Cuando Brave decidió aceptar la oferta del señor Hazer, no pensó mucho en la serie de acontecimientos que tal acción podría desencadenar.
Para empezar, no todos los hijos del señor Hazer son niños. Está el mayor. El artista depresivo y arrogante, q...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
~Brave POV~ Hay tanta gente en la casa que apenas puedo moverme. Estoy intentado llegar a mi habitación y dormir. Camino entre todos despacio pero el olor de alcohol que desprenden cada uno de los "invitados" me marea.
—¡Brave!—Escucho a lo lejos.
La voz que me llama me resulta familiar. Alzo la vista del suelo pegajoso y veo a Grace parada frente a mi. Quedo escandalizada por su ropa, aunque le queda muy bonito el conjunto. Su blusa es completamente transparente y deja ver con claridad su sujetador negro, sus vaqueros altos apretados remarcan su cintura que está decorada con un cinturón también negro. Al mirar sus zapatos quedó enamorada. Botas negras altas con cordones. ¡Son bellos!—¿Pero que llevas puesto?—Pregunta entre risas.
Miro mi ropa y no me extraña que se esté riendo. Un pantalón ancho cae por mis pies haciéndome parecer mucho más gruesa de lo que soy, aunque no sólo eso, lo acompaña una camiseta vieja de un equipo de soccer de Australia—Este, yo me iba acostar ya—Digo intentando justificar mi horrible ropa.
—Ni hablar—Me toma de la mano y nos hace camino entre toda la gente—Tal vez Killian tiene mal carácter pero no todos somos así—Me sonríe—Aparte, me caes bien. Asi que ve a cambiarte y vamos a emborracharnos.
Aunque suena tentadora la idea no tengo ninguna intención de emborracharme. La verdad es que me siento muy cómoda a su lado. No he tenido suerte desde que llegué a lo que "relaciones" se refiere. Killian no me soporta, y el sentimiento es mutuo. Kai es agradable pero no hemos hablado desde la cena con los estupidos de sus amigos. Grace es diferente. Me cae bien y parece ser real entre tanta gente de plástico—Bueno. Voy a cambiarme—Digo antes de darle la espalda a mi nueva amiga.
Subo las escaleras rápido y me paso por la habitación de los gemelos. Al entrar noto que la música no se escucha, lo que me tranquiliza. Cierro la puerta despacio y camino hacia mi habitación. ¿Qué me voy a poner? Esa es una buena pregunta. Abro mi vacío armario y tras analizar cada pieza de ropa decido ponerme una falda de cuadros que aunque considero corta es pasable. Me pongo un jersey de punto gris y me hago dos mini trenzas para recoger mi cabello. No me pongo maquillaje, solo un poco de brillo en los labios. Miro mis zapatos y no tengo ganas de ponerme tacones, hay demasiada gente. Me pongo unos converses que mi madre se empeñó en comprarme el año pasado y me siento tremendamente extraña. Tras mirarme en el espejo más de mil veces salgo de la habitación sin una gota de seguridad. Una fiesta no entraba en mis planes. Bajo las escaleras y me siento mejor al ver que todos están lo bastante borrachos como para no fijarse en la chica con cara de miedo que baja por las escaleras.
—Mucho mejor—Dice Grace mientras me ve bajando —¿Qué quieres de beber?—Pregunta.
La cocina está hecha un desastre, hay vodka, cerveza, vino, tequila. Básicamente, hay de todo menos higiene. Me sorprende que el señor Hazer apruebe este tipo de fiestas y más considerando que hay dos niños durmiendo en el piso de arriba. Miro detenidamente todo y me decanto por una cerveza.
