Segunda parte: Nicolás

1K 20 1
                                    

CAPITULO 14

No estuvo mal la psicóloga.

Fui otra vez.

Me estoy dando cuenta de que, desde que chocamos, pienso en vos, hablo con vos, miro la tele sin mirar nada, arranco hojas de las macetas del balcón y duermo. Nada más. Ah, sí, también pienso en Nico...

¿Patético, no?

También me enteré de que me llamaron un montón de veces las chicas y no las quise atender. ¿Podés creer que no me acuerdo? Mamá me lo juró. Me juró por quien ella más quiere, o sea yo, que me llamaron algunas profesoras, Gaby, Celeste, Pablo... Casi todos los días me llamaron y mamá me dijo que ni les contesté, que colgué el tubo sin hablar.

Dicen que parezco una sombra. ¡Ja! ¿A vos te parece que yo puedo parecer una sombra? ¿Yo, que tengo menos forma que una heladera? Bueno, parece que vos lograste que perdiera no sé cuántos kilos. Ahora que ser flaca me importa un pito. Yo te lo dije: el día que adelgace, ya no me va a importar. Y es así, ya no me importa.

Hoy me miré al espejo. Hacía siglos que no veía. Fue en lo de la psicóloga. Bah, saliendo. No lo pude evitar porque en el palier del consultorio había un espejo y de pronto me vi. Hecha un desastre, me vi. Pero tan flaca que no me reconocí. Tengo cintura y ni me había dado cuenta. Será que en casa ando con camisón todo el día.

El peor momento del mundo para mirarse al espejo: a la salida de la psicóloga, a seis semanas de perder a tu mejor amiga. ¿Anotaste?

Solo tres segundos [Paula Bombara]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora