epílogo;

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Abrí un ojo al escuchar un ruido proveniente de afuera de la habitación. Frunciendo el ceño abrí el otro y me quedé quieto en medio de la gran cama. Giré mi cabeza para mirar al costado de mí y estaba vacía, ella no estaba.

—Stephan, mi vida, ven aquí. Te dije que no corras más cerca de las escaleras... vas a caerte, corazón. Y no quiero que eso pase. —escuché su dulce voz, esa era su manera de regañarlo. Ya le dije un millón de veces que así, él seguiría siendo un rebelde.

—No lo volveré a hacer, mami —dijo él. Sonreí levemente, era un pequeño demonio.

—Rhian, mi amor, ¿puedes pasarme tu camiseta? —escuché unos pequeños pasos que pasaban por delante de la puerta.

—Aquí tienes mamá —dijo él y volví a escuchar sus pasos.

—Martina, mi cielo, ¿ya estas lista? —preguntó Emilia.

— ¿Dónde está mi muñeca, mami? —preguntó con voz preocupada.

— ¿Te fijaste debajo de la cama? —dijo su madre.

— ¡Aquí esta! —dijo contenta.

—Bueno, ¿ya están listos? —les preguntó.

—Casi —dijo Rhian.

— ¿Por qué se están poniendo tan lindos? —dijo Emilia.

—Lo que pasa es que queremos impresionar a la maestra de natación —contestó Stephan. Reí por lo bajo.

—Con que eso es —dijo ella sin poder creerlo —Ustedes dos son terribles, no puedo creerlo.

—Ya mamá, tranquila —la calmó el pasivo y a la vez seductor Stephan—Sabes perfectamente que tú eres nuestra favorita.

—Él tiene razón, ma —lo siguió mi otro pequeño galán —Tú eres la dueña de nuestros corazones. Las demás nada significan.

—Ay por dios —dijo ella divertida — ¿De dónde habrán sacado ustedes dos esa manía de comprarme?

—Tenemos un buen maestro —aseguró Rhian divertido.

—Ya lo creo —dijo ella.

— ¿Papá no irá a trabajar hoy, ma? —preguntó Stephan.

—Papi está de vacaciones... hoy comienzan —contestó ella —Vayan bajando que el desayuno está listo. Mientras yo termino de peinar a su hermana. Ellos dos bajaron las escaleras. —Hija, ven al baño.

—Voy.

— ¿Estás contenta de empezar la escuela? —le preguntó.

—Sí, pero tengo miedo —dijo ella.

— ¿Miedo, mi cielo? ¿De qué?

— ¿Qué pasa si me pierdo? ¿Cómo voy a volver? —dijo preocupada.

—Tus hermanos van a cuidarte, no tienes que temer de nada princesa mía —la calmó Emilia.

—No lo creo, ellos se la pasan babeando por la maestra de natación. Son unos bobos.

—Te van a cuidar, yo lo sé —dijo divertida su madre. Sonreí con ternura, mi pequeña es tan hermosa. Tan hermosa como su madre es una copia exacta de Emilia, a diferencia que tiene mis ojos. Con cinco años de edad ya es toda una mujer. Mientras que mis dos muchachitos son iguales a mí, con los bellos ojos de su madre. Stephan y Rhian son gemelos y por ende, inseparables. Siete años de pura destrucción masiva... pero ¿Qué sería de mi vida sin ellos? Y ¿Qué puedo decir de la mujer que cambio mi vida por completo? Pasaron 10 años, y aun la sigo amando con la misma pasión de cuando teníamos 19. Recuerdo como si fuera ayer cuando llegó corriendo a la Universidad con los ojos llenos de lágrimas y temblando asustada, para decirme que estaba embarazada. En ese entonces yo acababa de cumplir 22 años, y a ella le faltaban unos meses para dejar sus 21. Esa vez no había sido una alarma como cuando teníamos 19. Éramos jóvenes, aun lo somos, pero saber aquello fue una de las mejores cosas que me pasó en la vida, se los puedo asegurar. Nueve meses después llegaron nuestros gemelos y dos años más tarde nuestra pequeña princesa...

peligrosa obsesión; claumilia [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora