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Parte 3

Parte 3

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2:58 A.M. del 2 de Octubre de 1943.

1 año, 10 meses antes de la catástrofe de Nagasaki.

"La traición es algo difícil de olvidar. Es un sentimiento oscuro que encierra al corazón herido dentro de una jaula con mil candados, un sentimiento que cubre a las ventanas del alma y que nos ciega de forma, que dejamos de ser capaces de reconocer las buenas acciones. Sucumbimos ante el miedo y nos encerramos en una cúpula queriendo protegernos, y esto nos lleva al olvido.

Olvidamos quienes somos, que queremos, que anhelamos.

Y todo por miedo."

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Es todo o nada.

Mire de reojo a Mina quien lucía desesperada y se mordía las uñas de los nervios. Sus orbes se mantenían fijos en la mesa donde los yenes brillaban ante la tenue luz que iluminaba la sala y mi contrincante miraba de forma impaciente el próximo movimiento que tal vez podría darme la victoria.

Respire profundamente intentando concentrarme aun con los murmullos a flor de piel y con la música extravagante proveniente del escenario.

Tomé una carta de la baraja que descansaba tranquilamente sobre la mesa y conteniendo una pequeña sonrisa, hice una seña con la cabeza a mi contrincante dándole entender al chico rubio frente mío que estaba listo.

- Par de reinas y trio de ochos. - Denki sonrío de forma confiada al mismo tiempo que revelaba su baraja ente los ojos del resto de los presentes que se encontraban igual de ansiosos que mi mano derecha dentro de la mafia.

Antes de que pudiera hablar para mostrar mi jugada, todos los ojos de mis subordinados dentro del pequeño establecimiento se enfocaron por un momento sobre mis hombros.

- Póker. - Dije revelando mis cartas con una sonrisa llena de orgullo que relucía que tan filosos podían ser mis dientes.

Los aplausos y la euforia se hicieron presentes después de que Ashido brincara y gritara de la emoción por haber ganado (nuevamente) el partido de póker ante el forastero que al parecer, lloraba en silencio por haberse quedado sin dinero.

- ¡Lo hiciste! ¡Bien hecho, Ejiro! - Mina llego corriendo a mi lado y justo cuando la distancia que nos separaba era poca, se lanzó de un brinco hacia mis brazos rodeando mi cuello con sus brazos en señal de amistad. - ¡Sabia que lo lograrías!

- Hace rato no decías lo mismo. - Por un momento hice oídos sordos a las excusas de la chica y solo me dediqué a observar el rostro de desesperación del que fue mi contrincante.

1945; TodoDekuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora