—¿Qué sucede? —preguntó Silverio mientras íbamos al estacionamiento.
Habíamos tenido un día largo, por lo menos yo. Después del taller de música no había vuelto a tener oportunidad de hablar con la nueva, así que lo dejé pasar y me reuní con los chicos.
En el camino quedé con la chica de esta semana. Al parecer la nueva será la de la siguiente semana, para mi suerte todavía hay chicas que no le temen a Antonia y sus amenazas.—Nada —afirmé desconcertado por su pregunta —¿Por qué lo dices? –
—Tienes cara de estar concentrado y molesto por algo— aseguró Ulises mientras dejaba salir el humo del cigarro. Solté una sonora carcajada.
—Es solo que Antonia me revienta —mentí. El recuerdo de mi madre me había estado persiguiendo desde la clase de baile con Emilia —No sé cómo pude ser capaz de relacionarme con ella —dije. En ese momento Antonia pasó por el estacionamiento, se volteó y a pesar de todo me saludó agitando su mano derecha. Y en ese preciso instante una brisa sopló levantándole la falda. —Esta bien, tengo una breve noción del porque —terminé aceptando al ver sus piernas
—Me das asco, amigo —dijo Silverio —Tú no discriminas a ninguna —me acusó y yo absorbí un poco de mi cigarro.
—Es la envidia la que te hace hablar —le afirmé.
No —intervino Ulises —Esta vez tengo que estar de acuerdo con Silverio, no conoces de límites Claudio. Uno de estos días alguien te dará una lección —dijo como abuelito. Yo solo revoleé los ojos y lo dejé pasar.
—Pero mientras tanto, soy feliz con mis conquistas —repuse con una sonrisa de autosuficiencia.
—¿En verdad lo eres? —preguntó Silverio con cara de preocupación y alzando una ceja.
—Por supuesto —afirmé —¿Acaso tú no lo eres? —le devolví la pregunta. Él solo se encogió de hombros.
—Ciertamente, me gustaría estabilizarme un poco —confesó y yo no pude más que quedarme callado.
—Es cierto —le siguió Ulises —Esto ya empieza a aburrirme —confesó encogiéndose de hombros. Trague saliva
—¿Bromean cierto? —Dije con temor a perder a mis amigos, y ellos solamente soltaron una risitas maquiavélicas —¡Son unos idiotas! —les dije.
—¡Debiste haber visto tu cara! —exclamó Silverio en medio de una sonora carcajada.
Pero mi mirada se distrajo al ver a mi nueva compañera cruzando el estacionamiento. La miré bien, ella se subió a un auto plateado del cual no pude ver el conductor. Pero no tardé en reconocer el vehículo. Tan seguro como que el cielo es azul estoy seguro que ese auto es de Kevin Gomez. El tipo que cursa la carrera de arquitectura.
—Mejor aún, deberías ver tu cara de ahora —demandó Ulises —Te has puesto morado deberías, respirar con más naturalidad. Te recomiendo el yoga —solo gruñí.
—¿No te gusta que se te adelanten, no? —dijo Silverio mirando el auto que yo miraba.
—No —gruñí una vez más sintiéndome descubierto por mis amigos. Luego absorbí un poco más del cigarrillo y lo arrojé. Me monté en la moto —Pero igual tengo a muchas otras esperando —
—¡Así se habla! —exclamó Silverio contento.
—Me agradas cuando eres así de optimista —declaró Silverio. Ellos también subieron a sus vehículos y salimos del estacionamiento.
Esta noche decidimos salir al bar de siempre. Aunque Ulises se puso renuente al principio por el hecho de que mañana teníamos clases.
Eran cerca de las 11:36 p. m. yo aun quería tomarme unos tragos más y seguir jugando al pool con Silverio, pero la sensatez de Ulises estaba por mandarnos a casa en cualquier momento.
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peligrosa obsesión; claumilia [EN EDICIÓN]
FanfictionElla simplemente quiere volverme loco, ella simplemente llegó para acabar conmigo o tal vez para salvarme. adaptación