Capítulo 7.2

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De pronto oyó los gritos de Inuyasha en la cubierta, pero no comprendió sus palabras y subió para enfrentarlo.

Él caminaba de un lado al otro como un animal enjaulado.

- ¿Dónde diablos estamos? -inquirió, mirando el cielo nublado.

- Diría que a quince kilómetros de la costa.

- ¿Cómo regresaré al estadio?

- Tendrías que nadar mucho, pero supongo que llegarías antes del anochecer, si empezaras ahora -replicó Aome, recobrando el orgullo.

- ¿Por qué insiste en atormentarme, señorita Higurashi?

- Créeme, si hubiera sabido que estabas a bordo, te hubiera arrojado al agua antes de salir a navegar. Tu vida no es la única afectada por toda esta historia.

- ¿Qué puede andar mal en la vida de una joven rica de la sociedad como tú? -la aguijoneó con ironía-. Puedes manejar esto, ¿no es verdad? ¿Tiene motor?

- Sí, puedo navegar esto. He navegado desde que era una criatura -respondió ella, dirigiéndose al timón para fijar la ruta de regreso.

- Navegando desde que eras una criatura. ¡Todavía eres una criatura! -exclamó con tono amargo-. ¿Puedes llevar esta bañera de regreso a tierra?

- Sí, que puedo, pero ahora jugaremos un nuevo juego. Yo soy la capitana y tú, la tripulación.

- El único juego en que estoy interesado por el momento es en el fútbol, señorita Higurashi. Debo regresar a trabajar. Movamos esta batea.

Hubo una tregua no declarada. Aome le dio instrucciones para que desenrollara las velas y reajustara el foque. De pronto, advirtió una zona de borrascas sobre la masa de tierra en el horizonte. Entonces se dio cuenta de que había salido sin revisar los informes meteorológicos, pero su ego le impidió admitir que sería preferible pedir ayuda. Era un alivio tener una ayuda contra el viento proveniente de tierra que levantaba olas encrespadas en la superficie del lago.

Encendió el motor mientras Inu izaba el ancla y tomó rumbo al estadio. Aome se sentó cerca de la caña del timón guiando la embarcación hacia la costa por la ruta más directa, sin descuidar alejarse de los bancos de arena. El motor los impulsaba contra el viento, utilizando el foque para ayudarlo. Los nubarrones oscuros se arremolinaban sobre sus cabezas y Aome los miraba preocupada. No deseaba aumentar los riesgos, dejando que la tormenta los encontrara en medio del lago.

- ¿Llegarás tarde a la práctica? -preguntó.

- Probablemente -respondió él, frío, mirando el reloj.

- Lo siento. Ahora vamos a buena velocidad, no tardaremos mucho. Por cierto, tienes muchos admiradores leales.

- Sí, los Guerreros son muy afortunados. El público va a verlos llueva o truene, pierdan o ganen.

- Me refería a tus admiradores personales.

- Sé que esto puede resultarte sorprendente, señorita HIgurashi, pero algunas personas hasta piensan que soy un buen muchacho.

Ella deseó que dejara de llamarla señorita HIgurashi en ese tono condescendiente.

- Tus admiradoras me hicieron saber a las claras que no quieren que te suspendan o que te despidan, ni que seas amenazado de alguna forma.

- ¿Alguna amenaza de muerte? -preguntó, irónico.

- No tienes que desilusionarte. Si no hubiera arrancado el teléfono, estoy segura de que podría agregar eso a las llamadas obscenas. Los simpatizantes del fútbol son muy creativos. Me han dicho de todo menos linda y hasta articulaban los insultos con precisión.

Huye ante el viento |Adaptación (Inuyasha)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora