Et trobaré molt a faltar

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Descansaron unos instantes y disfrutaron una segunda ronda más madura, más duradera y menos animal.
Finalmente habían saciado la parte más primal de su deseo y un estado de sosiego los invadió... De sosiego y felicidad.

Serena reposaba su cabeza sobre el pecho del catalán que la sostenía en un abrazo. Ninguno de los dos se atrevía a romper el encanto y bien sabían ellos que debían hacerlo para finalmente tener la conversación pendiente que ambos necesitaban.

Raúl debió finalmente juntar valor y abrir la boca.

-Podría quedarme así todo el día, ¿sabes?

Serena beso su pecho y lo acarició.

-Me gustaría mucho eso. A qué follamos todo el rato, catalán... -rió la joven.

-No ha sido culpa mía, tía, solo a ti se te ocurre salir en tetas y con esas braguitas, que me he empalmao en un segundo. -le sonrió.

-Es mí casa, hombre, que si quiero andar desnuda puedo hacerlo, sabes?

-Pues por mí va bien, no voy a oponerme -dijo besándole el pecho -pero que me pones muchísimo.

Ella se rió. Su barba le daba cosquillas.

-Raúl, pero es que acabamos de echar un polvo, no te sacías nunca? Joder.

-Que va, cuando es contigo no puedo.

Serena sonrió. Podría estar tanto tiempo en la cama con Raúl que John Lennon y Yoko Ono lo considerarían excesivo. Lo amaba, realmente lo amaba... pero aún quedaba un detalle.

-Tío, me gustaría saber cómo coño apareciste aquí... quiero decir, ¿cuándo has entrado a mi casa?

-Ayer... tenía que hablar contigo. Te llamé y como no podía dormir, pues, he venido a verte. Zulema me abrió la puerta...

-Tienes suerte que te haya abierto la puerta y no la cabeza.

-Esa tía me da un miedo de cojones -sé rió el catalán, pero lo decía en serio. -Es que de verdad, joder, pensé que iba a matarme.

Serena se mostró seria.

-Zulema es mí mejor amiga, Raúl y es una buena tía, sabes? Solo sé preocupa por mí.

-No lo dudo, pero mete un miedo que te cagas. Ayer me dijo que me querías y pues... me he quedado a dormir aquí, cuando te vi estaba buscando el baño.

Serena se sentó, desnuda, frente al joven. Se recogió el pelo en una coleta y decidió dejar de evitar el tema.

-¿Y qué ha pasado con Sara? Quiero decir... Imagino que no le ha gustado que te vayas toda la noche.

-Aún no hemos hablado... Es que no puedo ni mirarla a los ojos, joder.

-¿y qué piensas hacer? ¿Hablaras con ella?¿Seguirás mintiéndole?

-No. Hablaré con ella, hoy.

-Vale... Y... ¿Puedo preguntar qué vas a decirle?

Raúl respiró hondo.

-Lo que tendría que haberle dicho hace mucho ya. Que amo a otra mujer y que voy a ser padre.

Serena le sonrió.

-¿De verdad?

-No puc viure sense tu, amor meu*. -le susurró para luego besarla suavemente.

*(No puedo vivir sin ti, amor mío)

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Sara lo llamó al móvil repetidas veces, pero el castaño no lo cogió. Lo había apagado, que ya bastante tenía él con la culpa de estar en la Maratón de la Follada Eterna con su amante preñada. Ya podría él finalmente decirle la verdad y ser libre para empezar una nueva vida con la mujer que amaba.

No fue hasta la noche que Raúl volvió a su hogar. No había que ser un cuarto de Sherlock Holmes para darse cuenta que el tío olía a sexo a diez km. Entró lleno de culpa y no pudo mirar a Sara a los ojos.

-¿Donde coño has estado, Raúl? -le preguntó la rubia, fría. Estaba a punto de llorar pero logró contenerse.

-Sara... Yo... -atinó a responder. -Tengo algo que decirte.

La joven sabía que él no estaba bien, lo conocía y lo notaba. Busco su mirada, con los ojos celestes muy cerca del llanto.

-Pues yo también debo decirte algo, Raúl.

El joven se sentó, prestándole atención. Quería terminar con eso pronto y esperaba no lastimarla demasiado... Sara no se lo merecía.

-Venga, dime... tú primero. ¿Qué sucede? -preguntó finalmente el catalán.

Sara sonrió, todo lo que pudo, mostrando una sonrisa triunfadora. Se acomodó en la silla y tocó su vientre con algo de exageración.

-Estoy embarazada, Raúl. Vamos a tener un bebé.

Un invierno en Barcelona (Auronplay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora