Decisiones

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Mientras la veía llorar no podía dejar de pensar en lo que le había dicho. No sabía como reaccionaría Sara, pero tarde o temprano debía enterarse que iba a ser padre... Con otra tía.
Vale, no iba a gustarle y posiblemente decida mandarlo a tomar por culo, cabía esa posibilidad... ¿cómo lo tomaría su madre?

-Raul, por favor. Vete. Hablaremos luego, ¿vale? Ahora no me siento muy bien.

-¿Qué sucede? ¿Qué sientes? Venga, siéntate... Me quedaré contigo.

-Qué no, joder, vete. No puedes pasar. Ya estaré mejor. Tienes que irte.

-Que no me voy a ir, coño.

El móvil de Raúl sonó sobresaltándolo. Era Sara. Joder.

-Venga hombre, te llaman. Coge el teléfono.

La llamada aparecía en un muy mal momento, claro, pero también se podría haber evitado.

-No me importa el llamado Serena, quiero asegurarme de que estás bien. ¿Estás sola?

El móvil seguía sonando, frenético.

-Eso a ti no te importa -respondió ofuscada. -Atiende a tu novia, hostia -agregó cerrando la puerta de un golpe.

Raúl suspiró resignado y se volteó. Serena estaba enojada, triste y de alguna manera podía entenderla. Había hecho todo mal. Se había quedado con la mujer que no amaba y había perdido a la que realmente quería... y ahora se perdería la oportunidad de compartir la crianza de un hijo, lo que posiblemente significara que Sara iba a dejarlo al enterarse que había preñado a otra chavala... que de paso a la rubia le caía genial.

Cogió el teléfono con algo de resignación.

-Voy en camino, amor. -Le contestó sin pensar ni escucharla.

-¿Dónde estás, Raúl? -preguntó ella.

-Ahora mismo caminando... Siento no haberte dicho que saldría, he bajado a ver a Xavier.

-Vale, te espero... -colgó. Estaba triste, podía sentirlo.

***

Serena entró, cansada. Estaba llorando de nuevo, claro. Putas hormonas. Sara lo había llamado y él se había ido, corriendo tras ella. Fue a la cocina a preparar un té. No quería seguir pensando en él, ella ya había cumplido y le había dicho al chaval que el niño era suyo... no tenía más nada que decir.

Verlo le había sentado mal. Se había dado cuenta de lo mucho que lo había extrañado... extrañaba sus bromas, sus besos, sus conversaciones de madrugada... Extrañaba todo. Ahora, posiblemente tendría que verlo de por vida, pero en términos diferentes. No tendrían citas en la playa ni cenas románticas, ella se hincharía como un globo y luego tendría un niño sola. Le costaría dormir al menos los primeros dos años y ve tú a saber cuándo mama tendría tiempo para algún encuentro amoroso con alguien... Con Raúl pasarían de hablar de lo mucho que se amaban al régimen de visitas.

Se preparó el té y finalmente decidió meterse en  la cama  a ver una película hasta quedarse dormida. Estaba agotada.

****

Sara lo observó. Se la notaba triste, ausente y Raúl no estaba mucho mejor. Algo se olía, que no era una rubia tonta.

-¿Estás bien? -le preguntó él, notándola diferente. Era lógico que tuviese momentos de tristeza, claro está.

-Me gustaría mucho ver una película en la cama. He cocinado una pizza y pensé que podíamos disfrutar una cita tú y yo. -dijo intentando sonreír.

-Suena bien -contestó él distraído.

Sara llevo los platos en una bandeja a la cama y se metió entre las sábanas, esperando a que el castaño se desvistiera un poco para hacer lo mismo.

Comieron pizza y eligieron una película de terror. El nombre ya ni lo recordaba, pero era bastante cutre, una casa embrujada que no metía miedo de nada y unos personajes ridículos... Al terminar de comer, Sara lo abrazó, acariciándolo y buscando un momento de intimidad.

-Te amo, Raúl. Gracias por estar conmigo en este momento.

El tío palideció un poco, pero correspondió a su abrazo.

-Pues claro, mujer, aquí estoy. -contestó no muy convencido.

No, realmente no estaba ahí. En su mente estaba con Serena, hablando del embarazo aún.

Sara lo noto distraído y lo besó, intentando acariciarlo por debajo de la ropa... estaba buscándole los puntos débiles, claramente.

Raúl no estaba ni remotamente cerca de desear follar esa noche, por lo que intento mantener las caricias en una zona apta para todo público... Sara sin embargo, no pensaba lo mismo.

Intentó repetidas veces excitarlo, besándolo profundamente y haciendo lo propio con las manos en su cuerpo, pero el castaño no se mostró demasiado cooperativo.

-Lo siento, Sara, no me apetece, vale? Que no me siento muy bien. -le dijo finalmente al notar que la rubia tenía muy claro lo que quería y no iba a detenerse.

-¿Qué coño te sucede Raúl? -le preguntó, ofuscada. Se sentía ridícula... y en el fondo sabía lo que sucedía.

-No me siento bien, creo que he pillao un resfriado... -dijo acomodándose en la cama, alejándose de ella. -Lo siento, de verdad.

Ella se sintió fatal. Se sentía denigrada. El capullo ese no sabía lo que se estaba perdiendo... Joder, no pretendía que el tío se empalmara en 2 segundos pero si bien su vida sexual no había sido la misma hace un tiempo, no pensaba que se podría sentir tan rechazada.

-Lo siento, Sara, de verdad. -le repitió al notar el malestar de la joven. -No es un buen día, ¿vale?

Efectivamente no lo era. Se había enterado hacía unos instantes que en unos meses, un pequeño niño o niña, nacería portando sus propios genes. Además, había visto a la mujer que amaba y que no podía quitar de su cabeza después de más de un mes, y las cosas habían terminado mal, ella no quería tenerlo cerca.

Tendría que hablar con ella nuevamente, hasta llegar a un acuerdo... Ya no acerca de su relación, sino acerca de cómo llevarían en conjunto el embarazo y posteriormente la crianza del niño.

Sentía la angustia crecer en su pecho lentamente, y sentía la necesidad nuevamente de irse de aquel sitio. No podía mirar a Sara a los ojos.

Sara por su parte no lo miraba. Se había dado la vuelta e intentaba dormir... Estaba claro que se había cabreado, pero no tenía tiempo ni cabeza para echarle a eso ahora mismo.

-Lo siento -murmuró él nuevamente, al silencio de su habitación.

Un invierno en Barcelona (Auronplay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora