CAPITULO 14
Todas las tardes, Nicolás se sube a su bicicleta. Su bicicleta. La que armó con sus propias manos. Y se siente cómodo, muy cómodo, en ese asiento.
Cada tarde practica tenazmente los giros y los saltos que le salen bien y se ensaña con los que le salen mal. Solo. Cuando surge mostrar a sus amigos lo que sabe hacer, hace lo que le sale a la perfección; el resto lo esconde hasta dominarlo. Admira la soltura de los demás, él no es espontáneo.
De lunes a lunes la bicicleta de Nicolás rebota y gira bajo el peso de su dueño y el asiento va ganando las grietas y el lustre que solo da el uso.
De lunes a lunes, protectores en las pantorrillas y, aún así, dolor.
De lunes a lunes, dolor de muñecas. Muñequeras. Guantes.
De lunes a lunes, el sueño de hacer rotaciones del cuadro en perfecto equilibrio, con los pies sobre los picos delanteros, el manillar a centímetros del suelo sin tocarlo, las manos girando en lo alto la rueda trasera y el torso bien alejado del asiento, tan veloz y elegante como Dave Mirra.
Todas las tardes, la idea casi imposible de que le importe menos hacer las cosas bien.
De lunes a lunes. Determinación para que los trucos salgan.
De lunes a lunes. Sudor que brilla pero no sonríe.
De lunes a lunes, todas las tardes, el rojo del cuadro marcando su sombra.
Solo, Nicolás se monta sobre su bici y trata de dejarse llevar por la felicidad de su presente.
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Solo tres segundos [Paula Bombara]
Teen FictionSolo tres segundos en el espacio azul iluminado. Tres, para buscarse. Dos, para encontrarse. Uno, para apretar los párpados y, aún así, verse. Solo tres segundos antes del impacto. Luego, blanco y ruido, ruido ruido ruido en el espacio azul iluminad...