[ AU Segunda Guerra Mundial ]
Si tuviera que describir el mundo en aquel entonces, tal vez lo llamaría "problemático".
Sangre, llanto y dolor. Para muchos esta sería la descripción perfecta del mundo en aquel entonces. El dolor de ver morir a un ser...
—Bakugo-kun, ¿no te meterás en problemas? — Mire a todos lados con el micrófono del teléfono sobre mi mejilla. — Ya son más de las ocho.
—Cállate y escúchame, no tengo todo el tiempo del mundo. — Acomodé la bufanda sobre mi cuello intentando calentar mi cuerpo. El frio se hacía peor durante la noche, y aunque la luz de la cabina telefónica intentara brindarme un poco de su calor, no era suficiente para hacer que mis huesos dejaran de temblar. — Es sobre Deku, sé que notaste como lo observaban después de la cena navideña.
—Sí, lo note, y puedo decir que no era para nada amigable.
— Él no es el único que conoce a Deku, ese bastardo tiene un hijo. —Se mantuvo en silencio un par de minutos provocando que los nervios comiencen a florecer sobre mi piel. —Quiere encontrar al nerd, no podemos dejar que se vean. Son personas peligrosas, no podemos confiar en ellas.
—Pero... ¿de dónde conocen a Deku-kun? Él no es el tipo de personas que disfruta juntarse con gente peligrosa. — Pegue mi espalda sobre el cristal de la cabina. Los copos de nieve se encontraban fuertemente adheridos a ella como si eso fuese suficiente para no tocar el suelo. — Estoy segura que no deben de ser tan malas personas si conocen a Deku-kun.
—Tu misma viste al tipo de la otra noche, ¿acaso ya perdiste la cabeza?
—Pero ¿Qué hay del hijo? ¿Lo conoces? ¿Cómo sabes que tiene malas intenciones?
—Creí haberte dicho al principio que te calles y me escuches. Conozco al bastardo mitad-mitad, ese tipo siempre tiene un plan para todos incluso para mí. — Un fuerte chistar se escuchó al otro lado de la línea, debe de estar enojado. — Ese idiota me pidió trabajar con él después de terminar la academia.
—¡¿Qué?! — Me separé del vidrio y me acerqué aún más al artefacto sintiendo mi corazón latir de los nervios. El frío desapareció sin que me diera cuenta. — ¡Dijiste que ibas a rechazar cualquier cargo militar! ¡Lo prometiste! — Mis ojos comenzaron a picar y un nudo se formó en mi garganta.
—Si acepto, podré saber que es lo que esos bastardos están tramando, ¿Lo entiendes?
—¡No necesitas trabajar con ellos! ¡Puedo protegerlo! ¡No tienes por qué ponerte en riesgo! ¡Yo también puedo-
—Uraraka. — Guarde silencio. La seriedad de su voz y la forma en que dijo mi nombre me hizo cerrar los ojos mientras mi corazón le reza a todos los dioses por su respuesta. — Sé que puedes pelear, pero no es suficiente. Reconozco que no eres igual a las otras personas de nuestra edad, pero hay batallas que no se pueden ganar con solo esforzarse. — Las lágrimas comenzaron a descender poco a poco de manera silenciosa. Los copos de nieve ahora parecían burlarse de mí desde el otro lado del cristal. — Ya tomé mi decisión.
—¡Espera! ¡Bakugo!
Colgó.
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