Capítulo 1

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"Lo malo que tiene el pasado es que nunca se puede negar"

Café Quijano

Trece años atrás.

—¿Qué te tiene tan triste, mi hermano?

Un muchacho sentado en el suelo y que apoyaba la espalda en un árbol caído, levantó su mirada angustiada, iluminada por la oscilante luz del fuego.

Quien preguntaba era Konrad, uno de sus mejores amigos, de toda la vida.

La noche era fría, pero esa no era la razón por la Hadrien Stengel se abrazaba a sí mismo con tanta fuerza. Tampoco era tristeza lo que le tenía aterido. Era otra cosa que nadie podría imaginar después de conocerlo.

Tenía miedo.

La perspectiva de un amanecer cada vez más cercano le aterrorizaba, pero no podía confiar sus temores a nadie, ni siquiera a su mejor amigo, aún cuando la relación era muy estrecha. Lo que pasaba por su mente, Konrad no lo iba a comprender.

—Evan también cree que algo te pasa.

Hadrien miró hacia donde estaban los demás. En efecto, Evan Lennox lo miraba. Cuando sus ojos se encontraron, Evan se levantó del tronco en el que descansaba. Había incertidumbre en sus movimientos, dudaba si acercarse o dejar que Konrad y Hadrien charlaran a solas.

Hadrien bajó la mirada y Evan se detuvo. Se quedó de pie a unos metros alejado de los dos amigos a los que más quería. Hadrien le importaba tanto como para ir y sacudirlo hasta que escupiera lo que, parecía, iba a reventarlo por dentro.
Pero también lo suficiente como para dejarlo en paz, si eso era lo mejor para él.

Los demás permanecían en sus lugares, descansando del pesado día de entrenamiento.

Evan tomó asiento de nuevo, mientras que Konrad no paraba de susurrar frases motivadoras

Hadrien se sintió peor al darse cuenta de que sus amigos estaban muy preocupados por él

Ese año, seis eran los candidatos a postular por el puesto de Alfa Mayor. Altos y fuertes, eran los más aptos de esa generación.

Entre todos, Evan destacaba con su mentón altivo y la profusa mata de cabello oscuro, de rizo apretado y largo hasta la cintura, preso en abundantes rastas gruesas sujetas por un lazo de cuero negro.

La pureza de su estirpe era evidente en el tono de su piel, más oscura que la de sus compañeros, con una tonalidad parecida al café que arrojaba nubes de vapor fragante mientras hervía en el fuego.

Manos fuertes, ojos honestos y brillantes, labios llenos. Fácil y blanca sonrisa que brindaba confianza y conquistaba a todos. Un hoyuelo hundía su mejilla izquierda.

Era atractivo, pero no era su belleza masculina la razón por la cual Evan merecía ganar el liderazgo de la manada.

Hadrien no escuchaba.
Pensaba que Evan a sus dieciséis años, ya era un contrincante feroz. Su gran determinación se leía en sus ojos oscuros, profundos y en el ceño que marcaba un par de firmes surcos en su frente. Ese mismo ceño que tenía esa noche al mirar a Hadrien tan cabizbajo.

Konrad tomó asiento al lado de su buen amigo Hadrien, en el mismo tronco en el que llevaba un buen rato apoyando su miseria. Le pasó el brazo por sobre los hombros. Era bueno consolando camaradas y subiendo ánimos. Esa noche era importante mantenerse motivados.

Al día siguiente se llevaría a cabo la competición para elegir siguiente Alfa Mayor de la manada de Lennander.

Tres jóvenes Alfa estaban a la cabeza de su generación en capacidades físicas, liderazgo y cualidades morales.

Lobo Perdido Libro IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora