Resacon en Las Ve...- Barcelona

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La cabeza le latía. Sentía las sienes echar fuego y unas pulsaciones dolorosas en la frente. Menuda borrachera.

Serena seguía durmiendo cuando el joven despertó. Tenía el estómago revuelto y más ganas de morirse que de salir de la cama.

La cama... Qué detalle. Esa no era su cama, no era ni remotamente similar a su cama. Era un sofá, en un estudio pequeño en un piso quien sabe dónde.

Lo primero que lo alarmó fue el dolor de cabeza galopante... Hasta que vió a la mujer desnuda y los recuerdos (que pasaban como fotografías) se agruparon veloces en su cabeza.

-La madre que me parió... -murmuró descubriéndose desnudo y atando cabos rápidamente. -Hostia puta.

A su lado descansaba plácidamente (y desnuda también) la joven del vestido rojo.
Trato de moverse sin despertarla para poder buscar su ropa. Ahora mismo se daba a si mismo bastante asco... Había traicionado a Sara con una tía que acababa de conocer... ¡y siquiera sabía su nombre!

Serena percibió sus movimientos y abrió sus ojos para encontrarse con los suyos.

-Me cago en la... -murmuró sintiéndose tan mal como su compañero nocturno de aventuras. -Hola...

-Hola... -contesto él mirándola. Bueno. Era hermosa, para qué negarlo... Lo hecho hecho está.

-Ehhh... Soy Serena... Creo... Creo que ayer no nos presentamos -le sonrió ella, confundida.

El la observó, intentando alcanzar su ropa y encontrándose con dos preservativos por allí.

-Creo que nos presentamos muchas veces -contesto él comprendiendo que la noche había sido larga.

-Mi cabeza es el puto infierno en todas las religiones. ¿Quieres un café? -le ofreció la joven castaña -Por cierto, no sé... No sé tú nombre.

-Me llamo Raúl... Siento... Lo de anoche.

Serena lo observó mientras intentaba coger su albornoz.

-Ah, vale, Raúl... ¿Qué es lo que sientes? ¿A qué te refieres?

El la observó a la luz del día, sencillamente era hipnótica.

-Pues, siento que... Hayamos terminado aquí, así, haciendo lo que hemos hecho anoche... De esta manera... Venga que ni siquiera sabía tu nombre.

Serena rió: -Tengo 30 años, sé cómo va esto. Tranquilo, Raúl. Sé cómo funciona.

-Y cómo funciona? Porque yo no lo sé. -preguntó él. La cabeza le asesinaba. Putas sienes. Puta resaca.

-Pues que nos hemos flechado un poco allí, y somos adultos vale? Hemos venido a pasar un buen rato... Y parece ser que lo hemos conseguido... -Hizo una pausa -Repetidas veces -agregó recogiendo los preservativos para arrojarlos a la basura.

El sintió mucha vergüenza pero ella tenía razón. Joder que tampoco era el fin del mundo. Todos cometemos errores ¿no?

Sintió el olor a café recién hecho minutos después de que ella activara la máquina. Eso le despertó el estómago, el café le sentaría bien y ya tendría tiempo de pensar en lo que sucedió y torturarse por ello.

-Bebe -le dijo ella, ofreciéndole una taza.

-Gracias, créeme que necesito varias cómo esta.

Serena sonrió. Era un tío bastante majo la verdad. Quizás pudiese verlo alguna que otra vez... Después de todo la habían pasado bien, ¿no?

La joven se sentó a beber el café junto a él.

-¿De dónde eres?

-De Badalona... Pero vivo en Barcelona hace unos años ¿y tú? -dijo dando un trago largo, lo necesitaba

-Ah... Un poco de todos lados. -asintió la mujer -Nací en Lleida, pero mí madre es italiana y mí padre francés, lo que me ha tenido viajando toda la vida. Hemos vivido en Francia, en Italia, en Alemania... en toda España...

-Joder, tu cuna ha sido el mundo ¿no?

-Algo así -rio Serena.

-¿Y que te trajo a Barcelona?

-Pues me he enamorado... Y no ha funcionado. Para ese entonces vivía en Bilbao y pues... Decidí mudarme con mi prometido a Barcelona. Conseguimos un buen sitio, un trabajo estable... Y nos quedamos. Hace unas semanas hemos terminado y pues... Alquilé este sitio hasta poder estabilizarme un poco.

-Lo siento, tía. -dijo el joven honestamente.

-Esta bien... Todo sucede por algo después de todo, ¿no?

Ambos bajaron la mirada para concentrarse en sus cafés y sus mundos internos. Ella pensaba en todo lo que había quedado tras ella y él pues... En esa chica a quien había engañado.

-Gracias por el café, creo que debo irme... -deslizó Raúl.

-Gracias a ti por la chaqueta... Y pues por el buen rato. ¿Ya debes irte? ¿No quieres comer algo?

-Pues, me gustaría quedarme pero... Tengo algunas cosas que hacer hoy.

<<Y mí cabeza es una puta mierda>> pensó.

Ella asintió, mirándolo. No estaba mal para ser una conquista de una noche. El tío era simpático y apuesto, y la noche (o al menos lo que podía recordar de ella) había sido interesante. Ella lo besó nuevamente en la boca, con mucha comodidad. A él le costó responder pero dadas las circunstancias, que más daba otro beso, por lo que la acompañó.

Ese beso pronto se transformó en otro, y en otro, y luego en otro round de pasión... y esta vez, a plena luz del día y con plena conciencia.

Al menos la cabeza ya no les dolía.

Un invierno en Barcelona (Auronplay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora