Zulema

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Sara estaba cabreada, se sentía muy sola desde hacía un tiempo y no sabía cómo llevarlo. La situación con Raúl hacia meses que venía en un estado de coma. Follaban menos, hablaban menos y compartían menos... pero cada vez que en alguna conversación se tocaba el tema, el catalán encontraba alguna excusa para pirarse. Ella no era ninguna tonta, pero no quería montar un pollo.

Intentó dormirse, de espaldas a su novio, pero no lo consiguió. Lo sentía despierto y moviéndose inquieto, totalmente perturbado. Algo le sucedía y ella creía saber qué.

Decidió ignorarlo.

Raúl a su vez no podía pegar ojo. Estaba cansado, sí, pero no podía detener las ideas que lo ahogaban desde hacía horas. Odiaba su realidad.

¿Y cuál era su realidad? Estaba subiendo pocos videos, le costaba mucho encontrar humor en la vida cotidiana, intentaba contener a su novia pero estaban tan distanciados emocionalmente que en lo único que podía concentrarse su corazón y su polla eran en otra mujer... Y ahora resulta que después de haber decidido seguir con su novia a pesar de todo, su amante se había quedado preñada.

Se acomodó en la cama, pero su mente divagaba a gran velocidad. ¿Cómo sería su hijo? ¿Tendría sus ojos oscuros, un poco caídos? ¿Su nariz, grande, estilizada? ¿O la nariz pequeña y respingona de su madre? ¿Sería travieso, quizás? ¿Tímido? Se lo imagino fisicamente... se imaginó al pequeño jugando, corriendo, durmiendo. Un pequeño Álvarez más en el mundo. Su pequeño.

Joder no aguantaba la tensión. Necesitaba hablar con Serena, necesitaba saber cómo seguir. Haberla visto le había destruido toda la estructura emocional que tanto le había costado estabilizar. Quería hablar con ella, estar con ella. Ni siquiera sabía qué planes tendría ella para el niño. ¿Nacería en Barcelona? ¿Querría llevarse al bebé del país? No lo sabía, en realidad no sabía nada. La única manera de acabar con la incertidumbre era yendo a ver a la que hace unos meses había sido su amante.

Decidió volver a escribirle, a ver si la pillaba despierta, pero no le respondió aunque tampoco la vió en línea. Meditó un momento y contempló la posibilidad de volver a dormir, aunque esa opción le resultó imposible.

Volteó a ver a Sara y cuando notó que ésta dormía profundamente, decidió ir a buscar a su ex amante, después de todo, no podría dormir si no hablaba con ella primero.

El tío no era un chalado y siempre se había considerado coherente, pero está situación lo tenía superado, ninguna opción se le apetecía más que escaparse en el medio de la noche a buscar a su amada como un personaje recién salido de una tragedia de Shakespeare...

...Y eso hizo.

***

Mientras Raúl caminaba por una Barcelona fría, Serena dormía plácidamente. Haber llorado tanto la había dejado agotada, por lo que no vio el mensaje ni la llamada de Raúl.
El catalán volvió a escribirle, una, dos, tres veces... pero ella ni siquiera escucho el móvil.

Cuando llegó a su casa, decidió llamarla nuevamente, pero nadie cogió. Después de observar la hora y dudar un poco, tomó la desesperada opción de timbrar. Vale, sí, era tarde... pero ya estaba allí, no?

Vió que luego de unos eternos instantes, la luz interior se encendía, así que se preparó mentalmente para ver a Serena nuevamente y repaso en su cabeza las cosas que tenía para decirle. Respiró hondo y se dispuso a saludar cuando en vez de la castaña, salió su amiga, la joven de cabellos negros.

-Zulema... yo... Siento la hora yo...---

-Pasa, cabrón. -lo interrumpió la morena indicándole con la cabeza que debía entrar.

-Joder, Zulema, realmente lo siento, no quería molestar.

La joven tenía ojos casi negros, que resaltaban con su tez pálida. Se notaba seria y enfadada.

-Entra, que tú y yo vamos a hablar, guapo. -le respondió. Raúl tragó en seco y avanzó detrás de la joven.

****

Lo condujo a la cocina y se preparó un café. Sería una noche larga y necesitaba ayuda química para poder llevarla. Raúl no le gustaba, pero sabía que su amiga estaba enamorada hasta las trancas por lo que debía llevar las cosas con cuidado.

-¿Café? -preguntó Zulema, sirviéndose una taza.

Raúl negó con la cabeza: -No gracias, o ya dormirá por mí mi madre.

-Vale. -replicó sentándose con su taza -Ya me contarás por qué has venido aquí a estas horas, tío.

-Lo siento... Quiero decir, siento la hora, no sé si Serena te ha contado pero... hoy me ha dicho que estábamos... ---

-Me lo ha dicho -le interrumpió nuevamente, apresurada. Bebió un sorbo de café. -¿Qué quieres hacer tú?

-Joder, Zulema, no te andas con vueltas no?

-Cuando timbran a la noche y todos duermen, no, no lo hago Raúl. Serena duerme, así que la conversación te toca conmigo.

-No sabía que ella dormía...

-Ya, vale. Dime, Raúl... ¿Qué es lo que quieres hacer tú?

-Quiero estar presente, quiero ser un padre para ese niño... Quiero estar con ella.

Zulema lo observó, a pesar de que el tío era un gilipollas con mala suerte, parecía honesto. Lo miro directamente a los ojos.

-Mira tío, para que vamos a mentir. Creo que eres un cabrón con la polla un poco traviesa, pero mí amiga te quiere. No entiendo de qué vas ni como puedes estar con dos tías a la vez, pero entiendo que la situación de Sara es difícil. No voy a decirte lo que debes hacer, solo quiero que sepas que Serena no tolerará más juegos. Vosotros deberíais hablar un buen rato.

-Lo sé -asintió Raúl. Sentía que Zulema podría haber sido un buen miembro de la Gestapo. -Lo sé, de verdad. Quiero hacer bien las cosas, Zulema. Sé que no eres mí mayor fan, y no puedo esperar que tú me entiendas, pero créeme, vale? Voy a hacer lo correcto. Quiero estar con ella, es que joder, no puedo pensar en otra cosa.

-Ya. ¿Debes correr a tu casa?

Raúl lo pensó por un momento. La respuesta era sí, pero si se iba, posiblemente Zulema le dispararía por la espalda en el mejor de los casos, o perdería la oportunidad de hablar con Serena del cabreo que llevaría.

-Sí, pero puedo quedarme a esperarla si es necesario.

-Vale, dormirás en la habitación para huéspedes. ¿Te va bien?

El catalán asintió nuevamente. Con dos cojones se quedaría y ya lidiaría luego con la ira de Sara.

-Me va bien, Zulema.

Un invierno en Barcelona (Auronplay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora