Una brillante limusina atravesó la comunidad de la costa del lago hasta llegar a los valles boscosos de Gate Mills. Las lujosas residencias enclavadas en las colinas y protegidas por los árboles eran la presa predilecta de los nuevos ricos, quienes disfrutaban de la belleza rústica y de la privacidad de su comunidad como otro escalón hacia el éxito.
Al subir la cuesta del acceso privado que serpenteaba entre los árboles, el chofer disminuyó la velocidad. Se detuvo frente a una moderna mansión de dos pisos y un joven de chaqueta roja avanzó hacia ellos.
- Buenas noches, señor, señorita -saludó abriendo la portezuela.
- Parece que es una gran fiesta. Inu tira la casa por la ventana -comentó Miroku al descender del auto y ofrecerle la mano a Aome, quien vaciló antes de aceptar.
Cuando Mirk la invitó a acompañarlo, Aome se había rehusado. Inu Taisho era una amenaza para la coraza de indiferencia que tan celosamente había construido. Sin embargo, no podía negar la necesidad que tenía de verlo. Por fin, había aceptado la invitación a regañadientes.
- No debí permitir que me convencieras -se quejó Aome-. No quiero venir a la casa de Inuyasha Taisho sin ser invitada personalmente.
- No seas tonta, Aome. Mi invitación dice Miroku Higurashi y compañía. Pero si temes enfrentarlo, eso es otra cosa.
- Todo esto es una pérdida de tiempo. No es posible que le pida una entrevista durante su propia fiesta.
Aome estaba inquieta; la actitud de Inu en el restaurante había herido su orgullo, dejándole una sensación de frustración.
- Si no te atreves a pedirle unos minutos de su tiempo, ¿por qué te molestas en venir?
Al no encontrar una respuesta satisfactoria, Aome frunció el ceño y cruzó el sendero de ladrillo delante de Mirk. Temía el poder que Inu tenía sobre ella, pero a pesar de eso, se sentía atraída como una mariposa por la llama ardiente.
Si no entrevistaba a Inu esta noche volvería a foja cero y tendría que concertar una cita con su secretaria. Además se vería forzada a dar su identidad, lo cual le traería problemas. De pronto, deseó poseer un mayor conocimiento de él para su propio beneficio y no para el de las lectoras de Metrowoman.
- ¿Inu organizó la fiesta? -preguntó ella cambiando de tema.
- Es la casa de Inu, pero imagino que alguien del dto de Relaciones Públicas organizó la fiesta en su nombre. Aunque el comienzo de la temporada es un acontecimiento muy importante, Inuyasha se recluiría si por él fuera. Bueno, aquí vamos.
Miroku la alentó a presionar el botón luminoso junto a la puerta de madera tallada y se oyó un campanilleo melodioso detrás del panel. Aome intentó quitar la desazón de su espíritu. Al abrirse la puerta un imponente mayordomo de frac les dio la bienvenida.
Toda la casa apareció ante la vista de los recién llegados. Una majestuosa escalera conducía a los cuartos del 1° piso. Pequeños grupos de muebles y las manchas de color de las alfombras tejidas delimitaban distintas áreas en el espacio abierto. Había gente en todas partes. Las puertas de cristal al fondo del salón permitían observar a las parejas que circulaban por la terraza y alrededor de la piscina, en el jardín trasero.
Aome estudió a las hermosas mujeres presentes y se alegró por haberse esmerado tanto en su arreglo personal.
Lo único que distinguía a éste como un grupo de atletas profesionales era la elevada estatura de sus integrantes. Sus alturas empequeñecían al salón.
- Nunca podrías suponer que éstos son los mismos muchachos que saldrán al campo de juego gruñendo y sudando, listos para aniquilar a sus adversarios durante los próximos dieciséis domingos -murmuró Miroku estudiando a la concurrencia.
Una morena deslumbrante con un adherente vestido rojo se deslizó por el salón hasta detenerse al lado de una figura familiar.
- Inuyasha Taisho sabe lo que dice al comentar que los futbolistas atraen a las mujeres -continuó Miroku.
Por un momento la mirada brillante de un par de ojos negros se clavó en los de Aome. Sólo una actriz podía llevar semejante atuendo con tal garbo, pensó Aome. La morena estudió a Aome desde los cabellos oscuros sostenidos por peinetas con brillantes, pasando por el vestido de seda morado que destacaba las curvas, hasta las sandalias de tacones altos. Pero el hombre que cautivaba a su auditorio atrajo la atención de Aome, quien no vio la mirada molesta de la mujer.
Inu gesticulaba con la mano derecha y la morena se abrazaba al brazo izquierdo, mientras las parejas a su alrededor reían de las anécdotas. La mujer acarició la mandíbula de Inu con un dedo y agregó algunas palabras a lo dicho por él. Al ver el gesto tan íntimo Aome sintió una punzada de angustia.
- Ya es hora de saludar al dueño de casa -dijo Mirk guiándola hacia el animado grupo-. ¿Estás segura de que no deseas que lo presione para que te conceda una entrevista?
- No, no lo hagas -replicó con voz tajante-. Ya soy grande. Me las arreglaré sola. Después de todo, Ayame no me golpeará si no consigo alguna nota simpática.
- Bien. Estoy más interesado en conocer a la dama que está con Inuyasha que en ayudarte en tu carrera periodística.
- Creí que Inuyasha era tu amigo.
- Lo es, pero en el amor y la guerra todo vale y esta noche creo que estoy enamorado.
- El abuelo se retorcería en su tumba si te oyera, tío Mirk -susurró ella al atravesar el salón. Sin embargo, no podía reprocharle el interés por esa mujer; era realmente deslumbrante.
- Tú no conociste al viejo y no me llames tío -le advirtió, ceñudo-. Me haces sentir como si tuviera cien años. Entrenador -llamó Mirk en una pausa de la conversación.
Inuyasha Taisho se dio vuelta al oírlo, soltando a la morena para estrechar la mano de su amigo. Se lo veía sofisticado y viril con su chaqueta oscura y una camisa blanca abierta en el cuello.
- Ya conoces a Aome, el as de las reporteras -continuó Mirk-. En cambio yo no he tenido el placer de que me presentaran a esta adorable dama. -Miroku ostentó su famosa sonrisa.
- Por supuesto, Kikyo Miko, éstos son Miroku Higurashi y Aome.
Las dos mujeres se saludaron con un gesto. Miroku tomó la mano de Kikyo y la llevó a sus labios.
- Le aseguro, señorita Miko, que estoy encantado.
La mirada que la dama destinó a Mirk era empalagosa. Aome podía comprender su interés. Su tío se veía jovial y buen mozo con su chaqueta azul marino, el suéter de cuello alto y los pantalones grises.
- Ahora sé por qué eras un zaguero tan rudo en Michigan, Mirk. No dejas pasar nada, incluyendo a las mujeres hermosas -se mofó Inu-. Me alegra que vinieras.
Inuyasha hizo una seña al camarero para que sirviera bebidas a los recién llegados, y mientras sorbía la cerveza examinó a Aome con admiración. El camarero presentó una bandeja cubierta de copas de cristal centelleante llenas de champagne.
- Esta noche se ve adorable, Aome. Espero que se haya repuesto por completo.
- Gozo de perfecta salud, gracias, señor Taisho. Es una fiesta encantadora -replicó ella luego de tomar una copa de la bandeja y sorber el champagne.
Inuyasha continuó observándola y ella encontró difícil determinar qué era más embriagante si el vino o su mirada.
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Huye ante el viento |Adaptación (Inuyasha)
ФанфикHacía mucho tiempo que ningún hombre la hacía sentirse como una mujer. Pero Inuyasha Taisho, el entrenador de Cleveland Warrior, amenazaba con derretir el castillo de hielo de Aome al primer encuentro. De pronto todo se iluminó entre la hermosa peri...