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~Brave POV~Al principio pienso que es una broma, pero no es así

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~Brave POV~
Al principio pienso que es una broma, pero no es así.

Es consciente de que yo no venía conduciendo el avión. ¿Verdad?. Abro el maletero y a duras penas logro poner la maleta dentro. Cierro la puerta y veo sus ojos posados en mí por el espejo retrovisor. No sabría decir si me mira con odio o con intriga. Lo ignoro y me siento en el asiento de atrás. El chico no parecía tener ninguna intención de sacar un tema de conversación así que me limité a disfrutar del paisaje.

Aún no me lo creo.

Las palmeras, la playa, los rascacielos, todo se ve tan real, bueno, es real. Estoy viviendo un sueño del que no quiero despertar. Soy consciente de que parezco una niña, asomada en la ventanilla, deslumbrada con tanta belleza. Pero me da igual. Pasamos por el mismo centro de la ciudad y no puedo respirar de la emoción, el paseo de la fama, el cartel de Hollywood, todo lo veía y no me lo creía. No paraba de imaginar cómo sería mi vida aquí, me imaginaba patinando por las calles, surfeando, viendo a famosos todo el tiempo. Todo lo que imaginaba era hermoso, tendría una buena vida.

Dejando el centro atrás, nos adentramos a una zona residencial. Las casas que habían eran el doble o el triple que la mía. Se veía que el dinero no era un problema. Se me formó un nudo al ver que las vayas de metal de una de las casas se abría. Ese sería, ese sería mi hogar a partir de hoy. El señor Hazer no me dijo hasta cuando necesitaba de mis servicios, así que este viaje no tiene fecha límite. En cuanto más rápido me acostumbre, mejor.

No sé que me sorprendió más, si la cantidad de habitaciones que la casa parecía tener, o el hecho de que solo vivan cuatro personas. El jardín es hermoso, surcos de diferentes tipos de rosas adornan los alrededores de la casa y aunque no estoy muy segura juraría que veo orquídeas a lo lejos. Las orquídeas me encantan. Salgo de mi trance cuando veo al que parece ser el señor Hazer salir de la casa. Rápidamente inspecciono mi ropa para ver si esta está presentable, tantas horas de vuelo dejan la ropa hecha un asco, pero no, todo estaba en orden.

—Brave—Exclama mientras alarga sus brazos y me apretuja. No esperaba un abrazo—Has crecido mucho—Dice mientras me recorre de pies a cabeza.

—Encantada señor Hazer. Muchas gracias por esta oportunidad de verdad. Muchas gracias—Digo llena de emoción aunque de reojo veo como el chico odioso suelta una risita sarcástica.

¿Se está riendo de mí?

—No me tienes que llamar señor. Llámame Peter—Se ríe—¿Cómo se comportó Killian?—Pregunta mirando al chico odioso, quién ahora esta de pie junto a su padre.

Viéndolos así, uno al lado del otro, me extraña que no me haya dado cuenta antes. Y si, la señora Jones tenía razón. Killian es la viva imagen de su madre. Es como si la estuviera escuchando. Ella se pasaba horas hablando de su nieto. Presumía de él, donde quiera que iba. Su nieto el artista, decía ella.

Aunque algo ha cambiado. Ella decía que su nieto era feliz, alegre, simpatico. Este chico, el que ven mis ojos; está apagado, roto.

—Encantador—Respondo a su pregunta. Mi sonrisa es muy falsa, pero él no lo nota. Killian por otro lado, pareció asombrado de mi respuesta pero no mostró ninguna emoción, al contrario. Nos dió la espalda y entró perdiéndose en la enorme casa.

—Joel me tuvo que llevar a una reunión, por eso no pudo recogerte—Explica el señor Hazer.—Bueno, entremos para que conozcas a los gemelos.

Tomé mi maleta pero uno de los empleados me la arrebató de las manos—Eric la llevará a tu habitación—Tímidamente asentí y le di las gracias. Me siento rara, pero no me desagrada.

Caminamos hacia el interior y casi lloro al ver semejante casa. Todo la cristalería del techo dejaba que el sol entrara, haciendo que pareciera que aún estabas afuera. Una escalera torcida rodeaba todo el recibidor, y una lámpara de araña decoraba el techo. A un lado se veía un pasillo estrecho con dos puertas mientras que al otro lado solo se veía un ventanal aún más grande que daba a otro jardín. Mis ojos se centraron en la piscina y en la fuente que se veía a lo lejos. Todo es tan elegante, tan diferente.

Subimos por la escalera y llegamos a otro pasillo. Habían más de cinco puertas. Supuse que eran las habitaciones—Lucas, Lucy—Llamó el señor Hazer mientras entrábamos a la que parecía ser la habitación de los niños.

El cuarto de los gemelos es bastante curioso. Literalmente hay una línea blanca en el suelo que divide la parte de Lucy de la parte de Lucas. Le pregunté al señor Hazer si no sería más fácil que cada uno tuviera una habitación propia pero él me contó lo unido que están los gemelos. No pueden vivir el uno sin el otro, y aunque una raya divida la habitación ellos son como uno solo. Mis ojos fueron primero hacia la niña. Lucy se parece mucho a el señor Hazer. Su cabello castaño y sus ojos verdes son definitivamente del papá, aunque Lucas también es la viva imagen de su padre, menos por el cabello rizado, que claramente comparte con Killian.

—Eres muy guapa—Comentó la niña al acercarse a mi—¿Quieres tomar el té?—Preguntó señalando a la pequeña mesita de plástico que estaba al lado de su cama. De todos los peluches que Lucy tiene, hay uno que me llamó la atención. Un cerdito rosa con un lazo blanco. Las costuras están desgastadas por lo que supongo que es bastante antiguo. El cerdito está sentado en una de las sillas de plástico, mientras que los otros están en el suelo.

—¡Claro!—Dije al instante.

—Bueno, yo los dejo—El señor Hazer se acercó a Lucas y le dió un beso en la frente mientras el niño seguía jugando.

No lo entiendo. Estos niños tienen un jardín enorme fuera donde pueden hacer literalmente lo que quieran. Inventarse un castillo, una guerra de elfos, hasta hacer un partido de Quidditch, pero no. Ellos están encerrados sin disfrutar de su infancia.

¿Qué clase de vida es esa?

Las horas pasaron y la pequeña silla rosa ya me quedaba pequeña. Estaba agotada, más que agotada. Casi que escuchando mis pensamientos la niña no tardó en aburrirse. Después de enseñarme cuales eran sus dibujos animados favoritos dejé la habitación y comencé a explorar la casa.

Más puertas que un hotel, así describiría los pasillos de la mansión. El segundo piso es básicamente puertas que llevan a habitaciones vacías. El primer piso en cambio promete mucho. Si mi mamá viera esta cocina le daría algo. El piano qué hay en una de las salas es muy tentador, pero no quiero romper los cristales de las ventanas con mi desafinada música. De todas las habitaciones una llamó completamente mi atención. No parecía una habitación, más bien un estudio. Las paredes eran pizarras y había un armario entero solo de diferente tipos de pinturas. Habían lienzos en el suelo y lo que parecía ser un violín apoyado en el pequeño sofá que estaba al lado de la ventana.

—¿Qué haces aquí?—Bramó una pesada voz a mi espalda.

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