Cleveland, el bastión cultural e industrial del Medio Oeste, crisol del acero más duro de la nación, serpenteaba por las orillas del río Guyahoga, serena y a la expectativa. La ciudad era el hogar de los Guerreros y estaba embriagada con la euforia intoxicante de la temporada de fútbol. Faltaban pocos días para el partido de inauguración, no había salón, restaurante, vestíbulo o fábrica, que no bullera de profecías y análisis.
El calor agobiante del verano comenzaba a disminuir y una ola de excitación agitaba el espíritu de sus habitantes. La victoria de los Guerreros no sólo ayudaría a calmar los espíritus tensos de los dos millones de habitantes, sino que también atraería a los simpatizantes de todas partes. La ciudad viva y rozagante, hacía sentir su pulso vigoroso por el estadio de Cleveland el domingo a la tarde.
Durante semanas, los medios mimaron y elogiaron a los Guerreros. Se informaba a los ciudadanos sobre ellos durante el café matinal, a la hora de salida de sus tareas y durante los noticieros vespertinos. En medio del bombardeo informativo, los artículos de Aome Higurashi continuaban picando la curiosidad y la imaginación de los fanáticos del fútbol.
El escritorio de Aome estaba inundado de cartas y llamados de mujeres de todas las edades que se interesaban por las vidas y particularmente por los amores de los Guerreros. Pero para su desesperación, el nombre más mencionado era el del atento y tranquilo jefe de entrenadores. Sus citas aparecían en todos los artículos, por más que hubiera preferido ignorarlas. No importaba la forma en que desarrollara el material, siempre conjuraba la imagen de Inuyasha Taisho. Las mujeres adoraban su teoría de donde-hay-hombres-las-mujeres-son-atraídas y exigían más.
- Esto es grandioso -exclamó Ayame, arrojando la última edición del Shikonpress sobre el escritorio de Aome-. La circulación aumentó en un 20% desde que iniciaste esta serie. ¡Felicitaciones! Todo lo que necesitas es una entrevista con Inu Taisho para concluir y estaremos libres del tema. ¿Has hecho contactos para obtener una cita con él?
- No, no los he hecho y no pienso hacerlos. Sólo tendré que pensar en un final fantástico que no incluya al entrenador de los Guerreros.
Ayame apretó los labios pero no dijo nada y Aome volvió a enfrascarse en la computadora, dando por terminada la discusión.
- Tienes otro mensaje del objeto de tu censura -anunció Ayame, más tarde ese mismo día, cuando Aome regresaba del almuerzo.
- No atiendo llamadas del señor Taisho -respondió, fría.
Sin embargo, su corazón latía más aprisa por el interés que él demostraba. Desde la fiesta, Aome había rehusado con vehemencia llamarlo o atender sus llamados telefónicos. Hasta el sonido de su voz podría amenazar la seguridad del capullo en que se resguardaba. Para millones de mujeres, él era adorable, hermoso, encantador y el mejor de todos los entrenadores de los Guerreros. Pero, para ella, él se había transformado en el hombre sensual y poderoso que representaba un peligro para su corazón.
- Aome, no puedo permitir que esto continúe -estalló Ayame-. Hablé con el entrenador Taisho hace unos minutos y le dije que lo entrevistarías el domingo a la tarde, después del partido.
- ¿Que hiciste qué? -Aome se atragantó e introdujo su bolso en un cajón del escritorio con fuerza innecesaria.
- Él rehusó de plano dar una entrevista a cualquier otra. -Ayame también estaba perdiendo la paciencia.- Iría yo misma si fuera posible. Necesitamos esa entrevista y ésa es tu tarea. -Se apoyó con las dos manos sobre el escritorio de Aome, mientras ésta consideraba las palabras en silencio.- Consigue esa entrevista y habrás terminado con la serie. No tendrás que volver a ver a Taisho o un partido de fútbol nunca más en tu vida. No me interesa lo que haya entre tú y ese hombre, pero no debe interponerse en tu trabajo.
- No hay nada entre nosotros -replicó Aome, cerrando de un golpe el cajón del escritorio-. Muy bien -capituló, al ver la expresión seria de la editora-. Pero esto será todo, Ayame. No más deportes. No estoy preparada y ambas lo sabemos. Si sigue, renunciaré y ésta no es una amenaza ociosa.
- Tienes mi palabra. No habrá más fútbol para ti. ¿Es un trato?
Con los ojos brillantes, Ayame le tendió la mano y Aome la estrechó luego de un momento de vacilación.
- Es un trato.
Aome comprendió que Ayame la manipulaba para obtener su acuerdo. Ella estaba preparada para dejar el puesto antes que continuar, pero la editora había descubierto la grieta en su armadura. Hacía aparecer todo tan sencillo que no le creyó. Con seguridad, ella podría conversar con ese hombre sin caerse a pedazos como insinuaba Ayame. El amor propio le exigía aceptar el reto. Desde el encuentro en la fiesta, una semana atrás, había evitado ver a Inuyasha, pensar en él o escuchar su voz. La abstinencia debía haberla curado de cualquier clase de fantasías románticas que tuviera. Desde luego que podría hablar con ese hombre, formularle preguntas y terminar de una vez por todas para siempre.
Los días siguientes pasaron rápidamente y a menudo se descubría dibujando en lugar de continuar con el trabajo que había llevado a su apartamento. Sucumbiendo a un impulso, sacó a relucir el caballete. El verlo la llevó a surtirse de pinturas y otros artículos afines, regresando, poco a poco, al mundo de paz y gozo que le daba la pintura. Al considerar su trabajo con ojo crítico, se sentía torpe y fuera de práctica, pero su estilo se puliría con el correr del tiempo. Se reprendió por negar su talento, ridiculizándose por haber permitido que su ex esposo minara la confianza en su arte.
Pero las noches eran largas y apenas cortadas por cortos períodos de sueño. Los pensamientos que eludía durante el día, retornaban en la oscuridad de la noche para llenarla de ansiedad. El recuerdo de los brazos de Inu rodeándola, los besos y el baile que habían compartido, destruían la tranquilidad de su mente.
Llegó por fin la tarde del domingo y con ella, la inauguración de la temporada de fútbol. Los Guerreros enfrentaban a un rudo equipo de Buffalo y la excitación previa al partido iba en aumento. Aome llegó temprano al estadio y subió hasta el palco de la corporación que quedaba suspendido debajo de la fila más alta de asientos del estadio. Desde allí observó cómo se llenaban las graderías al acercarse la hora del puntapié inicial. Después de semanas en que los medios habían aguijoneado las expectativas, después de que todos los estandartes, gallardetes y programas fueran pregonados y anunciados, luego de que se hubieran realizado todas las apuestas y se vendieran y revendieran las entradas, los simpatizantes afluían al estadio. 87 mil personas llenaban las tribunas anticipando una esperanza de que sus sueños se hicieran realidad al iniciarse una nueva temporada.
- ¿Qué tenemos por aquí? -preguntó Mirk, leyendo por encima del hombro de Aome.
Su entrada había sido tan silenciosa que Aome se sobresaltó. Le entregó el anotador que tenía en las manos y él continuó leyendo los garabatos que cubrían varias páginas. "...ya sean ejecutivos, estibadores, comerciantes, amas de casa, profesionales o estudiantes, aficionados de todas las edades y estratos sociales desean sólo lo mejor para los sorprendentes Guerreros. Al comienzo de una nueva temporada llena de esperanza y promesas, los aficionados deberían considerar el consumo de energía y voluntad que se aúnan para lograr un equipo de fútbol profesional. Violencia, dolor, estrategia y presiones que se mezclan a la excitación y a las emociones desbordadas crean el fenómeno de la magia del campo de fútbol."
- No es exactamente lo que tu editora tenía en mente, ¿verdad?
- No, no lo es -acordó Aome, con obstinación-. Ella hizo un trato. Todo lo que necesito para salir de esto es un artículo con la entrevista a Inu Taisho. ¡Deberá ser sobre fútbol y no será agradable para mí!
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Huye ante el viento |Adaptación (Inuyasha)
FanfictionHacía mucho tiempo que ningún hombre la hacía sentirse como una mujer. Pero Inuyasha Taisho, el entrenador de Cleveland Warrior, amenazaba con derretir el castillo de hielo de Aome al primer encuentro. De pronto todo se iluminó entre la hermosa peri...