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25 de junio de 1943

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25 de junio de 1943.

2 años, 1 mes y 15 días antes de la catástrofe de Nagasaki.

"El amanecer nos deslumbra con sus cálidos rayos anunciando la llegada de un nuevo día. El día de hoy, nuestras tropas han arribado en Japón para rencontrarse nuevamente con sus familias tras la victoria contra el ejército de los Estados Unidos en las islas de Attu. ¡Levanten la frente en alto y griten con orgullo el nombre de nuestra sagrada nación! ¡Nuevas conquistas se avecinan! ¡Nuevas tierras por conocer y nuevas formas de vida se abrirán! Las nubes en el cielo bailan con alegría ante tal signo de victoria y la suave brisa del viento eleva en alto y con esmero la bandera de nuestra sagrada Tierra del Sol Naciente como muestra del orgullo que siente nuestra consagrada tierra."

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El olor a sangre emanaba de aquellos cuerpos sin vida que yacían aun lado de la destruida carretera. Las pequeñas casas que antes albergaban a cientos de familias, eran abrazadas por las vivas llamas del fuego al igual que los árboles que adornaban a la isla de Attu.

El ruido de los cañones, los dolorosos gritos de las personas al perder a sus seres queridos, el sonido de las armas al disparar y el insaciable llanto de los niños que se encontraban en medio de la guerra, parecían ser una melodía.

Una melodía terriblemente hermosa para alguien como yo.

Mire mis manos cubiertas de sangre. El revolver que había utilizado anteriormente para asesinar a esas almas inocentes, relucía de limpio. Mi corazón latía rápidamente debido a la adrenalina, mis manos temblaban levemente y mi vista parecía no querer alejarse de tal artefacto. La necesidad de destruir todo lo que se encontrara a mi paso me consumía cada vez más con el paso de los segundos. El deseo de ver brotar la sangre, nublaba mi mente y me obligaba actuar de manera irresponsable.

Parecido a un monstruo.

— ¿Por qué lo hiciste, Shoto? — La dulce de voz de aquella persona que más amaba en este mundo me hicieron regresar a la realidad. En los opacos ojos grises de mi progenitora podía reflejarse todo el odio y el desprecio que me tenía. Su vestido blanco que contaba con pequeños detalles plateados en las orillas, se encontraba adornado por manchas de sangre, su tez blanca brillaba con el contacto de los rayos del sol y su cabello suelto se movía al compás de la brisa del viento.

— Mamá yo no quise... — Las palabras se atoraban en mi garganta ante la vergüenza de mis deseos primitivos. Solté el arma que cargaba entre mis manos y trate de avanzar hacia ella.

Unas fuertes cadenas de hierro aparecieron alrededor de mis tobillos impidiéndome seguir. Con mucha fuerza, intente quitármelas pero lo único que logre fue caerme al suelo ensuciando mi uniforme con barro.

1945; TodoDekuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora