La ducha le sentó bien. No era precisamente el hombre más feliz de España pero el agua le había aclarado un poco las ideas.
Hablaría con Serena.
No esa noche, claro. La visitaría por la mañana y le diría toda la verdad. Le diría que Sara estaba embarazada y que viajaría a Galicia para que su suegra pudiera disfrutar de su hija. Luego, hablaría con su novia y le diría la verdad. No toda, no le diría que estaba enamorado perdidamente de otra mujer, pero sí que había estado viéndose con alguien más y que ese alguien estaba embarazada, que acompañaría a la joven en el proceso y se haría cargo de ambos niños, pero qué seguiría en pareja con ella.Hacía ya demasiados años que estaban juntos compartiendo sus vidas... No le resultaba sencillo cargarse tantos años de relación, aún incluso cuando cada fibra de su ser sabía que aquello no daba para más... En su mente, le debía más que un adiós tan frío.
El agua caía sobre su rostro cuando se dio cuenta que lloraba nuevamente. No era una persona demasiado sensible, pero atreverse a abrir la boca implicaba poner en marcha una serie de daños colaterales imposibles de detener. Sara posiblemente se cabrearía, y Serena posiblemente decidiera... bueno, no verlo nunca más. ¿Qué pasaría si la castaña decidía expulsarlo de su vida y la de su hijo? Era una posibilidad, a todas luces... ¿Y cómo sobreviviría él a una vida sin ella? Estaba enamorado... más precisamente enamorado en la fase del amor dónde vivir sin la persona amada genera una angustia cruel e indecible... En esa fase donde simplemente pensar que no verás a la mujer a la que pertenecía tu corazón era una condena sin calma, una agonía.
Un golpe en la puerta lo sacudió de su ensoñación.
-Raúl, ¿estás bien?
No, bien lo que se dice bien, Raúl no estaba ni cerca. Decidió dar por finalizada la ducha... ¿Cuánto tiempo había estado ahí?
-Sí. -contestó en un tono sin emoción y se acercó a la toalla para salir finalmente a su dura realidad.
****
Zulema deseó con todas sus fuerzas gritar "te lo dije", con tanto énfasis que se escucharía desde Pamplona en toda Barcelona, golpearía las olas de la Barceloneta y provocaría un tsunami, pero cuando escucho llorar a su amiga, se mordió el labio y se contuvo.
-Ánimo, tía, que no es nada que no puedas afrontar -dijo finalmente, suavizando sus palabras. Respiró hondo. Tenía muchas ganas de cantarle las cuarenta y reventar al tío ese, pero decidió callar.
-No puedo creer que haya sido tan estúpida... Es que no me lo creo, coño.
La morena respiró hondo nuevamente. Se estaba conteniendo.
-Cariño, todos cometemos errores ¿vale? Qué no sabías que era un hijo de puta, venga que el amor a veces es un poco ciego.
-¿Ciego? -se alteró Serena- Que mi amor es ciego, sordo, mudo y tonto de cojones... Que sé que te mueres de ganas de decir "te lo dije" y joder, sé que tienes razón, que he sido una estúpida, Zule. -contestó, llorando espasmódicamente... no podía detenerse.
-¿Y por qué te castigas así? ¿Es lo que quieres para tu vida? ¿Para el bebé?
-Ni de coña, Zule, pero no puedo... Joder no puedo ni pensar... Me siento tan mal que no puedo ni pensar.
-Ven... A Pamplona. Nos obsequiaremos unas vacaciones en el norte... Venga.
La joven no sentía ganas de nada.
-Es que ahora mismo no tengo fuerzas para salir al mercadona.
Era verdad. Su cuerpo pesaba 50 Kg más y no era ni por el embarazo ni por la cena. Eran 50kg macizos de pura angustia, de esa que se clava en el alma como un ancla... No podía mover sus piernas.
-Lo siento, Zule... Es que no sé qué hacer... -resopló entre sollozos, arrastrando las palabras.
Su amiga pudo sentir su tristeza a 500 km de distancia. Le apenó saber que su amiga estaba sola, embarazada y triste, y que el tío ese le hubiera jugado una partida tan sucia.
-Venga Sere... Tranquila... -replicó haciendo una pausa, intentando un tono más empático que su vasco más árido -Lo siento, de verdad... No dejes que esto te derrumbe. Deberías hablar con el chaval, pedirle una explicación, y ya que estás, mandarlo a tomar por culo y decirle cuatro cosas.
Serena volvió a ver la foto desde el portátil. Aún no se lo creía. Sintió que su temperatura corporal ascendía varios grados del tirón.
-No me siento bien, Zule. -llego a decir antes de sentir el golpazo de baja presión.
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Un invierno en Barcelona (Auronplay)
RomanceLa historia de cómo Raúl encuentra el amor en el momento menos pensado, en el lugar menos pensado. Un romance de película, y mí primer historia aqui. Aclaro para las personas que lean que contiene lenguaje adulto y contenido un poco intenso :P Amiga...