Primera parte: Nicolás

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CAPITULO 10

Ya es de noche. Su mamá lo pasa a buscar. Hablan de lo sucedido. Nicolás está apurado y su mamá no entiende por qué. Él le pide ir a casa. Ya. Ir a casa ya.

Cuando llegan, va a su cuarto sin detenerse. Sol y su papá lo miran. Detrás de su determinación, siente las voces, preocupadas, pero no escucha. Cierra la puerta y comienza. No hay tiempo que perder. Hace una lista de lo que necesita. Tacha lo que tiene: un par de picos y un manillar viejo. Habla por teléfono. Rodrigo le cuenta que Matías acaba de cambiar el plato de la bici. Llama a Matías y se lo cambia por una pila de juegos de la Play. Leopoldo aporta un par de pedales que, dice, están casi nuevos. Se los pagará más adelante. Faltan las ruedas, los frenos, la cadena, el asiento y el cuadro. Enciende su computadora y se pone a buscar.

El sol lo encuentra aún buscando, con los ojos rojos pero decidido a conseguir lo que le falta durante el día.

A la hora del desayuno dice que quiere faltar al colegio. Sus padres lo atribuyen al shock por el robo. Él se limita a asentir gravemente. Le pide plata prestada a su hermana. Ella se la niega, pero logra convencerla: la ayudará con todos los trabajos del colegio que tiene atrasados.

Son las ocho de la mañana; aún así no le parece temprano para llamar por teléfono a un biker que tiene en venta un buen cuadro, rojo, demasiado llamativo para su gusto, pero bueno, más adelante podrá cambiarlo por uno negro como el que tenía.

El teléfono llama. Nadie atiende. Intentará más tarde. Da vueltas por su cuarto, pone música, se tira en la cama, se levanta, sube la persiana de su ventana, mira hacia afuera, vuelve a la pantalla de la computadora. Toma nuevamente el teléfono. Marca redial. Esta vez, una voz aún dormida pregunta quién es. Habla, arregla para ir a buscarlo en un par de horas. Se cambia la remera y sale. Va hasta la plaza del centro en colectivo. Aunque es temprano, un par de bikers se encuentran allí antes de entrar a sus trabajos, y él lo sabe.

Le cuenta lo que busca y uno de ellos le da un número de celular. Llama. Regatea los precios. Logra una rebaja y pacta un horario.

Aún no son las diez y Nicolás ya tiene casi todo lo que necesita para armarse una nueva bicicleta.

Solo tres segundos [Paula Bombara]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora