí, oculto entre los árboles. Sus gruñidos sonaban fuertes y amenazantes y juraría que los reconocía pero simplemente mi miente se negaba a recodar el nombre de quien fuera ese lobo. Pegué las orejas a la nuca y comencé a gruñir más fuerte, avanzando lentamente hacía el lugar de donde proveían los gruñidos.

- Corre Elise, Corre… - esta vez la voz sonó más fuerte de lo que quisiera y como si me hubiesen arrojado un balde de agua fría, sentí como mi cuerpo entero se tensaba. Sentí como de un segundo a otro mi instinto pedía a gritos huir. El miedo comenzaba a apoderarse de mí a cada segundo que pasaba, nublando mi mente y anulando la posibilidad de pensar claramente.

Cuando estaba lista para hacer caso a esa voz y echarme a correr de nuevo, un lobo enorme de pelaje negro comenzó a salir lentamente de entre las sobras, frunciendo las fauces y dirigiéndome una mirada asesina. Frederick.

Comencé a retroceder lentamente sin dejar de mirarlo, tratando de mantenerme firme y no demostrar miedo alguno, pero me resultaba casi imposible. Toda la valentía que había sentido momentos antes había sido aplastada por la mirada de odio y repudio con la que Frederick me miraba. Estaba segura de que estaba aquí para matarme.

- Corre Elise – presionó de nuevo aquella voz - No solo es tu vida la que está en riesgo… -

Una parte de mi mente se vio intrigada por aquellas últimas palabras pero la creciente tensión del momento opacó aquella intriga y me obligó a concentrarme en la amenaza que cada vez estaba más cerca.

Solo contaba con unos cuantos segundos antes de que Frederick estuviera a escasos centímetros de mí y si no escapaba ahora existía la posibilidad de que no saliera con vida de esto. Era ahora o nunca. Miré de nuevo a Frederick y justo cuando flexioné mis músculos para comenzar a correr,  dos proyectiles salieron disparados desde las sombras, clavándose a cada costado de mi cuerpo. La fuerza del impacto y el sentir como mi piel era atravesada por aquellos “arpones” me hizo soltar una alarido de dolor.

Casi inmediatamente, los cazadores halaron fuertemente de las cadenas que sus flechas tenían uno de los extremos, logrando tirarme al suelo. Aguardé unos segundos en el suelo, esperando a que atacaran a Frederick pero este jamás fue atacado por ellos ¿Por qué? 

Me puse de pie ignorando el dolor de mis heridas y comencé a gruñir en señal de advertencia hacia los cazadores. Lo único que podía hacer ahora era tratar de resistir y enfrentarme a él y evadir los disparos de los cazadores. El lobo cambió su mirada asesina por una burlona y comenzó a caminar hacia mí.

- En otras circunstancias matarte ahora mismo sería mi más grande placer – se plantó a escasos centímetros frente a mí – Pero ahora tienes algo que quiero aún más –

Se abalanzó rápidamente sobre mí, tomándome fuertemente por el cuello y tirándome de nuevo al suelo. 

- No sabes lo divertido que ha sido todo esto – rió maquiavélicamente - Todo aquello que juraste nunca hacer fue exactamente lo que terminaste haciendo. Y es gracias a ello, que no solo seré el alfa de una manada, seré el rey de toda una especie y tú me entregaras el medio para conseguirlo –

Hice ademan de ponerme de pie esperando a que Frederick contratacara pero no lo hizo, en lugar de eso dejó que me pusiera de pie completamente y se alejó un poco. No entendía a que se refería Frederick ni tampoco sabía a qué estaba jugando. No iba a matarme hasta que le diera el medio para ser lo que siempre ha querido pero ¿Cuál era ese medio? ¿Qué podía darle yo que lo hiciera “rey”?

- ¿Qué diablos quieres de mi Frederick? – indagué, siendo consiente de que estaba entrando en terreno peligroso – Si crees que yo puedo asegurarte una corona estas equivocado –

- ¿Lo estoy? - detuvo su andar y se dio la vuelta - ¿Acaso eres tan estúpida como para no darte cuenta? -

Se preparó para atacarme nuevamente y yo al igual que él me preparé para defenderme. Su cuerpo chocó contra el mío con tanta fuerza que fui capaz de sentir como mis huesos estuvieron a punto de romperse. Frederick se posicionó sobre mí, aprovechando que había logrado tirarme y que mi postura le daba la oportunidad de atacarme sin que yo pudiera defenderme.

Puso su pesada pata sobre mi estómago, haciendo la presión suficiente como para hacerme sentir un dolor muy fuerte en mi vientre.

- Ahí está - dijo haciendo énfasis a mí dolor - una vez que me deshaga de tí, él me dará lo que quiero -

¿Él? ¿De qué diablos hablaba? Por más que trataba de entender a qué se refería no podía.? Lo único que Frederick siempre  había querido de mí era mi lugar en la manada, y si fuera eso comprendía que necesitara matarme porque de otra forma yo volvería a retarlo. ¿Qué podía lograr quitándome mi lugar de alfa? Era obvio que serlo no lo convertiría en "el rey de una especie". ¿Quién se beneficiaría con que Frederick fuera el líder  de la  manada? Algo tramaba y lo que sea que fuera no sería nada bueno.

- Entonces ¿Qué esperas para matarme? - presioné.

- Ya verás la razón. Va a ser realmente divertido ver como súplicas por tu abominación - hizo presión nuevamente sobre mi vientre e inmediatamente algo hizo clic en mi cabeza. Mi cuerpo reaccionó antes de que mi mente lo hiciera y con una renovada fuerza me levanté bruscamente, golpeando a Frederick en el transcurso.

La furia se apoderó de mí y pasé de querer huir a querer hacerlo pedazos. Nunca me había visto presa de aquel instinto, la fuerza era indescriptible y el impaciente instinto de querer abalanzarme sobre él era algo que en aquel momento era algo difícil de controlar.

No sabía cómo había llegado a ese "estado" ni qué diablos había pasado. Lo único que sabía era que Frederick quería herir a mi supuesto "hijo" y estaba más que claro que yo no lo iba a permitir. No dejaría que tocaran a mi bebé.

El lobo sacudió la cabeza aturdido y yo aproveché para lanzarme sobre él, presa de mi hasta ahora desconocido instinto asesino. Hundí mis colmillos en su lomo y comencé a morderlo con tanta fuerza que este aulló de dolor. Frederick logro ponerse de pie y quiso atacarme de la misma forma pero su fuerza ahora igualada por la mía no fue suficiente para cumplir con su cometido. Los gruñidos y ladridos eran cada vez más fuertes, nuestros cuerpos chocaban fuertemente una y otra vez, pero ninguno tenía la intención de rendirse.

En un leve descuido de mi parte Frederick logró golpearme en la cabeza hasta tal grado que caí al suelo perdiendo por unos segundos la conciencia. En lugar de atacarme ahora que estaba indefensa, se alejó varios pasos y lanzó un aullido que resonó en todo el bosque. Un escalofrío recorrió mi espalda.

Al cabo de un par de segundos su aullido fué correspondido por varios aullidos más y no pasó mucho para comenzar a escuchar como los lobos corrían a nuestro alrededor. Sus brillantes ojos color ámbar eran lo único que podía distinguir en la negrura del bosque.

Sabía que lo más probable era que se tratara de Kayla y Demetri y su presencia era suficiente como para saber que estaba en problemas y en gran desventaja, pero no solo eran ellos quienes estaban ahí esperando la orden de Frederick. Había más lobos y tenía la esperanza de que entre ellos estuviera Ethan o Joe pero mis intentos por conectarme con la mente de alguno de ellos fueron en vano, ellos no estaban ahí. El hecho de que no se lanzaran sobre Frederick quien se mostraba listo para otro ataque confirmaba su ausencia y que Frederick era el líder de la manada.

Estaba sola en esto.

Me levanté rápidamente, vigilando cada flanco, atenta a cualquier movimiento de parte de los lobos.
Frederick lanzó un leve gruñido y todos los lobos salieron disparados  de entre los árboles. En un parpadeo sentí como sus pesados cuerpos chocaban contra el mío, sentí como hundían sus colmillos en mi piel para después  sentir como la sangre comenzaba a escurrir por mi pelaje.

Mientras que ellos estaban enfocados en destrozar mi cuerpo yo intentaba por todos los medios proteger mi vientre de manera instintiva. Patalee, arañé y mordí a quienes me fue posible hacerlo sin hacerles un daño significativo, hasta que vi la oportunidad de ponerme de pie.  El dolor que sentía era enorme pero me vi forzada a ignorarlo y seguir adelante.

Su ataque en grupo se detuvo y se alejaron varios pasos de mí, preparándose para atacar de nuevo, solo que esta vez en lugar de lanzarse todos en mi contra comenzaron a atacarme uno a uno. Evadí y contraataque en diferentes oportunidades sin que lográramos hacernos daño mutuamente y eso me llevaba a pensar que no estaban buscando herirme de nuevo, su objetivo era otro.

Mis fuerzas flaqueaban a cada momento que pasaba consecuencia del cansancio, mi respiración se volvió pesada y mi visión borrosa. Mi mandíbula estaba manchada de sangre al igual que todo mi cuerpo, pero seguía de pie. Mis patas temblaban amenazándome con fallarme en cualquier momento.

No me di cuenta en que momento Frederick les ordenó a los desconocidos lobos detener su ataque para que él se pudiera acercar. Su sonrisa mostraba tal satisfacción por verme al borde del colapso que inmediatamente supe que ya no había nada más que pudiera hacer.

- Espero que tú descendencia tenga ese característico instinto tuyo por pelear hasta la muerte si es necesario, será un plus y de gran ayuda...-

Gruñí débilmente y fue en ese momento que mis fuerzas me abandonaron y caí al suelo. 

- ¿Eso es todo? – Dijo con indignación – La verdad esperaba que lucharas más por defender a tu hijo –

Al no obtener respuesta de mi parte, Frederick se agazapó para lo que asumí sería su golpe final y mi inevitable muerte. Cerré los ojos esperando a que la oscuridad se apoderara de mí, pero nada de eso pasó. En lugar de eso un gruñido más se escuchó y acto seguido un fuerte golpe se escuchó a mi lado, haciéndome abrir los ojos lentamente.

Frederick estaba en el suelo y sobre de él estaba un lobo enorme de pelaje gris y blanco, su ataque era feroz  y no tenía intenciones de soltarlo. Daba mordidas certeras a la vez que rastrillaba su piel, Frederick trataba de defenderse pero el enorme lobo parecía doblarle la fuerza. El lobo negro al verse completamente atrapado entre las fauces del otro ordenó a los inquietos y nerviosos lobos atacarlo.

El enorme lobo no pareció incomodarse por ello y se defendió del ataque, soltó a Frederick y se envolvió en una pelea en la que me era imposible distinguirlo entre la manada de lobos que se movía rápidamente. No había oportunidad alguna de que pudiera defenderse de todos los ataques, fue mordido una y otra vez pero este en ningún momento pareció tener la intención de rendirse.

- ¡Huye! – mi cuerpo se congeló al escuchar su voz en mi cabeza. La voz que tanto me insistía que corriera y que había escuchado en mi sueño aquella noche era de aquel lobo que me miraba con angustia.

- Tienes que huir Elise ¡ahora! – gritó – Salva tu vida… salva a nuestro hijo – imploró

Mi cuerpo reaccionó ante su suplica y me puse de pie con dificultad.

- ¡Que te vayas! –

Fue lo último que logro decir antes de caer al suelo y lanzar un aullido lastimero que hizo que el mundo se me viniera encima.

- ¡No! -

Dangerous Lineages (Linajes Peligrosos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora