[ diecinueve ]

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Miré a Emilia y luego miré a Antonia que esperaba una respuesta de mi parte.

-Vamos Meyer, dile -me insistió Emilia.

-Espera un segundo Antonia -le dije y tomé el brazo de Emilia para jalarla hacia mí y chocar su boca contra la mía.
Mis ojos estaban abiertos, al igual que los de ella, pero al iniciar un movimiento sobre sus labios mis ojos se cerraron, otra vez. ¿Por qué? No lo sé.
Ella no hacía nada, ni siquiera movía los labios. Hasta que casi la obligué a hacerlo, cuando con cuidado mordí su labio inferior. Entonces sentí esa deseada respuesta. Sonreí sobre su boca, para luego volver a ser serio en aquel beso. Subí mi mano que estaba en su brazo a su nuca, para acercarla un poco más. Ella apoyó sus dos manos sobre mi pecho, era como si intentara alejarse, pero algo en ella se lo impedía. Rocé la punta de mi lengua con la de ella. Obteniendo más sabor de su dulce boca. Finalicé volviendo a morder levemente su labio, para luego alejarme despacio. Abrí mis ojos para mirarla.
Sus ojos se abrieron despacio e intentó hablar, pero las palabras no salieron de su boca. Giré para mirar a Antonia que estaba tan roja como un tomate, y parecía que su quijada iba a tocar el suelo.

-Yo... -dijo Emilia.

-Antonia, si eres tan amable ¿podrías dejar de irritar a Emilia? La pones de mal humor y eso me pone de mal humor a mí. Porque después me cuesta un poco más llegar a la habitación, ¿me entiendes?
Hizo un sonido indignado y salió rápidamente de allí. Emilia se giró a verme.

- ¿Por qué hiciste eso? -me preguntó algo agitada. La miré y sonreí levemente.

-Ya te la he sacado de encima, cariño -dije.
Pestañeó varias veces de forma nerviosa y sacó su mirada de mí.

-No era lo que estaba pensando, pero al parecer funcionó... por ahora -dijo ella. Con decisión fijo su mirada en la mía -Que sea la última vez Meyer.

-De ninguna manera, cuando te moleste avísame Emi. Yo vendré a besarte las veces que sea necesario -le dije.

-Eres tan infantil -me acusó y salió de allí chocando un poco con Ulises y Silverio -Lo siento.
Los chicos miraron como se fue, y luego volvieron su vista a mí.

- ¿Desde cuándo están ahí? -les pregunté.

-Desde que colocaste tu mano en su nuca para acercarla más a ti -contestó Silverio.

-Bien, estas bien Claudio -dijo Ulises mientras ambos se acercaban a mí.
Los miré consecutivamente.

-La... la tengo comiendo de la palma de mi mano. Pronto la tendré en la cama, pero por ahora me conformo manejándola de este modo -dije algo nervioso.
Ambos sonrieron cómplices.

-Creo que a nuestro pequeño saltamontes le está costando un poco aceptar que Emilia le gusta más de lo que él cree -dijo Silverio.

-Estas en lo correcto mi querido Gil, me parece que no lo está queriendo ver -agregó Ulises.

-Vamos muchachos, ¿Acaso no me conocen? -les dije mientras comenzaba a caminar para salir del salón. Ellos caminaron detrás de mí -Yo solo la quiero para una noche, y punto.

-Creo que tendríamos que grabarte la próxima vez que la beses. Tú nunca besaste así a ninguna, te lo puedo asegurar -me dijo Gil.
Lo miré un poco asustado. Él solo estaba jugando conmigo, yo siempre beso a todas de la misma manera. Aunque, debo admitir que mis ojos se cierran cuando la beso...

-Puras patrañas -aseguré un tanto nervioso -Tal vez sea porque ella si sabe besar.

-O porque realmente te gusta besarla -dijo Ulises.

-Ya cállense, y dejen de decir tonterías -les dije firme.
Ambos rieron y entramos en la cafetería del lugar. Divisé a Emilia sentada con la chica de los ante ojitos.

peligrosa obsesión; claumilia [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora