Capítulo 6.3

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¿Llamaría de nuevo? ¿Habría otras llamadas semejantes? Las palabras retumbaban en su cerebro. ¡Eran tan iguales a las que le repitiera tantas veces Hojo, que se sintió morir!

"Lo arruinaste para nosotros, Aome. Eres una mujer fría y egoista, incapaz de entregarte a tu marido... Lo arruinaste todo para nosotros... Lo arruinaste todo..." y ella le había creído.

Su mano continuaba sobre el teléfono cuando volvió a sonar. Sin pensarlo, arrojó el aparato al suelo y se dejó caer sobre el sofá. "Estoy pagando", pensó tomándose la cabeza con las manos.

Parecía una eternidad desde que fuera a vivir con Akitoki. Durante un tiempo creyó que era feliz y trató de satisfacer sus exigencias, pero jamás lo logró. Akitoki pareció conformarse con probar sus fuerzas en escalar posiciones en la Corporación Higurashi, pero al ver su fracaso, los ataques verbales contra Aome recrudecieron con mayor maldad. Su resentimiento se profundizó debido a los diferentes caminos que tomaron sus existencias. La de Hojo se paralizó mientras la de ella estaba plagada de exhibiciones, críticas brillantes y ventas que aumentaban a pasos agigantados. Todo esto alimentó la envidia de su marido, quien comenzó a vivir un ciclo de derrotas. Cuanto más avanzaba Aome en su carrera, más fracasaba su matrimonio. En esta posición insostenible, ella bailaba como un gato sobre un tejado de cinc caliente. Sin poder ganar terreno, pero resbalándose cada vez más.

Y Akitoki sabía cómo presionarla, reconoció ella triste. La insultaba en cada oportunidad que se le presentaba. Culpaba al padre de Aome de minar su posición, esperando probar que él, Akitoki Hojo, no era bueno para su hija. Ella había tratado de calmarlo con promesas de lealtad, pero había sido en vano. Las agresiones privadas habían sido las peores.

"Aome, me humillas en la forma más elemental", repetía una y otra vez. "Hasta me has negado un hijo."

Para entonces, ella no podía negar el rechazo instintivo hacia él y Hojo contribuía culpándola de sus propios errores.

Aome se encontraba al borde del colapso y cuando Akitoki pidió el divorcio y la demandó, exigiéndole dinero y exhibiendo el caso ante la opinión pública, no le quedaban fuerzas para luchar contra él. Hojo la acusó de haberlo privado de sus "derechos básicos", impidiéndole la elección de una carrera y negándole los hijos. La noticia fue impactante. La exigencia de una pensión al marido fue un hito legal en el estado, que aceleró los latidos de la prensa hambrienta de noticias.

Aome se levantó del sofá y descorrió las cortinas del ventanal. El revuelo de los recuerdos sepultados la hizo estremecer. Volvió a tenderse en el sofá y se cubrió con un cobertor. Sin embargo, estaba demasiado inquieta para dormir. El espectáculo público que dieran Hojo y sus abogados de la Costa Este, volvió a su mente.

Aome había resultado culpable de los cargos y pagó un arreglo de cerca de un cuarto de millón de dólares. Afortunadamente, su padre la había ayudado con un préstamo, pero había quedado casi en la ruina. Había pagado, pero ¿quién pagaría los daños y perjuicios a su vida y su carrera? ¿Quién cerraría sus heridas y calmaría sus temores?

Nadie la había protegido, nadie podía eliminar sus dudas. Ansiaba amar, pero era incapaz de hacerlo, quería ser amada, pero, de alguna manera, alejaba al hombre que más deseaba. Se hundió aun más en los almohadones, arrebujándose en el cobertor, con ojos insomnes vio morir el fuego y por fin, al sol naciente reptando dentro del cuarto.

***

- Mirk, debo hacer algo -informó Aome, mientras caminaba por la oficina de su tío-. Quiero que esto se olvide y se solucione antes del regreso de mis padres. Y antes de que yo pierda la cabeza.

Miroku se arrellenó en el sillón y observó a la joven desconsolada frente a él. Grandes y oscuras ojeras circundaban los ojos oscuros y tenía los hombros caídos por el cansancio.

- Esas amenazas telefónicas, por lo general, son inofensivas -comentó Mirk, consolándola-. ¿Desearías quedarte en mi casa por algunos días o regresar a Waite Hills?

- No, debo hacer algo para terminar con esto y pronto.

- Hay sólo una cosa que podría detener esto de inmediato y no te agradará. Puedes hacer una declaración pública, diciendo que te desmayaste y que Inuyasha sólo decía la verdad.

- ¡No puedo! -exclamó Aome, encaminándose a la ventana.

- Inu no te sacó de allí porque eras reportera; lo hizo porque está interesado en ti. Todo esto ha sido una farsa; los motivos son oscuros. Me sorprende que hayas permitido que te involucraran. -Al ver la expresión de Aome, suavizó el tono de su voz.- Era sólo una sugerencia, cariño. Inu es el que sufrirá más. Unos cuantos partidos más como el de ayer y su carrera estará en problemas. Tú puedes detener esto de una vez por todas. ¿Acaso pesarán tanto en tu conciencia unas pocas mentiras inocentes?

- No es eso. No creo poder enfrentar a las cámaras otra vez, no lo soportaría. -Aome se aferró a los pesados cortinados.- No estabas acá y no sabes lo difíciles que fueron las audiencias en la corte. La prensa, los interrogatorios, las insinuaciones, las cámaras...

- Sólo fue una sugerencia, Aome. De todos modos, te lo exiges a ti misma, aunque no lo admitas.

- Lo sé. No puedo permitir que Inuyasha pierda su empleo por ser galante. -Ella enfrentó la mirada de Miroku con una débil sonrisa.- ¿Suena eso como proveniente de una mujer liberada? Yo deseaba desaparecer de ese vestuario y él sólo cumplió mi deseo.

Miroku observó la expresión de su sobrina con curiosidad.

- ¿Declararás eso? ¿Lo que te dije?

- Sí. ¿Harás todos los arreglos? Deseo que todo termine cuanto antes.

- ¿Qué te parece mañana por la mañana?

Aome asintió.

- Escribiré una declaración para leer. No deseo responder a ninguna pregunta y tampoco enfrentarme con el entrenador Taisho.

- El Shikonpress exige una disculpa pública de su parte.

- ¡No! No quiero eso.

- Él no se presta a hacer ningún comentario y probablemente, no los hará hasta después de la práctica de mañana a la tarde. -Viendo que Aome estaba exhausta, la acompañó hasta la puerta de la oficina.- Descansa un poco, querida. Yo me encargaré de todo. Arreglaré que esté presente un vocero del equipo y por supuesto, los dueños. La Corporación Higurashi tiene muchos intereses allí, cariño. Enviaré un auto por ti.

Huye ante el viento |Adaptación (Inuyasha)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora