CAPITULO 22
Jueves. Una llamada. Es Leopoldo, que está por llegar. Nicolás se apura. Agarra la bicicleta y le grita a su mamá que sale. No espera a escuchar la respuesta.
Por la calle, paseando como si estuviera en la playa, viene Leopoldo. Nicolás le extiende la mano a modo de saludo.
- ¿Vamos?-dice Leopoldo con una sonrisa.
- Vamos.
- ¿Saben que vas conmigo?
- Sí, ya hablé con ellos.
Mientras recorren las cuadras que los llevan a la plaza del centro, Nicolás piensa en Rodrigo, en Matías y en el Ñoqui. ¿Qué pensarán de Leopoldo? Rodrigo ya lo había visto, pero ¿encajará con el resto? Desea que sea uno más. Cinco es un buen número. El tránsito en aumento le quita esas preocupaciones de la cabeza: hay que prestar atención si no quiere morir aplastado.
Apenas llegan, la preocupación vuelve; pero Leopoldo se encarga de hacerla un bollo y patearla al cesto de basura. Su amigo viejo y nuevo se une cómodamente a todos los demás.
Al caer la tarde, cuando las luces de la plaza ya no alcanzan para seguir pedaleando, los chicos se sientan en círculo a conversar sobre sus planes de fin de semana. Rodrigo y Matías los invitan a un baile organizado por el centro de estudiantes del Pellegrini. El Ñoqui cuenta que ya arregló para salir con los amigos de su barrio. Nicolás decide que prefiere ver una película. Leopoldo hace cara y pregunta por qué ver una película si pueden ver chicas.
- Qué idiota, Pilu. No quiero ver chicas. ¿Cuál es el problema?
- El problema es que estás enfermo, Nico. ¡Cómo no vas a querer conocer más chicas!
- Callate, gil, vos hasta los quince no opines de mujeres – le responde medio en chiste, medio en serio al Ñoqui -. No quiero ver chicas. No hay ningún problema.
- ¡Mentiroso! ¡Vos te quedaste así después de Julieta y lo del regalo de Zoe ahora te está trastornando el cerebro!
- Si esos guantes te están poniendo tan mal, creo que deberías dármelo... - dice el Ñoqui con una sonrisa.
- Justo eso estaba pensando, mira vos – Nicolás lo agarra y hace un amague de pelea.
- ¿No te parece que Pilu merece una chica que le haga regalos como ese? – Rodrigo trata de volver a la conversación -. Una chica como Carla, por ejemplo...
- Carla iría muy bien con Pilu – opina Matías.
- Sí – Nicolás piensa unos instantes mirando el piso y vuelve a él una serie de recuerdos cálidos, cosas que no va a olvidar nunca -, es cierto. Es la chica para Pilu.
- Bueno, queda decidido entonces – dice Leopoldo frotándose las manos -. La película, Nico la ve mañana; y el sábado vamos a bailar.
Nicolás se afloja. Sabe que va a divertirse.
- Bueno, bueno. El sábado te la presento a Carla. Tiene un chihuahua. Y el padre toca el bajo en una banda de rock. Te va a encantar.
Esa noche, Leopoldo se queda a dormir en la casa de Nicolás. La excusa es estudiar y todos saben que será lo menos importante. Es la primera vez que los padres de su amigo lo ven después de tanto tiempo. Todos están muy contentos. La cena se nutre de anécdotas de los años que los chicos compartieron, de noticias del viejo barrio que Leopoldo cuenta y el resto comenta con frases del estilo de "¡Te acordás!", "¡Uy, cuánto tiempo que paso!", "¡Sigue existiendo!".
Luego, no puede ser mejor. Hablan y miran vídeos de bikers en YouTube hasta cansarse, juegan con la consola de Nicolás, se ríen juntos viendo dibujos animados del coyote y el correcaminos.
Cuando faltan apenas tres horas para levantarse, deciden estudiar un poco. Al día siguiente tienen evaluación de Literatura.
ESTÁS LEYENDO
Solo tres segundos [Paula Bombara]
Teen FictionSolo tres segundos en el espacio azul iluminado. Tres, para buscarse. Dos, para encontrarse. Uno, para apretar los párpados y, aún así, verse. Solo tres segundos antes del impacto. Luego, blanco y ruido, ruido ruido ruido en el espacio azul iluminad...