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1 de Noviembre de 1943

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1 de Noviembre de 1943.

1 año, 9 meses y 1 día antes de la catástrofe de Nagasaki.

¿Cuántos más?

¿Cuánto tiempo necesitas?

¿Cuánto sacrificios son suficientes?

¿Cuántas personas más deben de sufrir?

¿Cuánta sangre derramada necesitas para ser feliz?

.

.

.


"- Cuida del All Might por mí."

Aquellas fueron las últimas palabras de Aizawa antes de partir en la madrugada del 24 de Octubre, desesperado. Entre sus ojos negros, el miedo brillaba como si de un par de aceitunas se tratara, sus cabellos despeinados siempre atados en una coleta ahora yacían sobre sus pesados hombros sin reconocer su lugar, su barba había crecido de forma descuidada sobre su rostro mientras que su piel de tez blanca lograba pasar desapercibido entre toda esa ropa negra que solía usar.

Se fue cargando lo poca ilusión que el mundo podía regalarle sobre sus hombros.

Tome entre mis manos el primer copo de nieve que descendía desde los cielos hasta el verde firmamento del jardín trasero. Sonreí con tristeza ante el vago recuerdo de Shinso en los días donde la oscuridad ocultaba los pequeños rayos de alegría sin que me diera cuenta.

Con pésame, liberé el pequeño copo. El melancólico cielo daba la bienvenida a miles de copos más, todos de diferentes tamaños y con destinos idénticos, unidos con la única finalidad de cubrir en un suave manto pulcro, la sucia tierra donde acostumbramos pasar nuestros días.

Dirigí la mirada hacia mi costado donde los deberes de la universidad esperaban con paciencia ser terminados. A su lado, la breve carta que Ochaco me había enviado, yacía abierta y era utilizada como fuente de inspiración para la nueva novela que entregaría como proyecto en la UA al igual que los cientos de trabajos que los maestros habían dejado.

Tome el lápiz que descansaba sobre los papeles y me dispuse a terminar. El silencio abrazaba el lugar y lo mecía cálidamente llevándome a un repentino sueño. Mi vista flaqueaba con cada parpadeo, mis brazos comenzaron a sentirse cansados y por si fuera poco, mi concentración iba perdiéndose cada vez más en un abismo algo... oscuro.

El suave viento susurraba dulcemente en mi oído. Meciendo mis cabellos de manera tranquila al igual que la nieve. Soñando, imaginando ver a los aviones sobrevolar los cielos sin ninguna intención de lastimar, únicamente dando el aviso del fin de los tiempos, pidiendo la colaboración y el respeto mutuo de todos los que vivimos en la isla.

1945; TodoDekuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora