Capítulo 31.- Mal humor

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Elías

—¿Qué te pasa Zuri? —pregunté pues se veía desanimada

—No es nada, yo solo estoy un poco cansada —dijo con un bostezo, mientras volteaba a verme.

—Estuviste llorando de nuevo —afirme al ver sus hermosos ojos hinchados.

—No, yo solo... no pude dormir anoche...

—Zuri no lo niegues, no es la primera vez —cerró sus ojos frustrada.

—¡No paso nada entiéndelo! —me gritó totalmente enojada, ella estaba aqui por una beca, asi que necesitaba mantener cierta imagen para no perderla, entre esas cosas evitar malos comportamientos.

Ella necesitaba liberar su enojo—. Si no tienes ningún problema demuestramelo —lo rete, o al memos esperaba que Zuri lo tomará de ese modo.

—¿Que necesitó hacer para que me creas?

—Escapemonos un rato.

—Te das cuenta de lo que dices, tengo que mantener notas perfectas para que no me expulsen, si me escapo perderé la beca.

—Zuri necesitas relajarte y faltarte a una clase no va a hacer que te aplaces— le dije, por suerte ninguna de sus amigas estaba aquí pues seguro opinarían que esto era una locura y estaba mal.

—No lo se Elías, nos podríamos meter en problemas.

—Tranquila, tu solo confía en mi —le dije tomando su mano, asintió y salimos corriendo del colegio, mi madre seguramente se enojaría conmigo si se enteraba, asi que sin importar a donde fueramos debíamos poder volver rápido, entre la multitud de alumnos nadie se dió cuenta que salimos.

La guíe hacia un parque cercano, era una suerte que hoy Zuri no se hubiera puesto un vestido, pués soplaba fuerte el viento y hubiese levantado la falda de este.

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No podía creer que realmente estuviéramos haciendo esto, llegamos a un parque cercano y ahi dejamos de correr.

—Elías no crees que seremos muy sospechosos, somos dos niños en un parque en hora de clases.

—No lo seremos, todos supondrán que estudiamos en la tarde, mientras no nos vea nadie conocido no habrá problema —me respondió con una sonrisa—. Ahora hay que aprovechar el tiempo, que hay que liberar tu enojo —se burló antes de escaparse.

—¡No es enojo! —le grité persiguiéndolo.

Nos la pasamos toda la mañana jugando diversos juegos, que me animaron, que me ayudaron a animarme de nuevo, pero de repente el simplemente se detuvo—. Ya hay que volver Zuri —dijo mirando la sombra de un árbol, yo también miré esa sombra y lo entendí, ya iba a ser la hora de salida, si no volvíamos nos descubrirían.

Corrimos de vuelta al colegio, llegamos a la esquina algo cansados, esperamos a que los demás alumnos iniciarán a salir, pues habían varios padres cerca, por suerte los nuestros no, cuándo ya muchos alumnos estaban por afuera nos escabullimos entre la multitud alrededor de la entrada y logramos entrar al colegio, para luego correr hacia nuestros casilleros, obviamente despidiéndonos por que estaban en lugares distintos.

Me dispuse a sacar algunos de los que supuse que tendrían tarea, aunque en realidad tendría que prestarme de alguién más para saberlo, aunque sea fingiría hacerla—. Al fin te apareces Zuri —escuche la voz de Lena a mi espada.

Misterios del Mundo.- Lo que Parece No Siempre es lo que EsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora