Primera parte: Nicolás

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                                                            CAPITULO 1


Afuera brilla el sol. Sol de febrero. Febrero en la ciudad de Buenos Aires.

Nicolás está rindiendo un examen: si lo aprueba se queda en su colegio, el Carlos Pellegrini, el colegio donde estudiaron su abuelo y sus padres, el colegio que comparte con su hermana Sol. Si lo reprueba, debe cursar el quinto año en otro lado.

Lo reprueba.

A la salida del aula, sentado en el suelo frente a la puerta, su amigo Rodrigo lo espera ansioso.

- ¿Y?

- Tres.

- ...

Nicolás no va a llorar, ¿acaso es un nene?, pero que tiene ganas, tiene ganas. ¿Qué pasará ahora? ¿Cómo será la escena familiar? Puede imaginar muchas versiones de las mismas caras de sus padres, las manos recorriendo los rostros desde la frente hasta las mandíbulas, su padre rascándose la barba o revolviéndose el pelo, su madre cayendo en la silla o dándole la espalda para prepararse un té. También puede imaginar su propia actitud, ya sin defensas, vencido sobre sus codos, plegado sobre la mesa, el rostro cerrado sintiendo el roce de la madera en la frente.

Expulsado.

- ¿Me acompañas a casa? – le pregunta a Rodrigo.

- Vamos.

Nicolás no va a llorar, ¿acaso es un nene?, pero que tiene ganas, tiene ganas. ¿Cómo será la vida a partir de ahora? ¿La amistad con Rodrigo será la misma? ¿Seguirán compartiendo las tardes de BMX, la búsqueda de nuevos vídeos de Freestyle en Youtube, las salidas? ¿Quién ocupará su sitio en la división del Pellegrini? ¿Con quiénes irá de viaje de egresados? ¿Se sentirá su ausencia? Apaga el celular, no quiere hablar con nadie. Mira las baldosas y toca las paredes. Los ruidos de la calle, la angostura de la vereda y las caras de otros chicos del colegio son lo mismo de siempre. Levanta la vista y el cielo cruzado de cables y nubes le sopla el flequillo. El aire viene bien. El sol, también. No es para tanto. Respira hondo y cruza de vereda.

- ¿Vamos caminando? – le pregunta Rodrigo.

- ¿Estás en pedo? ¡Son como cuarenta cuadras!

- ¿Y? Dale, no tenemos nada que hacer.

- Bueno.

- Vení, doblemos acá. Vamos a ese local de CD's que quiero mostrarte.

Nicolás no va a llorar. No con un amigo así... O tal vez sí con un amigo así. Se acomoda la mochila y apura el paso. Las lágrimas se aprietan en sus ojos y pujan por abandonarlo. Hay bronca y decepción. No es un nene pero tal vez llore. Deja de tragar saliva. Que sea lo que tenga que ser.



Solo tres segundos [Paula Bombara]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora