[ cuarenta y siete ]

1.6K 82 5
                                    

La miré fijo a los ojos y sentí una pequeña presión en mi pecho.

- Creo que sí- le dije.

- ¿Crees?- dijo confundida.

- Mamá, la verdad es que nunca me pasó algo así. Yo...

-Eres un don Juan- me acusó con indignación.

-Sí, puede ser...

- ¿Con cuantas mujeres has estado?- me preguntó.

-Mamá, ¿no crees que...?

-Contéstame, Claudio- sentenció con firmeza.
Sonreí ante su enojo. Siempre quise que mi madre me regañara.

- No lo sé- contesté.

- ¿Cómo que no lo sabes?

-No, no lo sé. Nunca me puse a contarlas.

-Oh, eres un desconsiderado, mujeriego. No puedo creerlo...

-Mami, ya no me regañes. Sabes que solo tú me interesas- le dije poniendo mi mejor cara de niño bueno. Ella me miró bien y sus ojos se humedecieron. Sonrió y volvió a abrazarme.

-Aún consigues comprarme- dijo sin soltarme. Se alejó y me miró- Pero creo que eso ahora no es así... porque he visto cómo la miras.

-Ella no solo es hermosa por fuera, también lo es por dentro- le conté.

- Sí, se nota y mucho.

- Te extrañe tanto- le dije.

- Y yo a ti, bebé- me dijo y se puso de pie entregándome su mano- Vamos a fuera.
Tomé su mano y caminamos hasta la parte trasera de la casa. Salimos y detuvimos nuestros pasos al ver cómo Emilia y Regina reían y jugaban con las muñecas.
Sentí un cosquilleo en mi estómago. Ella era tan bella, y tan dulce. Ambas se giraron a vernos. Regina se puso de pie y corrió hasta nosotros.

-Tu novia es muy linda, hermanito- me dijo sonriente.

- ¿Qué es eso de 'hermanito', enana? Aquí la hermanita eres tú- le dije.

- No, yo soy toda una mujer. Sino pregúntale a mamá, ya me maquillo- dijo y colocó sus dos pequeñas manos sobre su cintura parándose coquetamente.

- ¿Y acaso tú permites que se maquille?- le dije a mi madre.

- Oh, no me digas que vas a ponerte igual de insoportable que Jhon con ese tema. Ella es una niña y a todas las niñas les gusta maquillarse y jugar a ser grandes- me dijo mi madre.
Emilia se acercó a nosotros. La miré y tuve muchas ganas de besarla, pero no podía hacerlo delante de mi hermana y mi madre.

-Estábamos divirtiéndonos un poco- nos dijo Emilia mientras le sonreía a Regina.
Mi madre se acercó a ella y la abrazó. Un tanto confundida, Emilia le devolvió el gesto.

- Muchas gracias, Emilia... Claudio me contó que tú conseguiste el número. De verdad no sé cómo voy a hacer para agradecerte esto- le dijo y se alejó de ella.

- Primero que nada, Feliz cumpleaños, señora Rosario- dijo ella.

-Ya no me digas señora. Dime Rosario, linda. Nada de formalidades conmigo, al fin y al cabo eres la chica que me devolvió a mi hijo.

- ¡Oigan, vamos a comer!- nos llamó Jhon.
Mi madre y mi hermana comenzaron a caminar hacia él, Emilia estaba por caminar también pero la tomé del brazo y la jalé hacia mí para mirarla a los ojos.

-Gracias- le dije. Ella me miró bien.

- ¿Por qué?- preguntó.

- Por darme el segundo mejor día de mi vida.

peligrosa obsesión; claumilia [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora