[ veintinueve ]

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No podía creer lo que Anna me estaba diciendo. Silverio no pudo haber hecho una estupidez como esa.

-Si, ya tenemos una parejita formada, ¿no son lindos? -me preguntó ella.

-Tengo que hablar con Silverio, estoy completamente seguro de que tú me estas mintiendo.

-No, no te estoy mintiendo, ¿Por qué lo haría?

-Porque eres... una...

- ¿Una que tonto? Yo no soy nada, y si no me crees llámalo y verás que tengo razón.

- ¡Eso mismo haré!

- ¡Perfecto! ¡Adiós!

- ¡Adiós! ¡Y no llegues muy tarde! -le seguí gritando

-¡Está bien! ¡Cuídate! -utilizó el mismo tono que yo.
Colgó el teléfono y no pudo evitar reír. Anna siempre encontraba la forma de hacerme reír, hasta en el momento menos pensado.
Como dije que iba a hacerlo, llamé a Silverio y lo llené de preguntas. Al final, lo que mi loca prima dijo era verdad. Uno de mis mejores amigos estaba de novio.
¿Entienden eso? ¡DE NOVIO! Y es más, de novio con un angelito diabólico. Pobre de él, el mini infierno que lo espera.

Al día siguiente me levanté con tiempo de sobra para ducharme y desayunar. El maldito lunes ya había llegado, y con él un nuevo comienzo de semana.
Salí de mi departamento y me estaba por prender un cigarrillo. Pero me detuve al recordarla.

-No vuelvan a fumar sin antes haber desayunado...
Como si ella estuviera por ahí, guardé el cigarrillo en la caja y me subí a mi moto para llegar al purgatorio, o sea a la Universidad. Divisé a mis amigos y me acerqué a ellos.

- ¿Cómo están? -les pregunté.

-Mejor que tú -dijo Ulises.

- ¿Por qué? -dije sin entender.

-Por tu cara -me dijo Gil -Tienes cara de estar muy perturbado...

-No, estoy bien. No tengo nada -dije.
Aunque ellos tenían razón, ayer había estado demasiado preocupado y pensando demasiado en Emilia. Tal vez yo no me sentía tan así, pero mi rostro demostraba lo contrario.
Divisamos como dos chicas llegaban a las risas. Eran Romina y Anna. Los ojos de Silverio se iluminaron y su cara de idiota apareció de inmediato. La diminuta de anteojos y ojos rojizos se sonrojo un poco al verlo. ¡Oh dios santo, esto era demasiado cursi!
Silverio se acercó a ella y la besó cortamente en los labios.

-Buen día bonita-la saludó.

-Buenos días bonito-le dijo dulce.

- ¿Ya dejaron la cursilería? -les pregunté. Anna rió divertida.

-Te mata la envidia -me dijo mi castaña prima.

-Si no sabes, estoy muriendo -dije irónico.
Todos rieron y comenzamos a caminar para entrar. Miré para mis costados y me faltaba Emilia. Me faltaba ella...
Llegamos al salón. Romina se fue para su clase avanzada y nosotros cuatro entramos. Nos acomodamos y luego de unos minutos el profesor entró. El profesor de estadística era el hombre más sucio y ordinario que alguna vez yo haya visto en mi vida. De verdad era repugnante. La clase comenzó y traté de concentrar mi atención en otra cosa. No estaba Emilia para molestarla, así que me quedaba Anna para hacerlo. Pero no era lo mismo molestar a mi prima, que molestar a Emilia.

peligrosa obsesión; claumilia [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora