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25 de junio de 1943

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25 de junio de 1943.

2 años, 1 mes y 15 días antes de la catástrofe de Nagasaki.

"El amanecer nos deslumbra con sus cálidos rayos anunciando la llegada de un nuevo día. El día de hoy, nuestras tropas han arribado en Japón para rencontrarse nuevamente con sus familias tras la victoria contra el ejército de los Estados Unidos en las islas de Attu. ¡Levanten la frente en alto y griten con orgullo el nombre de nuestra sagrada nación! ¡Nuevas conquistas se avecinan! ¡Nuevas tierras por conocer y nuevas formas de vida se abrirán! Las nubes en el cielo bailan con alegría ante tal signo de victoria y la suave brisa del viento eleva en alto y con esmero la bandera de nuestra sagrada Tierra del Sol Naciente como muestra del orgullo que siente nuestra consagrada tierra."

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Odiaba los momentos en silencio.

Uraraka había salido hace unos momentos al mercado y se había negado a que la acompañara, por lo que me había quedado solo en casa. Las paredes de la habitación parecían estar más heladas de lo habitual sin la radiante presencia de mi amiga y el ambiente tenso lograba embriagarme ante el remolino incesante de emociones. El abismo que había pisado hace tan solo unos días me llamaba y me convencía a sumergirme en él mientras que los horribles recuerdos volvían a mí junto aquel desagradable sentimiento.

Aquel abismo me consumía, y poco a poco me convencía en dejarme caer. En rendirme y fusionarme en él. En quitarme la vida y de comenzar de nuevo en algún otro mundo o cuerpo en el que pueda ser feliz sin tener el miedo constante de las críticas, los golpes y de los malos momentos.

Un mundo perfecto ante los ojos de cualquiera. Cerré los ojos con fuerza mientras mis dedos se enredaban fuertemente entre las hebras de mi cabello provocando un gran dolor que lograba robarse uno que otro quejido prominente de mi boca.

Me sentía abatido. Inhale todo el aire que mis pulmones me permitían tratando de relajarme. Estaba teniendo un ataque de pánico, uno de esos tantos ataques que llegue a tener durante mi infancia como producto del abuso constante que sufría en la escuela.

— Todo estará bien, todo estará bien... — Me repetía a mí mismo una y otra vez.

Todo se desmoronaba sin darme cuenta.

Las personas que consideraba mis amigos se iban, mis padres ahora me miraban con decepción y los ojos rubí que tanto amaba ver, me observaban con lástima.

Los recuerdos donde las sonrisas iluminaban mi hogar, aquellos donde la música resonaba en las cuatro paredes de mi antigua casa y donde todos bailábamos con alegría. Aquellos recuerdos llenos de cálidas sonrisas que lograban tranquilizar mi alma, a comparación de la realidad se ven tan irreales, tan...

1945; TodoDekuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora