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15 de Agosto de 1943

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15 de Agosto de 1943.

1 año. 11 meses y 25 días antes de la catástrofe de Nagasaki.

"¡Los cantos de gloria alzan con orgullo nuestra bandera! ¡Los gritos de guerra llenan de valor el alma y la victoria enorgullece el hecho de nacer en tierra sagrada! El día de hoy, recibimos con pésame el más triste pensamiento de una de las personas que más representa Japón. Estar en contra de la gloria, debería ser un delito, y si esta guerra consigue ganar esa gloria, entonces todo aquel que esté en contra debe de considerarse un traidor a la patria. No quiero mencionar su nombre, pero algo debe de tener por seguro hermanos míos, sus palabras nunca lograran desmotivar a nuestra gente, porque la conquista es un hecho que se hará realidad.

Un sueño que todos anhelamos cumplir."

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- ¡¿QUÉ HICIERON, QUÉ?! -Fruncí el ceño enojado ante las palabras de mi subordinado pelinegro. Lo tome del cuello con ambas manos estrangulando con fuerza debido a la ira. Sus pies dejaron tocar el suelo por completo al sujetarlo con toda mi fuerza, su rostro poco a poco iba adoptando un color morado y podía jurar que en los ahora llorosos ojos del chico, podía ver un yo completamente diferente. - Les dije que nunca se metieran con él.

El chico en un intento en vano de liberarse, me tomo de las muñecas con brusquedad. Aquello solo logro enfadarme más, ¡¿Cómo se atrevía a defenderse después de lo que le hizo a Izuku?! Fruncí mis labios y lo lancé violentamente el cuerpo del chico contra sus estúpidos secuaces provocando que todos cayeran sobre el frío y sucio pavimento. Aún enojado, me incline cerca de él y con toda la rabia que me consumía, lo tome del cabello y lo arrastre por el suelo mientas sus gritos de dolor y desesperación llenaban el callejón.

Una vez llegado sobre el montículo de basura que utilizábamos, arroje lejos su cuerpo y saque el arma que ocultaba en mi pantalón. Con decisión apunte a la cabeza del chico deleitándome del terror que brillaba en sus ojos. Sus manos comenzaron a temblar levemente y su oscuro iris parecía estar hipnotizados en el cañón del viejo revolver que siempre cargaba.

Sudaba frío. Matar a uno de mis subordinados frente de todos justo como lo hacía el gran jefe, no era algo que me gustara. Pero nadie absolutamente nadie, podía burlarse de mi de tal forma.

Quite el seguro del gatillo y lo mire una última vez esperando sus patéticas suplicas mientras mis subordinados me veían impactados de lo que estaba a punto de hacer.

- V-vamos Kirishima... tú no puedes matarme, ¡soy el tipo más fuerte que tienes aquí! ¡NO PUEDES MATAR-!

El ruido de la bala penetrando en el cráneo del tipo hizo que todos me miraran sorprendidos. La sangre de aquel idiota se encontraba impregnada entre la basura y en las paredes que nos encerraban en el callejón, con temor, los colegas del ahora muerto Usagi, se alejaron del cuerpo sin vida con un rostro lleno de horror y pánico. Sonreí lleno de satisfacción y orgullo al haberme desecho de aquella rata.

1945; TodoDekuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora