La fiesta

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Serena se sentía feliz. Ver a su amiga tan entusiasmada la llenaba de alegría. El amor le sentaba bien, podría jurar que Zulema se veía más joven y más bonita.

Zulema decidió envolver sus curvas en un vestido azul Francia, cómodo pero ceñido donde tenía que estar. Su pelo, negro y corto caía sobre sus hombros suelto y desarreglado, pero como siempre llevaba altísimas dosis de maquillaje en sus ojos. Su mirada oscura quedaba totalmente enmarcada por la sombra negra y el delineado que solía llevar.

-Zule, tú sí que estás guapa. -le sonrió Serena mientras terminaba de guardar las bebidas.

-Gracias. Que tú no estas nada mal tampoco, eh...

Su amiga bromeaba. La castaña estaba despampanante. El vestido que había elegido era negro y diminuto, lo que le permitía mostrar los tatuajes de su espalda. El cabello, asimétrico, caía despreocupado y el maquillaje, suave pero perfecto, le embellecía las facciones. Llevaba también unas botas de caña alta que le resultaban cómodas, negras como su vestido y sus ojos. Guapísima.

Los invitados comenzaron a llegar. Había personas conocidas en el mundo del diseño ya que Zulema solía rodearse con mucha gente en su trabajo. Algunas amigas modelos, algunos amigos diseñadores, y finalmente el famoso Xavier.

-Sere, ven aquí que quiero presentarte. Él es Xavier, Xavier ella es Serena, mí mejor amiga y mí compañera de piso.

-Pues es un gusto conocerte finalmente -rió ella dándole dos besos.

-El gusto es mío. -respondió él, respetuoso. -Estos son mis amigos... Raúl, Alejandro, y Daniel.

Serena saludo a todos, pero se detuvo en seco al ver a Raúl. Tenía que ser una broma.

<<Venga, Serena, ¿que eres tonta? Claro que podían ser amigos, después de todo se conocieron el mismo día en el mismo lugar... Puta suerte.>> pensó amargada la castaña.

-Un gusto conoceros. Voy a por más bebidas -dijo marchándose a toda prisa.

El apartamento era enorme y contaba con terraza privada, así que apuro el paso para evitarlo y recorrer el lugar... No con demasiado éxito ya que Raúl la siguió con paso firme.

-Serena, espera por favor. -le pidió, caminando detrás.

-¿Qué quieres? No estás obligado a hablar conmigo, ¿sabes? Debes estar ocupado.

-Pero venga ya, tía, no seas infantil, por favor... Que he estado liado, ¿vale? Y ni siquiera has contestado mis mensajes intentando de explicarte.

-Mira, Raúl, me siento bastante tonta persiguiéndote, sabes?

-No lo haces. Vale, te entiendo, quizás no he podido verte en este tiempo... Pero...

-¡Qué no me toques los cojones, Raúl! Cuántas semanitas ibas a llenarme de palabras? Venga hombre no me jodas... Cada vez que he sugerido que podíamos vernos me has dado alguna excusa. No soy una niña, sabes?

-Lo sé...

-Fueron meses...

-Lo sé, lo siento ¿vale?

Serena hizo silencio y asintió, aceptando sus disculpas. Se estaba comportando como una niña caprichosa, pero después de la relación con Manuel había quedado con unos miedos que flipas.

-Te ves... guapísima.

Serena se sonrojó.

-Gracias... Tú también te ves bien.

Raúl sonrió.

-¿Quieres beber algo? -le preguntó.

-Pues, no estaría mal, la verdad. ¿Tú qué quieres?

-No soy de beber mucho alcohol pero quizás no estaría mal...

-Cerveza, cava?

-Vino estaría bien.

En ese momento sus amigos aparecieron buscándolo.

-Raúl, ¿donde te habías metido, hombre?

-Vine a por unos tragos...

-Venga, vamos, tío.

Raúl miró a Serena disculpándose nuevamente con los ojos y se alejó con sus amigos. Después de todo, nadie sabía lo que había sucedido ya que él no lo había comentado. Eran sus amigos de la infancia, y tenía confianza con ellos, pero... la culpa le pesaba mucho más.

Serena lo vio marcharse, un poco molesta.

-Que te den, chaval. -murmuró un instante antes que Zulema la secuestrara para bailar un poco.

Un invierno en Barcelona (Auronplay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora