CAPITULO 27
Tres horas más tarde, surge la oportunidad. Surge cuando Nicolás ya tiene ganas de irse. Pero es el único, parece. Pregunta. Zoe quiere quedarse un rato más. Leopoldo está hablando con un par de compañeros. Mariano, en unos sillones, conversa con su novia Salomé y otros amigos. Pablo fue al baño. Felicitas tiene cara de aburrida, o de cansada, no se nota muy bien la diferencia. Las luces le iluminan el rostro de una manera extraña. Nicolás se queda observándola hasta que Zoe le llama la atención:
- ¿Por qué mirás tanto a mí amiga?
Responde la verdad:
- Mirale la cara. Las luces. Mirá cómo se le ponen los ojos. La parte blanca de los ojos.
Zoe mira a Felicitas y sonríe.
- Es muy hermosa mi amiga... ¿Venís a bailar?
- No tengo ganas...
- Vos te lo perdés – responde ella yendo a la pista.
Nicolás está tan cansado que los sonidos lo atraviesan como si fueran flechas y él, un blanco fácil. Aún así, se acerca a Felicitas.
Ella lo mira con curiosidad.
- ¿Sabes? – dice Nicolás con cautela -. No sé cómo decirte esto, pero cada vez que te miro me pasan cosas.
Felicitas se ríe y el tiempo es puro presente:
- ¿Cosas?
- Sí, cosas. Me tiembla el pulso, me late un ojo, me siento un idiota... Cosas.
Felicitas no dice nada.
- ¿A vos te pasa algo así? – Nicolás transpira de miedo al ridículo. Hizo su movida y debe esperar.
Felicitas continúa mirándolo. Mirándolo sin decir nada.
De pronto, le toca un brazo y le dice que la siga.
Él va. Hacia afuera, hacia esa noche que ya está dejando de serlo.
- Adentro no se puede hablar – se excusa ella, sentándose en un coqueto silloncito blanco.
Nicolás sonríe, aunque no sabe bien por qué. Se pregunta si será una chica de estrategias. Salir no le parece que haya sido una, le parece la pura verdad. Se sienta a su lado y gira una pequeña vela que ilumina el lugar. Felicitas mira la luz y le devuelve la sonrisa.
- No me imaginé que podían pasarte cosas conmigo.
- ...
- No sé qué responderte. Me pareces muy lindo, obvio, como a todas...
- ... - su cara ahora le pesa más que nunca. Mira hacia el piso.
- No sé...
Nicolás se nubla. Mira el azul intenso del día que se despereza. De pronto, aparece un brillo nuevo en el movimiento de Felicitas. Una decisión que, inexplicablemente, él ve. Ve a la Felicitas que da besos fuerte.
- Mirá: no sé qué me pasa con vos porque Zoe está enamorada de vos. Entonces yo... ¿me entendés?
- Me parece que Zoe ya sabe que no quiero nada con ella – le responde, serio.
- Sí, ya sé. Me dijo. Pero está enamorada... Si mañana te ve conmigo...
Nicolás entiende.
- Ya. Vayamos viendo cómo resolver eso. ¿Dale?
Felicitas asiente y mira hacia arriba. Al cansancio se ha sumado la tensión de este desconcierto. Aunque notaba un cambio en Nicolás, le cuesta creer que ella le guste al punto de confesárselo así, tan de frente. Decide disfrutar de este momento tan azul. Se afloja en el sillón y mira el cielo más cómoda.
- Qué color, ¿no? El amanecer. Me encanta verlo a esta hora.
Nicolás sonríe otra vez. Se siente bien. Mira la mano de Felicitas, relajada sobre el sillón y la cubre con la de él. La siente fría y le dan ganas de abrazarla. De abrigarla. Pero decide no hacerlo y concentrarse en la mano que, suavemente, está acariciando con su pulgar. Dijo que entendía y es cierto. Esperará el tiempo que sea necesario.
ESTÁS LEYENDO
Solo tres segundos [Paula Bombara]
Teen FictionSolo tres segundos en el espacio azul iluminado. Tres, para buscarse. Dos, para encontrarse. Uno, para apretar los párpados y, aún así, verse. Solo tres segundos antes del impacto. Luego, blanco y ruido, ruido ruido ruido en el espacio azul iluminad...