Capítulo 26

3.3K 404 108
                                    

"Se despidieron y en el adiós ya estaba la bienvenida."

Mario Benedetti

Miden empujó la puerta de la habitación principal y entraron. Los tres dormían juntos.

Era la habitación más bonita de la casa, con su gran ventanal que la llenaba de luz de sol. El reflejo en las paredes amarillas la hacía ver más luminosa.

Contaba con su propio baño. Sax adoraba darse baños largos; a veces con burbujas o con hierbas. Ya lo hacía desde los tiempos en que los clientes eran demasiado bruscos y lo lastimaban.

Por un momento se distrajo recordando. ¡Qué dura fue la vida con ellos! ¡Y qué descorazonador resultaba la idea de algún día, volver!

Sax también lo pensaba aunque guardaba silencio al respecto; tarde o temprano tendrían que regresar, porque la fortuna nunca cambia para siempre.

A veces arriba, a veces abajo, todo es un continuo dar vueltas.

La pregunta era ¿qué tan abajo podían llegar? Ambos sabían que cuando las cosas terminarán, su "abajo" sería de nuevo la calle de Las Rosas, pero podía ser peor. En San Fernando había más niveles de perdición; calles oscuras con casas sin ventanas. Callejones perdidos en donde los que alguna vez fueron jóvenes y dejaron de serlo tiempo atrás, terminaban reventando cualquier día por el abuso, por las drogas o porque no les quedaba más, ya que no pudieron salir de esa vida a tiempo.

Miden sacudió sus recuerdos de esa época; no tenía caso pensar en eso.
Pero no pudo sacudirse la sensación de que las cosas estaban al límite, la desgracia se cernía sobre ellos y que estaban ciegos, demasiado borrachos de felicidad como para darse cuenta a tiempo y quitarse a tiempo.

Vivían un periodo extraordinario y, aunque solo fueran vacaciones de su vida real, podían disfrutarlo mientras durara y conservar los recuerdos después, si el destino les resultaba muy adverso. Para el momento de alcanzar la conformidad en sus pensamientos ya estaba en el vestidor.

Era una habitación elegante y con tres paredes de cajones, espacio para colgar ropa y para los zapatos. Las posesiones de los tres hombres cabían en la mitad del espacio disponible en una de esas paredes. El resto estaba vacío y era probable que así permaneciera para siempre.

Sax no compraba ropa.
Usaba una poca suya y algunas camisetas que a Hadrien le  quedaban estrechas. Si podía, evitaba gastar dinero.
Era algo tacaño.
Hadrien sí compró ropa nueva. Porque el estúpido la rompió y tuvo que renovar su guardarropa por entero, lo que no fue difícil; usaba camisetas negras, jeans negros, botas negras y chamarras del mismo color.
Miden era un punto medio. A veces compraba ropa; le gustaba tener prendas nuevas de colores.

Pero todavía sobraba mucho espacio. Uno de los cajones de la pared opuesta tenía ropa de bebé y artículos de aseo para los pequeños; así como una docena de mantas para cubrir a los bebés.

Eso era todo.

Tomó una mochila cualquiera y metió en ella tres camisetas de colores, un par de jeans y dos cambios de ropa interior y calcetines. Sus artículos de aseo y un suéter.

—Listo.

Salió del vestidor y observó a Hans; no se había movido del centro de la habitación. El aroma presente indicaba que estaba en el lugar donde dormía el Alfa Stengel.

—¿Qué pasa? —preguntó Miden al verlo paralizado de tal forma, cuando un minuto antes lo había dejado más tranquilo-. ¿Qué va mal?

—Mejor espero afuera.

Lobo Perdido Libro IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora