Empero, aun en esa actitud de reposo, se notaba un matiz acerado de los rasgos marcados. La luz que penetraba por el ojo de buey destacaba las formas masculinas. Aome siguió el contorno del rostro y bajó por el hombro y el biceps, maravillándose ante la proporción perfecta de los ángulos. Su mirada descansó en el tono blanco de la piel y en la mano que reposaba al descuido sobre el pecho. Dejó escapar el aliento en un largo suspiro al observar el cuerpo finamente esmerilado y el contraste del cabello plateado contra la blancura de la almohada.
Las sombras que jugaban sobre las paredes de la cabina aumentaban la fantasía de la escena. Aquí estaba el pirata de los sueños infantiles, el hombre que salvaría todos los obstáculos para levantarla en sus brazos y llevarla consigo para vivir felices para siempre. Ella ya había sido alzada en esos brazos y la experiencia no había sido desagradable. Pero ese hombre era real y no alguien creado por su imaginación.
Inuyasha levantó una pierna y desplazó la sábana que lo cubría. Como en sueños Aome observó las caderas angostas, el vello que cubría el estómago plano, afinándose y disminuyendo hasta el sitio que estaba oculto a su mirada y la atraía.
"Suficiente" se ordenó. ¿Por qué tenía que aparecer Inu y destrozar las defensas que protegían su corazón? ¿Por qué estaba allí? Temía el momento en que esos ojos duros como ágatas se abrieran y la encontraran. ¿Cómo había llegado a bordo del Adventurer? ¿Ni siquiera en el centro del lago Erie se vería libre de este hombre? ¿Por qué su cuerpo reaccionaba como si las manos bronceadas estuvieran recorriéndole la piel? Los pezones se irguieron ante estos pensamientos y Aome cruzó los brazos encima de los senos. Su única protección era reavivar la ira y quemar así el intenso dolor producido por el deseo.
Dio un paso al frente y luego otro, aturdida por la tristeza que revelaron los ojos de Inu al abrirse, pero que de inmediato mostraron una furia desconocida. Ella debía atacar para defenderse.
- ¿Qué haces aquí? Esta es una embarcación privada. ¿Cómo subiste a bordo? -exigió Aome, recordando la furia de Inuyasha en el último encuentro.
Inuyasha se sentó en la cama de un salto, golpeándose la cabeza contra un armario bajo. Maldiciendo por lo bajo, se pasó la mano por el cabello y miró a Aome.
- ¿Qué haces aquí? -repitió ella.
- ¿Eres real o es sólo otra pesadilla? -preguntó él, tratando de despabilarse-. ¡Maldición! ¡Eres real! -gruñó, recostándose en la litera y cubriéndose el rostro con el brazo como para alejar la visión.
- No has contestado a mi pregunta. ¿Cómo llegaste aquí?
- Me trajo Miroku. Los teléfonos no han dejado de sonar desde el domingo a la tarde. Necesitaba dormir y ahora te presentas tú.
Inuyasha se destapó y Aome cerró los ojos. Sin embargo, su orgullo exigió que lo enfrentara, aun a sabiendas de que su tenue equilibrio emocional no resistiría la visión de un hombre desnudo. Aliviada, comprobó que vestía pantalones de baño; pero ¡qué pantalones! De jersey azul y tiro corto, la tela modelaba su cuerpo como una piel. Aome levantó la vista y la fijó en un punto cercano al hombro, decidida a que no pudiera leer el intenso deseo en sus ojos.
Inuyasha quebró el silencio cuando terminó de apreciar el atuendo de Aome.
- ¿Dónde están mis zapatos? -refunfuñó, levantándose para buscar los jeans desteñidos. Incapaz de hablar, Aome señaló las zapatillas junto a la litera-. ¿Qué haces tú acá? -exigió él a su turno.
Aome tomó aire para renovar el interrogatorio, pero él continuó:
- Yo no sé cómo alguien tan hermoso puede causar tantos problemas -murmuró mientras se calzaba-. Desde el principio supe que serías un problema y me dejé atrapar como un tonto.
- Y si me lo hubieras advertido, no estaríamos ahora aquí -respondió Aome desdeñosa.
- ¡Esto no es ninguna broma, señora! -gritó él. Se puso de pie para cerrar el cierre de los jeans con insolencia estudiada haciendo sonrojar a Aome y continuó:
- El fútbol es mi vida. Mi pan... Mi carrera... y tú la arruinas.
- El fútbol es un deporte.
- Para los profesionales, el fútbol es un negocio. ¿No puedes entenderlo?
- Te pido disculpas. ¿Qué más puedo hacer? ¡Si hubiera sabido que estabas aquí hubiera evitado el yate como si estuviera con plaga! -Ella avanzó para golpearle el pecho con el dedo índice hasta arrinconarlo contra la cucheta.- Escúchame, cabeza dura, te hubieras librado de mí si no hubieras actuado como un pirata fanfarrón sacándome del vestuario como lo hiciste.
- ¡Un pirata! ¡Ni siquiera sé nadar! Tu imaginación te juega una mala pasada. ¿Es eso lo que esperabas? ¿Un héroe que te lleve en sus brazos?
- ¡No serás tú! No me impresiona tu machismo. Puedes sacarme de la lista de tus adoradoras.
Acicatiada por la expresión atónita de Inu, apoyó las manos sobre su pecho y lo empujó a la cama. Pero el placer de haberlo sorprendido fue fugaz. Al girar para salir de la cabina, él la tomó de la muñeca y la acostó colocando el torso encima de sus senos.
- ¡Déjame salir! Ya demostraste tu fuerza superior. ¡Déjame levantar! -Se retorció, enojada, pero sólo para comprobar que la fina tela de su bikini no resistiría esa maniobra y cesó de luchar.
- ¿Qué sucede, reina de hielo? -preguntó él-. ¿Este juego rudo es más de lo que buscabas?
- No hagas eso -rogó Aome al recibir su beso-; Inu...
Él la silenció con otro beso firme, atormentándola con la punta de la lengua.
- ¿Suben demasiado las apuestas? -murmuró él contra la suavidad de sus labios-. ¿No quieres jugar más con el pirata? Puede ser un juego muy peligroso...
Aunque el temor y el orgullo estrangulaban las palabras en la garganta de Aome, su cuerpo comenzó a reaccionar, sus caderas y sus senos se arqueaban contra la firmeza del cuerpo musculoso; sus labios, pendientes del fuego ardiente de los besos, se negaban al enojo, neutralizándolo con un dulce abandono.
Inuyasha alzó la cabeza y la soltó para enredar los dedos en los sedosos mechones que cubrían el cuello de Aome. Ella intentó leer la expresión de su mirada, pero antes de que lo lograra, besos tiernos y ligeros le recorrieron la garganta y el hueco de los hombros para regresar lentamente a los labios expectantes.
De súbito, el temor se transformó en gozo exultante. Aome permitió que sus manos recorrieran el rostro viril y se internaran en la mata de cabello plateado, ansiando ser poseída. Entonces, él se desprendió de los brazos que lo enlazaban por el cuello y la dejó caer sobre la cama, abandonándola al reino de la realidad.
- No soy demasiado bueno en esta clase de juegos que son tus predilectos. -Inu se puso de pie con la respiración entrecortada.- Este tonto cabeza dura deberá aclarar sus pensamientos. Aún me debes muchas respuestas. Pero no aquí ni ahora. Debo regresar al trabajo.
Caminó con la cabeza gacha para no golpearse contra el techo y tomó la camisa colgada. Aome no permitió que las lágrimas de frustración saltaran por última vez y al ver las lágrimas contenidas, suspiró arrepentido.
- No quise lastimarte. Lo siento. Será mejor que me marche de aquí. -Se colgó la camisa del hombro y subió la escalerilla.
Aome se enjugó las lágrimas... ¿Estaba enojado y trataba de demostrárselo con su hostilidad o lo había herido profundamente? La pregunta quedó sin respuesta.
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Huye ante el viento |Adaptación (Inuyasha)
ФанфикHacía mucho tiempo que ningún hombre la hacía sentirse como una mujer. Pero Inuyasha Taisho, el entrenador de Cleveland Warrior, amenazaba con derretir el castillo de hielo de Aome al primer encuentro. De pronto todo se iluminó entre la hermosa peri...