CAPITULO 7
Sol estudia mientras Nicolás mira tele.
- No te puedo creer que no tengas nada del colegio para hacer – le dice ella en un momento.
- Psí.
- A mí me están dando con todo.
En la memoria de Nicolás se abre una compuerta de sensaciones. Él ya no recibe ese todo. Por un lado es un alivio; pero el alivio viene acompañado, por el otro lado, de una pesadez nunca antes sentida, que no tiene palabras. Es la que exhala el rostro de sus padres, apesadumbrados, la de su hermana tratando de minimizar la expulsión, la de su propio rostro en el espejo, mojado, contraído por el agua como si fuera una tela que se va encogiendo.
"Me están dando con todo" es una frase que no le hace bien.
Decide enfrascarse aún más en la pantalla, refugio pixelado, escondite de sus emociones. Y no contesta.
- ¡¿Podes bajar el volumen, porrr favorrr?!
La irritación de Sol hace que la mire. Y ella sigue hablando:
- Me molesta que no tengas nada que hacer. ¿Tanto se rascan en ese colegio?
- Lo que pasa es que ya sé todos los temas – le responde Nicolás, sincero -. Me los acuerdo del año pasado.
- Qué envidia...
Nicolás, serio, hace un gesto negativo con la cabeza y vuelve a mirar la pantalla.
- Sólo tenés que llevarte ocho materias a diciembre, que te queden dos en marzo y no aprobar ninguna...
Sol cambia su tono. La voz de su hermano le dice que no está disfrutando de ese no hacer nada.
- Lo voy a pensar – responde, tratando de provocar una sonrisa.
- No te va a salir.
- ...
- Cuando fui a la puerta del Pelle, los otros días, me sentí como aliviado...
- Y, ¡Más vale! Si no te sentís aliviado...
- No es tan así... Es raro... La tradición familiar...
- ¡¿Qué tradición familiar, zapallo?! ¡Ese es un tema de mamá y papá!
- Psí... Pero me jode un poco ser "el expulsado" – Nicolás hace un gesto de comillas con las manos - ¿Viste cómo me trataba el abuelo el otro domingo? Como si fuera un tarado...
- No te enrosques – responde Sol -. Vas a ver que el abuelo cuando se entere de que tenés todos nueves y dieces va a empezar a decir que con vos cometieron una injusticia.
- ...
- Y a mí, mientras vos sigas rascándote así, me va a dar bronca siempre.
Se quedan en silencio, mirando la pantalla. El dedo de Nicolás hace zapping y cada cambio de canal marca un vacío. Ambos piensan y no piensan. A la imagen que el televisor les da, ellos devuelven un recuerdo. Dos virtualidades, la del zapping y la que llevan dentro. A una imagen ajena, una imagen propia. Y otro recuerdo que se forma: el de este diálogo-confesión que, por fin, da a Nicolás un poco de alivio verdadero.
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Solo tres segundos [Paula Bombara]
Teen FictionSolo tres segundos en el espacio azul iluminado. Tres, para buscarse. Dos, para encontrarse. Uno, para apretar los párpados y, aún así, verse. Solo tres segundos antes del impacto. Luego, blanco y ruido, ruido ruido ruido en el espacio azul iluminad...