El taxi amarillo estacionó frente a la entrada para periodistas del estadio Cleveland. Los equipos de la Liga Nacional de Fútbol lo había apodado "el error de lago" pues habían sufrido temperaturas bajo cero al luchar por la victoria en el césped del campo de juego.
Hoy la brisa que acarició a Aome al bajar del taxi era agradable. Pero al avanzar la temporada de fútbol, se convertiría en ráfagas heladas que harían padecer hasta a los hombres más fuertes.
La llegada de Aome causó sensación entre los reporteros que ya estaban reunidos en la oficina del estadio, quienes no perdieron detalle del vestido color damasco que hacía resaltar el cabello y la piel dorada. Su entrada causó una oleada de murmullos que la siguieron por el angosto salón. Aome, impávida, levantó el mentón y caminó serena, aunque mentalmente se reprochaba sentirse incómoda por recordarle que era mujer y que no podría unirse a la cofradía.
Jinenshi la llamó a su lado con una señal de su cigarro. Aome se sentía cómoda con Jin. Su pasión eran los deportes y estaba felizmente casado con una mujer que era jueza municipal. No necesitaba estar en guardia con él y hoy era su aliado en el mundo masculino del salón de prensa. Nick, el fotógrafo, se recostó contra la pared y tomó los pases que le entregó Jin. Aome se maravilló de que este hombre delgado y pálido que parecía necesitar siempre un apoyo, pudiera acarrear el pesado equipo fotográfico, sin ayuda. Sin embargo, manejaba muy bien las lentes y los resultados eran excelentes. De algún modo, lograba dar poesía y gracia al violento mundo del fútbol.
- ¿Qué clase de tomas deseas para tu artículo, Aome? -preguntó Nick.
- No sabía que llevaría fotos -respondió ella.
- Dijeron que te diéramos algo de arte. ¿Qué quieres?
- A Inuyasha Taisho y a Bankotsu War, el defensor, para empezar, y a Koga Wolf -indicó, recordando sus notas. La idea de pasar desapercibida entre esta masa de periodistas se desvaneció y maldijo por lo bajo a Ayame por haberla enviado.
- Uh-huh. ¿Algo en especial de los tres?
- Me agradaría una sonrisa -bromeó ella, al ver la expresión de disgusto de Nick.
- ¿Una sonrisa? -Nick meneó la cabeza.- Será un día difícil -gruño, mientras acompañaba a Jin al estadio.
Desprovisto de los ochenta mil espectadores que lo hacían vibrar durante los partidos, el estadio parecía un gigantesco cascarón vacío. El césped estaba lozano y parejo, pero en pocas semanas llegaría la estación de las lluvias y con ella, los combates furiosos que lo destrozarían. Los reporteros y los fotógrafos se apretujaban entre los jugadores, sacando fotos y formulando preguntas antes de que la práctica comenzara. Aome revisó sus notas por última vez. Sabía que era competente, pero pocas mujeres se sentirían cómodas entre un grupo de hombres suspicaces.
Observó la escena con la esperanza de conversar con Bankotsu War, el juvenil y atractivo defensor de los Guerreros. Pero otros compartían esa intención y estaba rodeado por una multitud de periodistas. Aome caminó entre los hombres, atrayendo la atención de los jugadores vestidos en color naranja y café, interesados en hacerle más preguntas de las que ella tenía para ellos. El receptor Koga se abrió paso entre sus compañeros, acercándose a ella.
- Creo que llegó la hora de que le pregunte al hombre Can-Do -le dijo Wolf, apartándola de los otros-. No bien lanzan la pelota puede hacer un pique de veinte metros como por arte de magia. -Comentarios risueños de los otros componentes del equipo acompañaron sus palabras.- Me encantaría proporcionarle la historia de mi vida mientras cenamos esta noche -ofreció él.
- No creo que sea necesario, señor Wolf. Sólo le haré unas preguntas ahora -atajó Aome.
- Puede llamarme Koga o Can-Do -le pidió, casco en mano. No sólo parecía ser hábil en el campo de juego, sino también fuera de él.
- Señor Wolf, una revista ha publicado una lista de los nombres de los jugadores que las mujeres más quieren ver en el fútbol profesional, hombres que ellas consideran dulces y adorables. -Sonaba peor de lo que imaginara.- ¿Sabía usted que estaba en la lista?
Koga Wolf no se molestó en absoluto.
- ¡Las mujeres me adoran! -acordó sin asomo de modestia-. Me pidieron que posara para varias revistas. En una presenté la última moda masculina. La otra era más fo-to-gé-ni-ca, si me entiende. ¿La vio usted acaso?
- Estoy al corriente del formato de la revista -respondió ella, fría.
- ¿Trabaja para alguna revista? -le preguntó, acercándose.
- No, para el Shikonpress -contestó paciente, logrando introducir algunas preguntas en medio de las de Koga.
- ¿No quisiera darme su número de teléfono por si pienso en algo interesante para contarle? -propuso esperanzado.
- Ya tengo su número señor Wolf -observó ella, mirando con ironía el gran número 87 en la camisa del jugador.
Cansada de bromear con el hombre, hizo lo que las mujeres han estado haciendo durante siglos; movió sus largas pestañas y le preguntó:
- ¿Cómo es posible que sea capaz de hacer todas esas jugadas maravillosas durante un partido?
Como por arte de encantamiento, él comenzó a explayarse sobre sus planes personales para llevar a los Guerreros a la Super Copa. Aome vio que cumplir con su cometido sería más fácil de lo que había pensado. Un grupo de defensores la escoltó lejos de la influencia de Koga.
De vez en cuando vislumbraba a Inu Taisho, ocupado con los reporteros, que aún no se percataba de su presencia en el campo. Nick aparecía a cada rato al lado de Aome y le tomaba instantáneas cuando conversaba con los distintos atletas. Muy pronto comenzarían el precalentamiento y la práctica de ataque.
Ya se habían dado las instrucciones finales, los jugadores conocían sus posiciones y todo se desarrollaría sin contratiempo, ya que era un partido amistoso. Las últimas prácticas eran sólo una forma de ensamblar el equipo. En esta oportunidad, el equipo ofensivo probaría la eficacia del escuadrón defensivo para beneficio de los medios de comunicación.
Mientras se llevaba a cabo las prácticas, Inuyasha Taisho estuvo ocupado conversando con los entrenadores asistentes y los coordinadores. Se lo veía delgado y muy pulcro con su suéter anaranjado y los pantalones café que destacaban sus piernas musculosas. Sus rasgos eran más duros de lo que ella recordaba y las líneas alrededor de los ojos se marcaban más al entrecerrarlos por el sol. Aome comenzó a relajarse al comprobar que la atención del entrenador jamás se desviaba del problema que tenía entre manos. Al menos parecía no haberla reconocido en las pocas veces que la había mirado.
Después de la práctica hubo más preguntas para los jugadores antes de que el encargado de relaciones públicas anunciara que la conferencia de prensa ofrecida por el entrenador comenzaría en pocos minutos. Rápidamente los reporteros concluyeron las entrevistas y se dirigieron al área donde los aguardaba Inuyasha Taisho.
La mayoría de los jugadores y entrenadores habían abandonado el campo en dirección a los vestuarios. Sólo un reducido grupo de ellos permanecía en un costado del campo, parcialmente oculto a la vista de Aome. Se arremolinaban sobre un jugador sentado y el médico del equipo. Inu, de pie, daba la espalda a los hombres en los bancos y al campo de deportes y se enfrentaba a las cámaras y a los reporteros de todos los medios que lo rodeaban. Luego se movió y el grupo detrás de él quedó completamente oculto para Aome.
- ¿Podría sonreír para la foto? -instó Nick, mirando a Aome antes de enfocar a Inuyasha con el zoom.
- Esto es todo lo que conseguirán hasta que ganemos el primer partido -respondió Inu, sonriendo-. Caballeros... -comenzó-. Señorita...
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Huye ante el viento |Adaptación (Inuyasha)
FanfictionHacía mucho tiempo que ningún hombre la hacía sentirse como una mujer. Pero Inuyasha Taisho, el entrenador de Cleveland Warrior, amenazaba con derretir el castillo de hielo de Aome al primer encuentro. De pronto todo se iluminó entre la hermosa peri...