[ cincuenta y ocho ]

1.4K 84 15
                                    

Una semana pasó más que volando para mí. Pude ver el cambio que se había provocado en mi vida. Y aun estoy sin poder creerlo.
Encontré a mi madre, tengo una hermana, descubrí más cosas sobre mi padre, le dije a otro hombre que lo quería como a mi padre.
Acepté que amo a alguien, le dije que la amaba, ella me lo dijo a mí. Me presenté frente a mis suegros. Ellos terminaron volviendo a su amor.
Ulises y Anna oficializaron y ahora todos somos parejas. Silverio y Romina tuvieron su primera pelea y estuvieron unos días distanciados pero luego se arreglaron con un poco de cursilería.
Y que decir de Emilia y yo. Nunca pensé que una relación podía ser tan linda, tan liberal y tan placentera. Ella es fantástica. Una compañera ideal, una amiga que me escucha, que me entiende, que está ahí y no me deja solo.
Bernie, no volvió a aparecer. No sé nada de él desde la última vez que estuvo en casa. Tampoco es que me interesa saberlo.

—¿En qué piensas? —me preguntó ella sentándose en mi regazo.

—Estaba pensando en ti —le dije y coloqué mis brazos alrededor de su cintura.
Sonrió y se acercó a mí para acariciar mi nariz con la suya.

—Te extrañe en Historia Universal —me dijo.

—¿A si? —dije cerrando los ojos mientras sentía su cercanía.

—Mucho —susurró.
Estábamos en la hora del almuerzo en la Universidad y hace dos clases que no nos vemos ya que tenemos algunas clases distintas.

—¿Puede ser que haya un momento del día en el que no los encontremos juntos? —escuchamos que Ulises hablaba. Emilia sonrió, me besó cortamente, y se giró a verlo.

—¿Qué pasa Ulises? ¿Estás celoso de que ahora Meyer solo piensa en mí? —le preguntó ella.

—Mírala a la niña —dijo Silverio mientras se sentaba —¿Ahora eres chistosita como tu novio?

—Un poco —dijo ella.

—Por su culpa ahora Claudio no nos da ni la hora —Ulises le dijo a Silverio mientras también se sentaba.

—Pues a mí me da mucho más que eso —le dijo Emilia. Reí por lo bajo al ver el rostro de mis amigos.

—Por dios, ya la ha pervertido completamente —dijo Silverio sin poder creerlo.

—Pobre Emilia, pobre Emilia —dijo Ulises negando con la cabeza levemente.

—Ya, ya —les dije a ambos —Ella solo está bromeando con ustedes par de tontos.

—Eres un mal novio. Mira lo que le has hecho a la pobre —me acusó Silverio.

—Es cierto... ella ya no es la misma de antes. Todo es tu culpa – me dijo Ulises.

—Deberíamos de decirles a las chicas —dijo Silverio.
Anna y Romina llegaron a la mesa y se sentaron al lado de sus respectivos novios.

—¿Qué hacían? —preguntó Romina.

—Escuchábamos las barbaridades que Emilia ha aprendido de Claudio —le dijo Silverio.

—¿Acaso ustedes creen que Emilia lo aprendió de Claudio? No, están equivocados. Ella siempre fue así. Lo que pasa es que ahora tiene a alguien que la estimula un poco más —dijo Anna.

—Oye —se quejó Emilia.
Todos reímos y almorzamos entre risas y anécdotas. Sentí la mirada de alguien sobre mí. Giré mi cabeza para ver y era Antonia la que nos miraba.
Sonrió como si supiera que algo pasaría. Les dijo algo a sus amigas y todas rieron.
Negué con la cabeza y dejé de mirarla.

—Mi amor, ¿vamos a caminar un poco? —le dije. Ella me miró y se puso de pie.

—Vamos —dijo y me dio la mano. La tomé y me puse de pie.

peligrosa obsesión; claumilia [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora