Primera parte: Nicolás

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CAPITULO 24

La fiesta del Pelle. Entrar con Leopoldo es terminar de unir sus mundos. Nicolás sabe que, tarde o temprano; el futuro está en su presente, en lo que hoy es, aún, un poco desconocido. Su ex colegio, con su gente y su música y todo aquello tan fácil de respirar, quedará en el pasado como una experiencia que se truncó. Pero esa noche de sábado, esos rostros tan familiares que le palmean el hombro con alegría de verlo le hacen pensar otra vez que es una pena no poder dar marcha atrás.

Leopoldo observa y pronto encuentra la forma de encajar. A él, adaptarse a distintos ambientes no es algo que le traiga problemas. Al contrario, disfruta del desconcierto inicial, del desafío posterior. Codea a Nicolás para preguntarle si aquella chica, de ojos grises delineados y la punta de los cabellos teñida de rosa, es Carla.

- ¿Cómo supiste? – se asombra Nicolás.

- No lo sabía, pero me alegro – le responde Leopoldo -. Esa chica me encanta.

Nicolás podría irse tranquilamente. La noche transcurre, la música cambia, la gente se mueve y Leopoldo sigue conversando y bailando con Carla. Cuando ella y sus amigas se van, vuelve a reunirse con Nicolás, que lo espera, junto a Rodrigo y a Matías, para ir a desayunar.

- Te dije, Belleza, que eran tal para cual – dice Matías, sabiendo que Leopoldo se acerca y lo puede escuchar -. ¿Teníamos razón o no, Pilu?

Leopoldo sonríe y no dice nada.

- Callate, Cupido motorizado – lo reta Nicolás -. ¿Adónde dejaste el auto?

- A la vuelta. Pero antes, vamos a desayunar.

Esquivando cuerpos recorren el pasillo que lleva a la salida. Es oscuro, y la rendija de luz que se ve por debajo de la puerta muestra un día nuevo. ¿Y la noche? Tan corta, tan bien disimulada detrás de las nubes de humo y las luces sincronizadas de la pista. Abren la puerta entrecerrando los ojos de antemano.

A Nicolás no le gusta esa sensación de no-paso del tiempo adentro de los boliches. Le molesta encontrarse con el sol al salir. La basura que la diversión generó lo incomoda. A la luz del día, las botellas, los papeles, los chicos y las chicas apostados en las esquinas, algunos doblados de sueño o borrachera, le resultan deprimentes.

La resaca, lo que queda después de que las olas se retiran de la orilla.

Quiere saber si Leopoldo verá a Carla.

- No por ahora – le responde su amigo -. En la semana va a ser complicado porque ella tiene que estudiar y el fin de semana que viene se va con los padres a una quinta, no sé bien qué me dijo. Después, más adelante, sí... No la voy a dejar pasar...

Luego, Pilu baja la cabeza y lo mira de costado. Una pregunta aparece en sus ojos y no necesita formularla. Nicolás la ve y la entiende.

- Alguna vez tuvimos una historia, pero terminamos bien. Es una amiga. Está todo bien, Pilu. Tenés mi bendición...

- Pero si te portás mal con ella te cagamos a trompadas – agrega Matías desde atrás.

Nicolás sonríe. Caminando al lado de Leopoldo, escoltado por Rodrigo y por Matías.

Definitivamente, el pasado y el futuro se han conectado.

Solo tres segundos [Paula Bombara]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora