"No necesitamos tanto de la ayuda de nuestros amigos como de la confianza en esa ayuda."
Epicuro de Samos
El hombre levantó el cuello de su gabardina negra para protegerse del clima, más hostil de lo que estaba acostumbrado. El viento era frío y la noche solitaria.
Las calles oscuras parecían olvidadas de la misericordia del señor. Se veían pocas casas de fachadas sucias y patios oscuros, salpicadas cada tantos cientos de metros, como metidas a la fuerza entre grandes construcciones sin ventanas, que por el aspecto eran fabricas, almacenes y bodegas.
Se tomó un momento para dar otra mirada a los alrededores antes de ingresar en un bar de aspecto sórdido cuya fachada zumbaba por el brillante verde neón del nombre: "Moony's Toreo".
En el lugar donde ese hombre y sus acompañantes estacionaron sus vehículos, una constelación de luces rojas y naranjas, el fulgor de la vida nocturna de Bellavista, creaban una isla colorida, en medio de la tenebrosa negrura nocturna.
El "Moony's Toreo" no era el único lugar para tomar un trago al terminar la jornada; había al menos media docena más, repartida en un largo bloque de construcciones viejas, con estilos de, al menos, cincuenta años atrás.
Pero sí era el más grande; era un sitio con personalidad.
Cuando el hombre, que no era otro que el Alfa Mayor de Lennander, empujó la puerta abatible que recordaba la entrada de una cantina en una vieja película de vaqueros, otro hombre de apariencia siniestra se unió a él.
Era Konrad. El también hizo una última comprobación. Su mirada penetró la noche a su derecha antes de entrar. Hadrien revisó la oscuridad de la izquierda antes de cruzar el umbral por último. Sus hombros, nunca tan anchos como en ese momento, ocuparon todo el espacio. Más de una década atrás fue por el mismo camino; preocupado, asustado. Era un joven cuyo futuro había naufragado.
¡Cuántas cosas cambiaron! El que entró al bar y que cruzó toda el área hasta la barra, sin prestar atención a nadie, era un hombre distinto. La vida con sus Omegas sanó su alma de tanta soledad vieja. Pero el cambio de verdad ocurrió cuando su lobo luchó por su posición en la manada y venció. Completó su proceso, adquirido en apenas unos días, un aspecto más sólido.
Su rostro adusto no dejaba ver la pequeña satisfacción que sentía por volver a ese sitio que por una breve temporada fue su refugio. Tantos años después como lobo adulto, sentía esa ventaja. Entraba al bar en una posición diferente. Era alguien. Era ejecutor de una formidable manada y eso se sentía bien.
***
Era más de medianoche.
El "Moony's Toreo" y unos cuantos bares y discotecas más, se ubicaban en el centro de una zona industrial, entre grandes fábricas y maquiladoras de textiles, a ocho kilómetros al noreste de San Fernando.El viejo bar tenía todo para ser el preferido de sus parroquianos; una larga barra de madera oscura, mesas y sillones cómodos, distribuidos sin ningún orden específico, paredes cubiertas con pósteres de cerveza y de mujeres, deslucidos por el tiempo, candiles envejecidos. Música que alternaba entre el rock y el country, a un volumen en el que todavía se podía conversar.
La clientela era fiel y, en general, abundante, aunque esa noche eran pocos los bebedores de cerveza; principalmente hombres en sus cuarentas y cincuentas, de cuerpos grandes, miradas desconfiadas y ademanes rudos. Mucho cuero y metal tintineando, entre palabrotas y risotadas.
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Lobo Perdido Libro I
WerewolfHadrien Stengel fue, alguna vez, el candidato más prometedor para tomar el puesto del Alfa Mayor de la próspera Manada Lennox. En cambio ahora es solo un hombre sin esperanzas. Su vida transcurre, sometido a una soledad cruel, ajena a su naturaleza...