[ diez ]

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Me desperté a causa del maldito despertador que Ulises me había obligado a tener. Giré sobre el colchón y estiré mi mano para apagarlo. Volví a girar para mirar al techo. Mi cabeza se estaba partiendo, si no me equivoco logré dormir lo mismo que nada. Toda la noche mi conciencia se encargó de que mi persona se sintiera verdaderamente mal.
Me levanté y me dirigí al baño. Me di una ducha rápida y salí para cambiarme. Tomé un poco de café y salí en mi moto para otro maldito día en ese infierno. Recordé que hoy es la maldita fiesta de mi padre. ¡Demonios, nada podía ser peor!
Llegué y me encontré con Silverio y Ulises esperándome para entrar. Sin quitarme los anteojos me acerque a el. Gil me miró bien.

-Uuuuh, esa es cara de haber tenido mala pasada -aseguró Gil.

-Te equivocas Silverio, esa es cara de no haber llegado a nada -dijo Ulises.

Me quité los anteojos y los miré asesinamente, para luego gruñirles por lo bajo. No estaba de humor para soportar sus teorías y burlas.

-Creo que si las miradas mataran, ya estaríamos muertos Ulises -dijo Silverio.

Los volví a fulminar con la mirada. Maldito si seguía provocándome no iba a terminar bien. Ulises se acercó a él y colocó una de sus manos sobre su hombro. Comenzamos a caminar hacia las malditas clases, me adelante un poco, pero podía escucharlos perfectamente.

-Amigo, ¿recuerdas que Claudio perteneció al equipo de lucha en la secundaria? -le preguntó Ulises por lo bajo.

-Si -se limitó a decir Gil.

-También, ¿recuerdas cuando peleaba en los bares? -

-Aja -respondió Silverio.

- ¿Y recuerdas que peleó con Oscar y lo venció limpiamente? -
Giré un poco la cabeza para mirarlos y Silverio miró nervioso a Ulises.

-Si, lo recuerdo. -

-Entonces no insistamos más, ciertamente no somos Oscar. No creo que tengamos tanta suerte si continuamos -dijo él.

Llegamos al salón y era una de las pocas veces en las que llegábamos temprano.
Miré a mí alrededor y Kate no estaba. Gracias a dios no estaba. Me senté en la última fila y logré hacer que mi cabeza se fuera de aquel lugar. La clase de Historia Universal comenzó, era tan tediosa aquella clase.
La puerta del salón se abrió y ella entró. Me senté derecho para mirarla, y a mi cabeza vino lo de ayer. Habérmela imaginado mientras estaba con otra era algo poco común en mí.

-Lo siento, se me ha hecho tarde -se disculpó.
La profesora la disculpó y ella miró a su alrededor para buscar un asiento. Él único lugar que quedaba era el que estaba a mi lado. Intentó buscar otro lugar, pero nada la salvaría de sentarse conmigo. Se acercó y con cuidado se sentó.

-Buen día -me saludó por lo bajo.

-Ojala pudiera decir lo mismo -le dije. Se giró a verme.

-Uuuuh, ¿no dormiste bien anoche? -me preguntó.

-Exacto -dije.

Ella sacó un cuaderno y comenzó a escribir lo que la profesora estaba diciendo. Miré con detenimiento cada movimiento que hacía su nariz al escribir. Llevó la punta de su lapicero a su boca para morder levemente la punta.
¡Oh dios, yo tengo que hacer algo para poder estar con esta chica!

Se giró a verme, y me encontró mirándola fijamente.
- ¿Qué sucede? -me preguntó.

-Nada, solo te miraba -contesté.

-Después puedo prestarte un poco de tapa ojeras, si quieres -me dijo algo divertida.

-Oh, que considerada que eres cariño. -

peligrosa obsesión; claumilia [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora