Capítulo 12

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¿Cuánto tiempo había pasado desde que Sango y Miroku la dejaran en el tranquilo salón del nivel superior del vestíbulo? ¿Horas o minutos? Alisó con la mano la falda del vestido morado que ya había usado la noche en que Inu le diera la fiesta. Sabía que Inuyasha lo encontraba atractivo y ella necesitaba la seguridad que le brindaba sentirse hermosa.

Cuando Mirk y Sango la invitaron a acompañarlos a dar un paseo después de la cena, ella se animó a decirles que esperaba ver a Inu. Mirk había sonreído sin decir nada, dejando que tomara sus propias decisiones sobre Inuyasha Taisho. Ahora estaba sentada, mirando la copa que hacía girar en la mano. Ya era tarde y decidió terminar el vino para ir a su cuarto y tratar de superar la soledad de la noche y los infinitos mañanas que tenía por delante. Los sonidos y las voces flotaban a su alrededor y un piano sonaba suavemente en algún lugar.

Aome se relajó en el cómodo sillón mullido. El vino la ayudaba a que los minutos pasaran con más facilidad. Desde su rincón podía ver las idas y venidas de los huéspedes del hotel. Sin embargo, ninguno era el hombre que esperaba. Al levantar la copa para tomar otro sorbo, unas voces masculinas llamaron su atención. Un grupo de Guerreros se dirigían a sus cuartos. Bankotsu y Koga estaban entre ellos. Los dos hombres parecían tener una diferencia de opinión. Bankotsu tironeaba del brazo a Koga, sacándolo del salón, pero el jugador estaba decidido a quedarse. Con un movimiento rápido se libró de su amigo y se encaminó con gracia felina a la mesa de Aome.

- Buenas noches -dijo-. ¿Qué hace una joven linda como usted en un lugar como éste?

- Esa es una frase muy gastada -replicó Aome, aliviada por tener una excusa para permanecer allí un rato más.

- Todavía surte efecto. Realmente detesto ver a una mujer hermosa sin compañía -explicó él, con tono aterciopelado. Koga se sentó a su lado y se reclinó contra el respaldo para observarla con detenimiento.

- La dama parece tener algo en su mente, ¿no es así? -continuó.

Aome no deseaba contestar la pregunta y preguntó:

- ¿No tienen un toque de queda? Lo vi con Bankotsu y los otros...

- War es mi compañero de cuarto cuando viajamos. Ya debe estar profundamente dormido. El viejo War jamás le da un minuto de preocupación al entrenador. Hasta sueña con el fútbol. Yo, por el otro lado... A mí me gustan todos los deportes de contacto. Bankotsu está ocupadísimo tratando de mantenerme a raya.

- Me imagino que es un trabajo muy arduo, señor Wolf -replicó ella tensa.

Una sonrisa jugueteó en los labios del jugador.

- La dama tomará otro igual y yo agua mineral -dijo Koga a la camarera que se acercó a la mesa.

- De inmediato -garantizó la camarera, sonriendo a Koga.

- ¿Todavía sigue entrevistando a los jugadores de fútbol?

- No. No trabajo más para el Shikonpress.

- Es una lástima. Yo esperaba encontrar un lugar tranquilo para conversar. Podría contarle sobre los otros deportes que alegran mi vida. Una especie de entrevista exclusiva.

- Señor Wolf, siempre he creído que la mayoría de los atletas no se entregaban... a deportes de contacto extracurriculares... antes de un partido.

- Algunas reglas parecen pedir a gritos que las quebremos. No puedo pensar en nadie mejor para quebrarlas que no sea usted.

La camarera depositó las copas sobre la mesa y se alejó.

- Me imagino que su entrenador estará en desacuerdo con usted -declaró Aome, tajante.

- El entrenador no está aquí en este momento. Ha estado inaguantable en las últimas semanas, pero alguien le puso un aguijón debajo de la montura hoy por la tarde.

Algo mareada, Aome trató de calcular cuántas copas de vino había tomado. Comenzaba a sentirse aturdida y comprendió qué era lo que había estado buscando.

- El entrenador no es tan malo como los jugadores veteranos -comentó Koga, entusiasmado con el tema-. Ellos creen que el sexo antes de un partido puede debilitar las piernas. Yo tengo suficiente energía para el partido y las... actividades previas... digamos. -Se inclinó hacia ella sonriendo sensual.- Siempre puedo levantarme para jugar un partido.

Aome estudió al joven arrogante por encima de la copa.

- No busco ninguna clase de actividad pre partido, señor Wolf. ¿Parezco una mujer de esa clase?

- Parece una mujer solitaria que bien podría necesitar un amigo. -Él le tomó la mano.

- No, Koga. -Aome dejó la copa sobre la mesa. Su soledad era mucho más dura de sobrellevar que este crudo intento por conquistarla.- Di buenas noches, Koga.

- Puedo ser un excelente oyente -la persuadió él, tomándole la otra mano.

"Buenas manos, ésa debe ser una característica de los receptores" pensó ella. Su mente era un torbellino de vino y fatiga, pero repitió con firmeza:

- Di buenas noches, Koga.

- Buenas noches, Koga -repitió él, obediente.

Ella rió a pesar de su disgusto con el joven insistente. Él también reía, mostrando sus dientes blancos que contrastaban con el rostro bronceado, cuando de pronto, se enderezó y le soltó las manos.

- ¡Entrenador! -Koga miró las facciones rígidas del hombre que estaba de pie a su lado.

Aome giró la cabeza y descubrió que Inu la observaba airado. Se sintió decepcionada. ¿Cómo le hablaría allí? ¿Cómo decirle lo mucho que lo extrañaba? Él era como una torre inexpugnable, con las mandíbulas tan rígidas que hasta creyó oír el rechinar de los dientes. No podía enfrentar su furia otra vez. ¿Cómo podía decirle los pensamientos que poblaban su mente en un lugar público?

- Koga -dijo Inu, con voz serena-, si puedes desprenderte de tu compañera, sugiero que des por terminada tu jornada.

- Yo también creo que daré por terminada la mía, caballeros. Es muy tarde -agregó Aome, deseando escapar de la ira que bullía bajo la calma exterior de Inu-. Buenas noches, señor Taisho.

Aome pensó que Inu iba a hablar y esperó una fracción de segundo, pero Koga tomó la iniciativa.

- Te acompañaré hasta el ascensor, Aome. -Y le ofreció la mano para ayudarla a ponerse de pie.

Inu dio un paso atrás sin hacer ningún comentario mientras caminaban por el salón hacia el ascensor. La puerta se cerró y Aome dejó de ver la mirada acusadora de Inuyasha para enfrentar a Koga.

Él dejó escapar el aire de los pulmones en una ráfaga, observándola incrédulo.

- ¡Eres tú! -dijo él, meneando la cabeza-. Tú eres el aguijón debajo de la montura del entrenador. ¡Maldición! Todo lo que puedo decir es que será mejor que mañana juegue endiabladamente bien.

- Entonces, necesitarás todas tus energías.

- Fui afortunado de escapar de Taisho con vida. -La miró cauteloso, como si ella fuera un demonio.- Él pedirá mi pellejo por esto.

Las puertas del ascensor se abrieron y Aome salió.

- Buena suerte para mañana, Koga. Iré a verte.

- Sí, y también lo hará el entrenador -dijo él, contrito, antes de que se cerraran las puertas y el ascensor siguiera su camino.

Huye ante el viento |Adaptación (Inuyasha)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora