Cuando Brave decidió aceptar la oferta del señor Hazer, no pensó mucho en la serie de acontecimientos que tal acción podría desencadenar.
Para empezar, no todos los hijos del señor Hazer son niños. Está el mayor. El artista depresivo y arrogante, q...
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~Brave POV~ Había pasado. Killian y yo habíamos tenido una cita, y yo había sobrevivido a ello. Estuve todo el día súper nerviosa. Con el corazón en la boca cada vez que tomaba mi mano, o que me llamaba por mi nombre. Era una tontería, se suponía que debía estar relajada.
Killian se portó genial. Todo el día se lo pasó preguntándome detalles sobre mi vida, y respondiendo a preguntas similares que yo le hacía. Sus respuestas eran trabajadas y no noté hostilidad en su voz en ningún momento ¿Ya estaba? ¿Killian Hazer se había suavizado conmigo?
El domingo cuando me levanté me quedé viendo el techo por unos minutos. Anoche cuando nos despedimos fue un poco incómodo. No lo sé, estamos cerca, literalmente su habitación está al final del pasillo. No sabía si darle un beso, o como actuar. Una parte de mi quería quedarse con él toda la noche hablando, y bromeando. Pero no quería que se hiciera una idea equivocada. Killian no parece de los chicos que buscan solo sexo, pero igualmente tenía que darme mi lugar. Aunque la tensión que hay entre los dos es muy fuerte.
Acomodo mi almohada por quinta vez y entonces decido que ya es hora de enfrentar a mi ¿novio? No lo sé. Hablamos de muchas cosas, pero ninguna incluía un título para muestra "relación".
Cuando me levanto voy directamente al baño. La situación de ayer, despeinada y sin haberme siquiera cepillado los dientes, no se podía repetir.
Me ducho, y me visto. No quería vestirme formal ni nada de eso. Me puse un vestido sencillo de andar por casa, y una sandalias. No me molesté en maquillarme. Conociendo a Killian se fijaría en el maquillaje y se burlaría de mi por ello. No quiero que sepa lo mucho que me importa como luzco delante de él. Es muy pronto para eso.
Deslizando la puerta suavemente miro directamente al fondo del pasillo para ver su puerta. Está cerrada, lo que me da un alivio inmediato.
—¿Qué haces?—detrás de mi, siento su voz, dando un salto. No sé porqué pero se ha vuelto una constumbre para él eso de asustarme. Riéndose de mi, apoya la mano en la pared—Lo siento. Venía a avisarte. Ya he terminado el desayuno.
—¿Me has preparado el desayuno?
Se para erguido delante de mi, disfrutando las vistas desde su altura. Toma mi rostro entre sus manos, y me alegro enormemente de haberme lavado los dientes. Sus labios se acercan a los míos, y los tocan de la forma más delicada que jamás haya sentido. Es como si me fuera a romper. Un beso suave, dulce, perfecto.
—Vamos—dejándome llevar de él, bajamos las escaleras hasta la cocina.
Hoy al igual que ayer no hay ningún empleado por toda la casa. La mesa de la cocina está preparada para dos personas. El mantel que usualmente había visto completamente extendido ahora solo está en uno de los extremos de la mesa.
Con una variedad de dulces, tostadas incluso waffles, veo un montón de opciones para desayunar.
