Cuando Brave decidió aceptar la oferta del señor Hazer, no pensó mucho en la serie de acontecimientos que tal acción podría desencadenar.
Para empezar, no todos los hijos del señor Hazer son niños. Está el mayor. El artista depresivo y arrogante, q...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
~Brave POV~ La alarma suena y la apago incluso antes de que comience la canción. No dormí muy bien anoche.
¿Habrá sido la discusión? ¿Todas las palomitas que comí? Quién sabe.
Me levanto sin chistar y me doy una ducha rápida. Ni siquiera me molesto en labar mi cabello porqué no me siento con la energía suficiente para después invertir unos veinte minutos en peinarlo. Me pongo el único jean que hay en mi armario y un jersey negro. La tela es suave y fresca asi que creo que la humedad de California no me afectará. Sin ganas siquiera de usar zapatos altos, hoy muy a mi pesar le vuelvo a dar uso a mis Converse. Tengo que admitir que son más cómodos que cualquier otro par de zapatos de mi armario. Pero es esta sensación. Me siento pequeña e insignificante. Odio sentirme así.
Uso diez rápidos minutos de mi rutina mañanera en hacer unas trenzas perfectas. De repente mi rostro queda despejado y veo la necesidad de aunque sea usar un poco de crema. Mi piel está cansada, apagada. Este clima no está resultando tan acogedor como esperaba. Me aplico un poco de base y alguna que otra sombra. Algo simple y natural. Compruebo mi aspecto una última vez y reso para que el día de hoy sea tranquilo y relajado. Y con eso me refiero a menos—Killian situaciones—por favor.
Bajo las escaleras con mi mochila en la mano y veo a Killian y a los gemelos desayunando. Claro que no están solos. Mechones largos de cabello azul caen por el espaldar de la silla de mandera y reconozco ese colorido cabello al instante. Grace los está acompañando.
No la había visto desde la fiesta. Lleva puesto un vestido apretado negro y unas botas altas. Su cabello esta recogido en una coleta alta dejando ver sus decoradas orejas llenas de pequeños pendientes de colores. No lleva mucho maquillaje, solo un pronunciado eyeliner y pintalabios rojo.
—Por fin bajas—dijo al verme—¿Cómo fue tu primer dia?
—Bien— Contesto sin una gota de entusiasmo.
Killian me mira con arrepentimiento pero yo no le sigo la mirada. Siempre me trata mal y luego se disculpa. Ese es su juego del que resulta, ya me cansé de jugar.
—Uy si, se nota tu emoción—Comenta con ironía—¿Nos acompañas?—pregunta señalando a la silla vacia que hay al lado de Killian. Niego con la cabeza y aunque odio ver su rostro de decepción me mantengo en mi decisión.
—No tengo hambre—Añado mientras saco mi teléfono del bolsillo de mi pantalón.
Busco entre todas mis apps, el uber pero justo antes de pedirlo Killian me arrebata el aparato sin que pueda reaccionar.
—¿Qué haces?—Pregunto tragando saliva y procesando su osadía. De verdad que hoy no tengo ánimos de él.
