Un invierno en Barcelona (Auronplay)

Tu casa o la mía?

Sintió una punzada de dolor en el estómago cuando vio que la pantalla de su móvil rezaba "Manuel llamada entrante" y tuvo que apresurar el paso. No sabía qué hacer. ¿Coger la llamada? ¿Para qué? Sabía que no escucharía nada nuevo... Y realmente nada que le cambiara lo que pensaba de él.

Decidió apagar el móvil con un gesto rápido y salió para poder fumar en paz. Dios, que difícil era caminar en línea recta... ¿En qué momento había bebido tanto?

Cuando la brisa de la calle en la madrugada barcelonesa le dio en el rostro y finalmente encendió su cigarro, se dio cuenta que estaba ebria. Joder, más castaña que una araña. Le costaba pensar con coherencia.

<<Jódete, muñeca, has bebido rápido y angustiada, la hermandad de la puta destrucción>> pensó triste.

Se tomó la cabeza y quiso llorar. Por qué había sido tan estúpida? Todo su proyecto de vida, su hogar, su perro, su carrera... Todo abandonado tras una separación que no valió la pena, por un hombre que había decidido engañarla.

-Disculpa... -escuchó a sus espaldas cuando se encontraba a un instante de ponerse a llorar  nuevamente - te has dejado esto dentro...

Cuando Serena se volteó pudo conectar nuevamente su mirada al muchacho de cabellos castaños que la observaba dentro cargando la chaqueta que se había olvidado.

Lo miro a los ojos, profundamente está vez.

-Gracias...

-No sabía si la necesitabas... Pensé... Que la estabas olvidando...

El muchacho desconocido la miró. Era mas alto que ella, con una mirada muy profunda y si debía ser honesta era bastante guapo. No se lo notaba completamente ebrio pero sí que había ingerido algunas copas de más.

-Gracias, de verdad... Yo... -contesto Serena confundida por el alcohol. El mundo le daba vueltas y aquel estúpido la había llamado...
A ella le enterneció el gesto. Cuántas veces había esperado que Manuel tuviera un gesto así con ella? Cuántas veces espero que estuviera pendiente? Un extraño que no la conocía de nada era capaz de alcanzarle la chaqueta... Tampoco era el acto del siglo, pero estaba borracha y sensible.

-No es nada. Eh... Ya voy a entrar... Me alegro haber...

Serena no lo dejo continuar. Lo había estado observando mientras hablaba con un hambre atroz. El joven desconocido no pudo seguir hablando, porque Serena le cogió la nuca y lo besó.

El primer instinto de él fue detenerla... Después de todo, había alguien en su vida afectiva y estable... La joven castaña de vestido rojo se apretó contra el y pudo sentir sus curvas apoyándose en su cuerpo. Joder, que difícil. Sintió su lengua danzar en su boca y el calor de las manos de la joven en su espalda.

Sintió un fogonazo en su vientre y continuó el beso unos instantes, sujetándola contra él esta vez.

Serena le mordió el labio, suavemente, mientras buscaba su cuerpo.

-¿Tu casa o la mía? -susurró, presa de la embriaguez y la excitación.