The Maze Runner: Minho y tú - Capítulo 1

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Todo sucedió tan rápido — No olvides el porque de esto, Jess — menciona una señora vestida con una bata blanca a la vez que inyecta una sustancia azulina en mi antebrazo derecho —. Tu hermano menor y tú hicieron grandes cosas — la audición se me agudiza, todo alrededor se torna borroso, giro mi vista para divisar a quien es mi hermano, cuyo nombre ya no recuerdo, se encuentra recostado en una camilla al igual que yo. Una segunda persona se acerca para sujetar mi mano con fuerza —. Te quiero Jess ... nos veremos pronto amiga — susurra con un sonrisa sincera —. Y ... — suspira acongojada —. Cuídalo por mí, por favor — finaliza y a los segundos mis párpados se hicieron pesados para después perder el conocimiento. 

— ¡Qué demonios! — exclamo de pronto, me siento y trato de recuperar la respiración, me encontraba al medio de lo que parecía ser bidones de agua y jaulas con animales dentro suyo —. ¿Qué? ¿Dónde estoy? — susurro para mi misma. 

Mi corazón no dejaba de latir deprisa y era que al parecer me encontraba en un montacargas que ascendía velozmente.

Examinaba cada esquina cuando escucho a alguien gritar desesperadamente — ¡No, no! 

Di un brinco producto del susto. 

— Tranquilo — me acerco a él sin pensarlo, sostengo su rostro para que me observe a mí y no al inquietante ambiente que nos rodeaba —. Tranquilo — reitero —. No estás solo, estamos tú y yo en esto — doy leves palmadas en su mejilla izquierda, él asiente a medida que respira lento y profundo —. Me presento, me llamo ... — me quedo pensativa.

¿Realmente acababa de olvidar mi nombre? Para ser sincera, no recuerdo absolutamente nada.

— ¿Dónde estamos? — pregunta dudoso. 

— Eso es lo que he intento averiguar — digo retomando mi atención al montacargas, ambos nos paramos y empezamos a gritar —. ¡Ayuda! 

El montacargas se detuvo abruptamente, nuestras miradas se cruzaron y sin pensarlo nos sujetamos la mano, significado de protección mutua. La parte superior de este conducto se abrió cegándonos con la luz natural del día, un grupo de jóvenes yacían a nuestro alrededor, algunos reían como también otros murmuraban — ¿Una chica? Es una chica — por un momento me sentí intimidada. 

¿Por qué la sorpresa? ¿Nunca antes habían visto a una chica?

Las rejillas superiores del montacargas fueron abiertas por un joven de cabello castaño, con unas cejas muy peculiares — Día uno novatos, buenos días — mencionó.  

Nos ayudó a salir, para después soltarnos en el húmedo césped — ¿Quiénes son? — pregunto esperanzada pero nadie responde. El chico a mi lado parecía estar más nervioso, todos lo miraban burlescos. De pronto empezó a correr —. ¡Oye, detente! — mencioné ansiosa, pareció no haberme escuchado, por lo que corrí hacia él. 

— ¡Dos corredores! — gritó otro joven castaño, hice caso omiso a su comentario hasta que poco a poco disminuí el ritmo por lo que estaba observando a mi alrededor, grandes muros se encontraban en cada esquina de esta área verde, atrapándonos como si de ratas de laboratorio se tratara. A los segundos el chico, quien seguía corriendo, tropezó y cayó, por lo que fui a auxiliarlo. 

Al cabo de unos minutos, al chico y a mí nos habían encerrado en lo que parecía ser una pequeña prisión hecha de ladrillos y madera apilada. 

— ¿Estás bien? — pregunté observando su tobillo, quise acercarme pero se opuso. 

— Si, descuida — esbozó una sonrisa falsa. Era más que claro que no estaba bien, nadie aquí lo estaba. 

Dimos un brinco cuando un joven de tes morena se apareció de repente frente a nosotros — Hey nuevitos, no volverán a correr, ¿verdad? — preguntó, negué con la cabeza —. Okey — asintió para después abrir la puerta.

The Maze Runner: Minho y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora