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5 de Noviembre de 1943

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5 de Noviembre de 1943

Día de la Conferencia de la Gran Asia Oriental.

7:04 A.M

Realmente desee haberlo matado.

— No debiste haberlo hecho, Shoto.

El verdadero terror me hizo sentir pequeño, de la misma forma que me sentía de niño. Mirándolo con miedo y con las manos temblorosas, viéndolo tocar la herida que había dejado en su pierna derecha, con las manos impregnadas de sangre con el rostro de un verdadero psicópata.

El mismo diablo camino hacía mi con los ojos inyectados de ira, mostrándome un infierno azul totalmente diferente al que los libros suelen contar. Revelándome su verdadera forma y ocultando la máscara que solía usar en público, mostrando su verdadero ser.

Me levanté rápidamente del suelo, el dolor de mi abdomen había quedado en segundo plano después de la gran ola de adrenalina que ahora transcurría por todo mi cuerpo. Aunque fuera mínimo el daño que le hiciera, intentaría escapar con vida.

— No te acerques. —Apunté con el arma hacia su frente. Mis manos no dejaban de temblar, por más que ordenara que se detuvieran, el pánico era tanto que ni siquiera era capaz de controlar algo tan insignificante.

— ¿O qué? ¿Me matarás? — Me aferré al mango del revolver. La ansiedad viajaba por todo mi sistema, impaciente por lo que deseaba hacer e inseguro por el llamado de conciencia que pedía a gritos que me detuviera.

Debí escaparme cuando tuve oportunidad. Debí juntar mis cosas e irme, cambiaría mi nombre y lograría vivir una vida tranquila sin preocupaciones, debí huir de la misma forma que todos mis hermanos lo habían hecho. Incluso Fuyumi que había prometido quedarse conmigo, termino huyendo a otro país después de conocer el trasfondo de la realidad con la que fuimos castigados.

Pero sin darme cuenta, las falsas promesas y los recuerdos que tanto atesoraba, habían firmado mi contrato con el diablo y sentenciado mí muerte.

Que aunque por más que la deseará, lo que más añoraba era estar sin ataduras.

— Fue tu culpa. Todo lo que ha ocurrido en esta familia es tu culpa.

— Yo no fui el que apunto primero con el arma. — Sus pasos se hicieron cortos, pero la seguridad seguía emanando de él sin importar que. Aun con el dolor sobre su pierna pidiendo a gritos que se detuviera, él continuaba moviéndose causando que mi corazón golpee con fuerza sobre mi pecho. — Fuiste tú.

— No es cierto, tú me obligaste hacerlo... ¡Por tu culpa estoy manchado de sangre! —Le había alzado la voz a la persona que se supone siempre debí obedecer. Aquello pareció cabrearlo.

— ¿Y cómo se supone que debí tratarte después de asesinar a Rei? Deja de fingir ser la víctima cuando en realidad eres el causante de todo. — Mi respiración se volvió irregular a pesar que el temblor de mis manos había desaparecido. Fruncí el ceño tras sentir nuevamente aquella ola de adrenalina que me había permitido levantarme, pero esta vez, se encontraba acompañado del fuerte sentimiento de odio que me había permitido sobrevivir.

1945; TodoDekuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora