Raúl

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Cuando escuchó el móvil se estiró con dificultad, pero estuvo a punto de soltarlo cuando leyó el nombre del autor de la llamada.

Raúl

Su corazón se detuvo de nuevo. Estaba nerviosa, como una adolescente. Mientras tanto, Raúl en su habitación se sentía igual. Cogería el teléfono? Su estómago tenía un nudo tan chungo que no podía dejar de caminar. Finalmente ella cogió... y el catalán no pudo emitir sonido.

-¿Qué quieres, Raúl? -preguntó ella sin más.

Él no pudo hablar... Simplemente la escuchó.

-Raúl, ¿a qué has llamado? -repitió ella, molesta.

Finalmente él habló.

-Lo siento, Serena... No he pensado bien en lo que iba a decir simplemente he llamado... Yo... Te extrañaba y me apetecía hablar contigo...

Que puto genio el tío eh.

-Vale, Raúl... Por cierto, me enteré lo de Sara y su madre. Lo siento mucho, tío. ¿Cómo estáis?

-Pues lo lleva bastante bien la verdad. Ahora mismo se ha ido a Galicia a ver a su madre pero la veo muy... entera.

-Me alegro, tío.

Hubo un silencio entre ellos. Serena moría por un cigarrillo pero dada su nueva condición debía pensar en dejar aquello para bien.

-Tú cómo estás? -preguntó él al fin, realmente interesado.

-Pues aquí, llevándola. Y tú?

-Extrañándote mucho, eso si puedo decir. Por cierto, Serena, siento lo de la foto esa---

-Ya está bien, Raúl -lo interrumpió ella -Olvidate de ello.

-Suelo ver tus fotos... casi todas las noches, Serena. -confesó él. -Qué te extraño, joder. Te extraño, Serena. Tú no?

-Lo dices como si importara. ¿Qué importa si te extraño? No podemos estar juntos, Raúl. Tú lo sabes bien... Así que ahorremonos todo esto y sigamos adelante.

Ella tenía razón. Que importaba lo que ambos sintieran? Él había decidido acompañar a Sara en este momento de su vida y eso significaba que debía dejar a su amante de lado, no importaba cuanto la amara o la extrañara.

-Lo siento, Serena, yo... No es lo que yo quería sabes? No fue como yo lo planee.

Ella se tocó el vientre.

-Yo tampoco quería esto, Raúl.

-Ya... Lo siento, de verdad. Siento también no habértelo dicho es que... Se me hizo cruel engañar a Sara mientras vivía todo esto.

-Y mirar fotos de otra mujer todas las noches es lo que tú consideras como fidelidad?

-Joder, no. Ni de coña, tía, pero de momento es lo único que puedo hacer. ¿Qué hubieras hecho tú en mí lugar?

-Pues no lo sé, Raúl. De verdad, no lo sé... Pero creo que hubiera sido lo más honesta posible. O la hubiera dejado o me hubiese quedado con ella, pero si me hubiera quedado con ella hubiera borrado el número de mí amante y no pasaría mis noches viendo sus fotos... que es una puta tortura.

Él asintió. Tenía razón.

-Tenías razon. Fui muy cobarde.

-Todos lo somos en el fondo. La vida no es tan sencilla como en las películas y todo tiene consecuencias... Déjalo, Raúl.

-Me gustaría verte, Serena. -le lanzó finalmente.

Ella cerró los ojos. El tío estaba loco de atar.

-No podemos. No podemos vernos. Y esta será la última vez que hablemos. Lo siento, pero lo único que puedo hacer yo es hacer esto más fácil para ti.

-Ya...

El sabía que había tenido su oportunidad. Tuvo varias oportunidades y las arruinó a todas.

-Venga, vamos, tío. Esto ha sido solo una aventura, ¿sabes? Nada que lamentar. Tu novia te necesita.

-Tú también me necesitabas. Y yo te necesitaba a ti. Me siento un puto fracaso. No sé cómo salir de esto. -el joven sentía que estaba muy cerca de llorar... Con lo que le costaba.

Serena lo sintió y ella misma se sintió igual. Algo tenía el muy cabrón que la seguía afectando... Además ahora las cosas habían tomado un giro particular. Ahora ella tenía un crío en su vientre, fruto de la particular relación con el catalán... ¿Y cuándo se lo diría?

-Pues saliendo, Raúl. Se sale. Se avanza.

-Tú has avanzado se ve, con ese tal Miguel, a qué no?

Todo el amor que ella sentía hacía tres segundos que fue lo que tardó el en pronunciar esas palabras, se convirtió en frío enojo. Joder con el catalán de los cojones.

-Escúchame fuerte y claro tío. Si estás celoso pues te JODES. Si te cuesta digerir la idea de que la gente sigue adelante cuando tú no puedes, venga, te JODES. Veníamos bastante bien. Puedo entender tu dolor, porque yo también lo siento... Pero estas escenitas de niñato conmigo no. Vete a tomar por culo, Raúl. -dijo cortando la llamada.

Un invierno en Barcelona (Auronplay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora