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4 de Noviembre de 1943

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4 de Noviembre de 1943.

1 año, 8 meses y 28 días antes de la catástrofe de Nagasaki.

"En tan solo 12 horas, se ha reportado la cifra de 52 personas desaparecidas, de las cuales predominan jóvenes entre los 18 y 25 años de edad. Familias de todo Tokyo se han unido en duelo en la plaza de Shibuya en forma de protesta.

El gobierno no ha dado declaraciones al respecto."

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— ¿Denki? ¿De verdad eres tú? Jirou se acercó vacilante al hombre de cabellos rubios que ingresaba temeroso a la sala de reuniones.

El día apenas comenzaba y los problemas del exterior entraban a la base militar por el marco de la puerta: periodistas por sobornar, historias por borrar y planes que cambiar. El estrés tocaba la puerta de mi mente, mis hombros pesaban ante la presión de los altos mandos y una punzada sobre mi cabeza se intensificaba una y otra vez buscando una solución coherente a la "pequeña" gran masacre de estudiantes. Pero en su lugar me encontraba en la sala de reuniones cumpliendo con los deseos de alguien más.

— H-hola amor. — Kaminari dejo su maletín sobre el suelo lentamente sin despegar la mirada de su esposa. Sus cabellos se hallaban atados en una pequeña coleta, la barba le había crecido y sus ropas se encontraban arrugadas aunque sus zapatos brillaran. — A-antes que me regañes, todo esto tiene una explicación. S-solo necesito que me escu-

— ¡IDIOTA! — La chica del vestido amarillo y con el suéter café protegiendo su torso, se lanzó a los brazos de su esposo con lágrimas bajando por sus delgadas mejillas. — ¡No vuelvas hacer eso! Creí que nunca volvería a verte.

Con las manos aferradas en la chamarra verde de Kaminari, Jirou escondió el rostro sobre el pecho de su amado evitando ser vista vulnerable. La confusión se hallaba plasmada sobre el rostro del menor, su diminuto cerebro no le permitía procesar correctamente las palabras y las acciones de su esposa. Fueron segundos eternos en los que el chico se mantuvo en shock, viendo únicamente el débil cuerpo que pedía a gritos que correspondiera de alguna manera su muestra de cariño. Sin embargo, el incómodo momento entre la pareja poco a poco fue cambiando, los hombros tensos del pelirrubio se relajaron al notar el aumento de fuerza en el agarre de la chica, la expresión en su rostro cambio por una sonrisa, sus orbes melancólicos miraron ahora con ternura el cuerpo de la fémina.

— Sé que soy un tonto por irme y no avisarte. Durante este tiempo cometí muchos errores de los que ahora me arrepiento, pero aquí estoy, contigo. Tu recuerdo me mantuvo vivo. — Con suavidad, el pelirrubio tomo entre sus manos las mejillas de su esposa. — Te amo Kyoka, aun si merezco dormir con el perro el resto de mi vida, te amo a ti y a nuestros hijos.

1945; TodoDekuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora